Veinte minutos separan la ciudad de Faro del encantador pueblo pesquero de Olhão. Famoso por su industria pesquera, su animado mercado, casas encaladas y arquitectura cubista. Su casco urbano es un laberinto de calles adoquinadas con casas bajas y edificios grandiosos con coloridas fachadas de azulejos. Muchos de ellos deteriorados o abandonados, pero de una manera cautivadora.
El puerto de Olhão, donde tiene lugar todo lo importante, se abre a las aguas y lagunas del Parque Natural de Ría Formosa, grupo de islas barrera que se extienden desde el cercano Faro hasta aguas españolas.
Olhão ha escapado de los estragos del turismo de masas, ya que siempre ha sido una ciudad trabajadora sin playa, pero, al estar en la laguna de Ria Formosa, algunas de las mejores playas de Portugal están a un corto trayecto en ferry en las islas de Armona y Culatra.
Llegué un viernes a la hora de comer, los portugueses comen entre las 13 y 14 horas, con un calor digno de verano, alrededor de los 23 grados, por eso buscábamos la sombra y la encontramos, de manera milagrosa, tras fotografiar a la legendaria "Floripes" en "Luna Art Café", bar inetiquetable cercano a la Igreja de Nossa Senhora do Rosário, situada en la Praça da Restauração. Cuatro músicos y tres cantantes, que se iban turnando sin previsión alguna, todos ellos de edad "pensionista", interpretaban música de los años 70 al aire libre. Eran las dos de la tarde y se estaba muy bien a la sombra escuchando temas musicales conocidos, aunque no grandes éxitos.
Lo secreto de Olhão se encuentra en un itinerario que transcurre por un entramado de pequeñas calles del centro de la ciudad. Es la llamada "Ruta das Lendas" (ruta de las leyendas), que propone cinco paradas en lugares asociados a diferentes mitos y leyendas, la mayoría de ellas relacionadas con la presencia musulmana en esta tierra del sur de Portugal.
La más conocida es la de la famosa "Floripes", en la plaza Patrão Joaquim Lopes, esa estatua seductora que a día de hoy identifica a la ciudad. La estatua, quizá uno de los elementos más fotografiados de la ciudad, marca el límite entre los dos barrios del centro: a su derecha se sitúa el barrio de Levante, más cercano al puerto y, a su izquierda, el barrio de Barreta.
Parte de las apariciones nocturnas de una atractiva mujer vestida de blanco en una casa del Molino Mareal del Sobrado. Julião, un joven de la localidad, fue testigo una noche de la presencia de una fantasma con los pies descalzos y una flor en su pelo. Confesó al confundido Julião ser una mora encantada, de nombre Floripes, que esperaba el regreso de su padre huido a su país tras la llegada de los cristianos. La dama contaba que el padre tuvo que salir ante la persecución cristiana sin poder avisarla. Su amado volvió a buscarla, pero su barco fue a la deriva y acabó ahogándose. El padre, ante la imposibilidad de que su hija regresara, la dejó en Olhão encantada. La tradición popular asegura que la joven se aparece por las noches a los hombres, desafiándolos a cruzar la ría con una vela encendida a cambio de su amor. Los que siguen sus instrucciones y lo intentan acaban debajo de las aguas.
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