jueves, 7 de marzo de 2024

LA VIDA PASA






“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".
 

Isaac Asimov  

 

Todos los días lectivos del calendario escolar, entre las 8,45 y las 9,10 horas se produce un acontecimiento especial y único en nuestro municipio. Cientos de personas se desplazan desde sus domicilios al Colegio Público Jaume Sanz, situado en el Carrer de los Marjals. Durante ese horario concreto, la policía municipal se emplaza estratégicamente en los puntos más vulnerables del recorrido, en dos pasos de cebra de las inmediaciones del puente del marjal que dirige al colegio, y en otros dos puntos de la avenida Papa Luna, uno de entrada y otro de salida, de los vehículos que desplazan a los escolares. 

La llegada fundamental al colegio se produce en vehículos privados, conducidos generalmente por madres y, aproximadamente, en un 20% por padres y abuelos. Dos autobuses (o tal vez tres) desplazan a otros grupos de alumnas y alumnos, y los más ambientalistas llegan en bicicleta o a pie.  Contemplar a esa hora la larga pasarela de madera del humedal es todo un espectáculo. Niños y familiares desfilan en grupos numerosos hablando en distintos idiomas: árabe, rumano, lenguas africanas, castellano, francés y, alguno que otro, en el dialecto valenciano. Y, aunque la mayoría de los más pequeños tienen cara de sueño y pocas ganas de rutina educativa, es toda una fiesta de color y diversidad. Es una lástima, y no culpo a esos ciudadanos que lo atraviesan a esa hora, que, durante ese recorrido, al margen de patos, gaviotas, tortugas, cormoranes y otras aves (también destacan el el Marjal otros animales acuáticos que no están a la vista, los últimos ejemplares que quedan de Samaruc y Fartet, dos peces que solo viven en estas aguas estancadas que conforman un ecosistema único), se aprecien restos de residuos que generamos los seres humanos: envases, latas de refrescos, plásticos, papeles… algo que, precisamente, se remedia con la educación. ¡Cuánto debemos a los educadores! A la puerta del Colegio, son ellos (más bien ellas) los que sonríen y saludan a todos los alumnos recién llegados. 

El día era soleado, las gaviotas sobrevolaban nuestras cabezas, seguramente acostumbradas a recibir en invierno algún alimento más típicamente humano que de aves marinas. Cuando abandoné las inmediaciones del Colegio, por la calle del Polideportivo Municipal, un autobús del Imserso abandonaba un hotel cercano, camino de Morella o del Delta del Ebro. Proseguí mi paseo inmiscuido en esos contrastes sociales, por un lado, cientos de escolares que tienen toda su vida por delante y, por otro, un grupo de pensionistas que, disfrutando de unos días de asueto en una etapa de envejecimiento activo, lejana de sus años de escolarización. 

A modo de despedida se me ocurre una recomendación personal, “escolares de todo el mundo aprovechad cada momento, el futuro es vuestro, no lo desperdiciéis. La vida merece la pena vivirse”.  

 

sábado, 2 de marzo de 2024

DERECHOS DE LOS ANIMALES


Obviamente estoy a favor de los derechos de los animales, recogidos en España en la Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales, que dice que son “seres dotados de sensibilidad cuyos derechos deben protegerse”. Los animales son conscientes y tienen capacidad de sufrir. Esto los convierte en merecedores del derecho a la vida sin sufrimiento innecesario. No entiendo como los partidos de derecha y, sobre todo, de extrema derecha (también los tractoristas manifestantes), estén en contra de leyes a favor de dichos derechos, pero pasa con muchos aspectos en los que tienen ciertos intereses sociales y económicos. Allá ellos y sus votantes.

Me gusta mucho la cocina y lo referente a programas televisivos que tienen  la gastronomía  como base a una cultura de buena y saludable alimentación. Sin embargo, no puedo tolerar cuando los cocineros matan con su cuchillo langostas y otros crustáceos vivos. Me parece la misma tortura y crueldad que sufren otros animales y, sin embargo, parece que está bien visto. En 2018  el Consejo Federal suizo aprobó una serie de medidas de corte animalista,  más controles para venta de animales (se prohíben las granjas de cachorros), restricciones en su uso para experimentación científica y una vigilancia especial en el caso de las exhibiciones de los mismos. Pero de entre todas esas normativas hay una que llamó especialmente la atención: los cocineros suizos desde entonces tienen  prohibido tirar a las langostas vivas al agua hirviendo. Deben anestesiarlas o aturdirlas antes de echarlas a la olla.

El doctor Jaren G. Horsley, zoólogo especialista en invertebrados, ha asegurado que las langostas tienen un sistema nervioso muy complejo, el cual les transmite grandes sensaciones de dolor cuando son cortadas. De la misma forma, al sumergirlas vivas en agua hirviendo, “sacuden sus cuerpos salvajemente y arañan las paredes de las ollas en un intento desesperado por escapar. Peor aún, como las langostas no entran en estado de shock cuando son heridas, pensamos que sienten cada momento de sus lentas y dolorosas muertes cuando son cocinadas vivas, en una práctica que el investigador Gordon Gunter describió en la revista Science como ‘tortura””, señaló.

No estaría mal que en España (con las insalvables negativas de VOX y PP) se mejorarán las leyes favorables a los derechos de los animales y, cómo no, a dejar de torturar a langostas y otros crustáceos a la hora de cocinarlos. Si protegemos a los animales seremos mejores personas.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...