miércoles, 30 de diciembre de 2020

FATIGA PANDÉMICA



Ayer estuve hablando con una amiga que es policía local en Zamora. Le pregunté si la cosa estaba más tranquila que en años anteriores por estas fechas y me contestó que era distinto, no había tantos problemas de altercados o borracheras, tan habituales en Navidad, pero, sin embargo, tenían que realizar cometidos por situaciones más psicológicos como ansiedades, depresiones y, también, resolver inconvenientes por agrupaciones numerosas en domicilios... Cuando paseo por la ciudad no noto tanta alegría como en otras ocasiones, no hay multitudes, ni voces histéricas, ni cánticos y hasta se agradece tanta tranquilidad. Sin embargo, se respira tristeza, la fatiga pandémica nos afecta a todos. Hoy leí un escrito de Javier Marías con el que estoy de acuerdo, decía que las autoridades prohíben y hacen cuanto está en su mano para que se desobedezcan dichas prohibiciones, nos hemos vuelto locos. Si la iluminación de las calles, los mercadillos navideños, los árboles y belenes atraen a las masas y los incitan a aglomerarse, ¿por qué diablos los han colocado? Está claro que los humanos somos animales de costumbres y nos dejamos arrastrar por la concurrencia, pero si nos lo ponen a tiro de piedra es más difícil controlarse. En estos días no debemos bajar la guardia y seguir respetando las medidas que nos recomiendan los sanitarios, debemos guiarnos por el sentido común y no caer en provocaciones que hacen que bajemos la guardia ante esta trágica y duradera pandemia. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

TIEMPO DE LECTURA





Estas últimas semanas estoy abocado a la lectura. Todo un placer que he podido multiplicar en estos días. Estoy acabando de leer "Recuerdos de un jardinero inglés" de Reginald Arkelluna novela  sentimental, de lectura grata y que no genera  conflictos ni ideas que saquen al lector de un apacible estado contemplativo. Ideal para regalar en estas fechas y para disfrutar en el interior de nuestros hogares alejados de los rigores del invierno. Pero, además, desde ayer, que vi un programa de Julie Andrieu, concretamente “Las recetas de Julie”, que transcurría en la bella región francesa de Eure-et-Loir y que ofreció un paseo por la vida de Marcel Proust y las recetas que a él le gustaban, entre ellas la magdalena (de Commercy) que provoca el famoso “recuerdo prusiano”, una galleta ovalada con líneas en la superficie. La “magdalena de Proust” explica la experiencia en la que el escritor francés, abrumado por la tristeza, probó una magdalena mojada en té y, repentinamente, se transportó a los veranos de su infancia en Combray. En la obra “Por el camino de Swann”, primera parte de las siete que contiene la obra  ´En busca del tiempo perdido´ hace referencia a ella. Cuando se experimenta el mismo olor y sabor vinculado a la memoria se forman recuerdos en una región del cerebro llamada hipocampo. El recuerdo proustiano al que se refiere la famosa magdalena, y que rescatamos voluntariamente, está demostrado por científicos que determinan que el ser humano puede remontar los recuerdos en el pasado hasta la edad de los 3 o 4 años.

"Hace ya muchos años que, de mi infancia en Combray, solo existía para mí  la tragedia cotidiana de acostarme. Un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso  tomar, contra mi costumbre, un poco de té. Dije que no, primero, pero luego, no sé por qué, cambié de opinión. Mandó a comprar uno de esos bollos pequeños y rollizos que se llaman magdalenas, y que parecen haber sido moldeados en las valvas con ranuras  de una concha de Santiago. Pronto, maquinalmente, agobiado  por el  día triste  y la perspectiva de otro igual, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había dejado reblandecer un trozo de magdalena. Pero, en el instante mismo que el trago de té y  migajas de bollo llegaban a  mi paladar, me estremecí, dándome cuenta de que pasaba  algo extraordinario. Me había invadido  un placer delicioso, aislado, sin saber por qué, que me volvía indiferente a vicisitudes de la vida, a sus desastres inofensivos, a su brevedad ilusoria, de la misma manera que opera el amor, llenándome de una esencia preciosa; o, más bien, esta esencia no  estaba en mí sino que era yo mismo. Y no me sentía mediocre, limitado, mortal. ¿De dónde podía haberme venido esta poderosa alegría? Me daba cuenta de que estaba unida al gusto del té y del bollo, pero lo sobrepasaba infinitamente, no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía? ¿Qué significaba? ¿Cómo apresarla? [...]   
     Y, de repente, el recuerdo aparece. Ese gusto  es el del trocito de magdalena que el domingo por la mañana en Combray (porque ese día yo no salía antes de la hora de misa), cuando iba a decirle buenos días a su habitación,  mi tía Leonie me daba, después de haberlo mojado en su infusión de té o de tila. La vista de la pequeña magdalena no me había recordado nada, antes de probarla; quizá porque,  habiéndolas  visto a menudo después, sin comerlas, sobre las mesas de los pasteleros, su imagen había dejado esos días de Combray para unirse a otros más recientes [...]      
     Y desde que reconocí el gusto  del trocito  de magdalena mojada en la tila que  me daba mi tía (aunque todavía no supiera y debiera dejar para más tarde el descubrir por qué ese recuerdo me hacía feliz), en seguida  la vieja casa gris, donde estaba su habitación , vino como un decorado teatral a añadirse al pequeño pabellón que estaba sobre el  jardín ..."
                                                                  Marcel Proust, Por el camino de Swann, Alianza

Todo este preámbulo para decir que, también, a raíz del programa francés, comencé a leer de nuevo “Por el camino de Swann”, libro de bolsillo, en edición argentina, que adquirí en el año 1992 en La Habana y que leí en su momento. Además, tengo preparado en la recamara otro libro de Clarice Lispector, escritora brasileña nacida en Ucrania, de origen judío y de difícil clasificación en lo concerniente a la escritura. Tengo mucho interés en leer “La pasión de G.H.” de esta escritora tan original, con una interioridad profunda y siempre relacionada con complejos procesos emocionales y mentales.


“Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí algunas líneas maravillosas, lo cerré de nuevo, me fui a pasear por la casa, lo postergué aún más yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad.”  CLARICE LISPECTOR

!FELICES FIESTAS!


 

miércoles, 16 de diciembre de 2020

MI MAYOR HOMENAJE SON ELLOS

 

 

                                


Faltan 4 días para que se cumplan dos meses de jubilación pero debido a mi lumbociática, que prácticamente lleva ese mismo tiempo manifestándose en mi interior, no he podido darme cuenta de ese placer que tanto anhelaba. Pero, por suerte (tocaré madera) hoy es el primer día que me siento optimista ya que dicho malestar parece va disminuyendo. 
 

Hoy, debido a una llamada de mi excentro de trabajo para ir a firmar unos papeles, me di cuenta de que era mi última firma y que, oficialmente, ya no volvería por allí. Se trata de una resolución por la que la Junta de Castilla y León me concede una placa conmemorativa en agradecimiento a los servicios prestados en mis 42 años de servicio. No soy de homenajes, pero ese día será un honor recibir esa placa que ha supuesto tantos sacrificios laborales y, cómo no, tantas gratificaciones por parte de mis chicos y chicas. Con toda seguridad me emocionaré por todo lo que significa para mí.” 

 

Eso lo escribí hace una semana y hoy lo retomo ya que, de nuevo, he recibido otra llamada telefónica de una administrativa de mi antiguo centro de trabajo. Es para transmitirme que han llamado de la Delegación de la Junta de Castilla y León para que sepa que mañana se hará entrega de la placa que comentaba más arriba, pero que debido a la pandemia no quieren que sea un acto muy numeroso, por lo que puedo optar a ir para que me lo entregue la Sra. Delegada, o bien, me lo envían a mi domicilio. La opción no me la he pensado dos veces: “que me la envíen, por favor”. Ya dije que no soy de homenajes y la posibilidad de elección es excelente. De esa manera, podré celebrarlo a mi manera, seguramente con una copa de cava y una fotografía para compartir con amigos y familiares dicho acontecimiento tan íntimo, pero no por ello significativo, como también dije más arriba. 

 

A una semana del escrito anterior ya estoy prácticamente sano, las molestias han desaparecido, camino diariamente más de seis kilómetros y mañana conduciré algo más de tres horas después de dos largos meses sin poder hacerlo. Intentaré retomar mi tiempo libre de una manera más lúdica que durante estas ´últimas semanas, empezaré a tomar algo de vino e intentaré celebrar la Nochebuena con algunos de mis seres queridos tomando todas las medidas oportunas para evitar contagios. Aprovecho para desearos unos muy felices días. 

SINDICATOS MAYORITARIOS Y LUCHA OBRERA


Un excompañero de trabajo me envía información de una charla sobre la historia del Movimiento Obrero y pongo la excusa, fundamentada, para no asistir ya que en esa fecha,  sábado  19, estaré fuera de Soria. Mi ex me responde que, para  tranquilidad, se podrá seguir por internet. Por un momento se me había olvidado que existe la tecnología y  que por Streaming  se pueden ver y oír los contenidos que se transmiten desde internet. No tengo excusas, por tanto. Sin embargo, y a pesar que dicho compañero me cae fenomenal, los tipos que intervienen, siempre desde mi punto de vista, dejan mucho que desear, aunque no me cabe la menor duda de que el tema obrero lo dominen a la perfección. No quiero entrar en más detalles. 

Obviamente, la charla la organiza un sindicato mayoritario, una de esas organizaciones a las que el Estado encomienda la función democrática de defender a los trabajadores que no dejan de ser instituciones públicas financiadas para que realicen funciones como la negociación colectiva, asesoramiento...  

Soy de los que considero que, en la sociedad actual, en tiempos neoliberales, en los que el conjunto de ciudadanos soporta la agresión del capitalismo que se empeña en desmantelar la resistencia de las clases populares, los sindicatos, claramente, se han instalado al lado del poder político y eso, junto a conductas reprobables de algunos de sus miembros, han creado una muy mala imagen en la sociedad. Desde luego, considero que tanto los partidos políticos “de clase” como los sindicatos han de tomar un giro de trescientos sesenta grados para que los ciudadanos se sientan apoyados por ellos, pero eso generaría perder muchos privilegios  que, con seguridad, no estarían dispuestos a asumir y, claro, así nos va. Dice Leo Moscoso que con una clase obrera profundamente fragmentada y dispersa, con la inmensa mayoría de los trabajadores en precario, con una patronal crecida y corrupta, con los viejos partidos obreros, que han dejado de ser obreros, los sindicatos están abocados a asumir funciones que van más allá de los intereses de sus afiliados y que van más allá de concebir los centros de trabajo como el núcleo fundamental de la lucha. En estas circunstancias, “sencillamente no es posible hacer sindicalismo exclusivamente desde los centros de trabajo y ha llegado el momento de organizar a los trabajadores fuera de las fábricas “. 


En estos tiempos hay que trabajar para intentar salir de esta crisis que nos martiriza y hay que poner todos los medios para salir cuanto antes de ella, sin embargo, no creo que sean los políticos y los sindicalistas los que nos ayuden a hacerlo. Lo hará la gente trabajadora que se mantiene en sus puestos de trabajo, a pesar de la precariedad, de que no se respeten sus derechos. La mayoría de los trabajadores no creen en los sindicatos, estos sufren una profunda crisis fruto de los cambios que ha experimentado la sociedad y que ha provocado la globalización en todas sus estructuras. Mientras no se transformen nuestros "representantes"  todo seguirá igual por muchas charlas que se organicen. Deben acercarse más al trabajador (aunque no sea afiliado) y alejarse del poder, solo así empezaremos a creer en ellos como salvaguardia de los derechos laborales y sociales. 

 

  

martes, 15 de diciembre de 2020

DESTRUYENDO PAPELES QUE SIGNIFICAN VIDA



Foto: Julio Herrero (Escritor y humanista)

Esto de hacer limpieza de papeles acumulados tiene efectos secundarios. Comienzas a revisar lo que va a destruir la máquina trituradora de papel y compruebas recibos de hace 35 años de la luz, el teléfono, declaraciones de la renta, compañías que han dejado de existir, facturas de restaurantes, hoteles, de ropa que ya no existe... y te das cuenta de que todos esos papeles son parte de tu vida y, también, que te vas haciendo mayor sin apenas darte cuenta, aunque los achaques cada vez sean mayores y tu cuerpo ya no sea tan robusto. Aparecen planillas personalizadas de entrenamientos de bádminton, invitaciones de boda, recortes de periódico, el díptico de la primera exposición de fotografía, denuncias a la inspección de trabajo, recuerdos de toda índole que inciden en lo mismo: el paso del tiempo, el ineludible paso del tiempo. Y recuerdas cuando estuviste en aquel hotel de Baena por temas deportivos, cuando hiciste tu primer seguro de hogar y de vehículo, cuando compraste el primer ordenador, el primer teléfono móvil y vas despiezando en minutos un largo periodo de tiempo que ahora, en tus manos, parece una minúscula dimensión física en la que se han sucedido tan diferentes estados y situaciones. 
 

Justamente ayer, en uno de esos paseos de pensionista, que llamo yo, recordé, debido al tiempo que ahora me pertenece, a un querido amigo que estaba jubilado cuando yo tenía poco más de treinta años y estaba involucrado en diferentes asuntos, en una carrera por ganar tiempo. Solía encontrármelo en “El Collado”, que es la calle principal de esta Soria provinciana. Se llamaba Julio Herrero y era el padre de unos amigos míos, Javier, José María y Carmen Cruz. Cuando eso ocurría me paraba para charlar conmigo de lo divino y lo humano (escribía poesía en el periódico local con el seudónimo de Lucio Arévaco), tenía el don de la palabra, mucho talento, irónico, sarcástico, y, sobre todo, buen amigo. Él tenía todo el tiempo, le pertenecía como a mí me pertenece ahora, pero, a pesar de estar muy a gusto con él, desgraciadamente  tenía que hacer trámites urgentes y me dolía despedirme siempre de Julio con un desplante. Justamente hoy, con todos esos papeles que comentaba al principio, apareció una “separata” de periódico que había guardado en su momento (fechado en octubre de 1993) sobre el gran Julio Herrero, fallecido pocos días antes de dicha publicación. Recuerdo que siempre decía:  "No dejes que crezca la hierba en el camino que hay entre tu casa y la de tus amigos."
 

Recordando a Julio y todo el tiempo a su disposición (como ahora me pasa a mí), me doy cuenta de  que el pasado nunca volverá, salvo en los recuerdos, que siempre permanecen y son y serán lo más importante de la vida. 

lunes, 14 de diciembre de 2020

LA FÁBULA DE LA RANA




Qué gusto que el sol entre por la ventana a esta hora temprana de la tarde. Después de 45 días prácticamente postrado en la habitación donde ahora me encuentro es una inyección de motivación. Hacía días que no entraba el sol como lo hace ahora. Es curioso lo que pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo, de no poder moverme casi a estar pensando que dentro de tres días estaré viajando de nuevo. ¡Cómo echo en falta viajar, salir de este confinamiento! Sin duda aprovecharé el tiempo al máximo y saldré de una rutina que me tiene aburrido. Me parece que el tiempo cambia según las circunstancias en las que vives. Erick Fromm dijo que el sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo. El propósito de la existencia es cómo experimentamos las horas, los días, los meses... y cambia tanto según las circunstancias que hay que saber aprovechar los buenos momentos, sacarles el máximo partido posible, y saber estar en los malos, teniendo siempre presente que saldremos de ellos (no hay mal que cien años dure). Hay una fábula que hace referencia a una rana que es introducida en un cazo de agua caliente y su reacción es dar un salto para huir despavorida. En un segundo intento, la pobre rana es introducida en una olla de agua fría que se calienta progresivamente. Aquí la rana no reacciona, se queda medio dormida y acaba muriendo cuando el agua entra en evolución. La moraleja es que debemos escapar de un salto gigante de todo lo negativo que nos asola para no dormirnos y acabar atontados en un futuro sin interés ni satisfacción personal.

El sol y la música, que suena de fondo, activan mi estado emocional y mi motivación, me siento bien acompañado. Poco a poco voy saliendo de ese pozo (lumbociática) que, aunque no se reconozca como enfermedad, te mantiene en un estado de dependencia y de dolor, prácticamente constante, que te deja psicológicamente algo tocado. Por tanto, saltaré con todas mis fuerzas hacia el exterior como hizo la rana de la fábula.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

ESENCIA DE LA NAVIDAD



Cuando iba a recoger mi coche me fijé en una niña negra de unos 7 años. Por la hora que era supuse que vendría del colegio, aunque me llamó la atención de que fuese sola por la calle. Todo se desarrolló en escasos segundos y, claro, apareció, de la mano de su madre que estaba tapada por una furgoneta en mi primera visión. Esa escena me recordó  cuando yo era niño, entonces íbamos y volvíamos al colegio solos o acompañados de algún hermano o vecino. Era difícil ver a algún padre yendo al colegio con su hijo. Había menos peligros que en la actualidad, supongo. El caso es que nunca me pasó nada en esos trayectos de casa al cole y viceversa. Además, pensé, ya que estamos en vísperas de Navidad, que la primera persona de color que vi fue al Rey Baltasar durante la Cabalgata. Hace más de cincuenta años era muy difícil ver a personas que no fueran de nuestro país, todos nuestros compañeros eran iguales en idioma, color y religión. Durante todos los años en los que cursé el bachillerato en Santander, tan solo conocí a dos compañeros que resultaban exóticos, uno era uruguayo de acento imposible (le llamábamos “tupamaro”) y otro soriano, de Duruelo de la Sierra. Es curioso todo esto desde la perspectiva actual. 


La Navidad, de niño, era absolutamente maravillosa, todo estaba decorado de manera que resultaría ahora simple, luces de colores, espumillones plateados, verdes o rojos, y bolas de colores en los arbolitos, nacimiento con piezas rústicas... variedad de comidas muy especiales, sidra, dulces (mazapán de cocodrilo) y turrón... que para la austeridad del resto de los días resultaba un festejo único. Al día siguiente a Nochebuena o Nochevieja, el comentario con los amigos era: ¿Hasta qué hora te quedaste anoche? A veces se exageraba diciendo que hasta las cinco y media, pero casi nunca nos íbamos a la cama más tarde de las tres o tres y media de la madrugada. Fueron días felices, inigualables, asombrosos, que sabíamos se repetirían al año siguiente. Sin embargo, con el paso de los años  van desapareciendo tus seres queridos, los que entonces, haciendo grandes esfuerzos de todo tipo, especialmente económicos, preparaban toda aquella magia qué, ahora, desgraciadamente, ha desaparecido, al menos para mí. Cuando pasa el tiempo falta el estímulo de los que ya no están y todo pierde aquel valor que de niños era puro hechizo. 


Desde mi perspectiva actual la Navidad ya no tiene aquella chispa. Cuando eres mayor estas fiestas las ves de otra manera, todo se ha convertido en una frenética carrera comercial. El shopping es realmente el motor que mueve la fiesta. Gastamos dinero como símbolo para implorar a ese capitalismo que, desafortunadamente, nos hace más felices, más iguales a nuestros vecinos. Históricamente, los pueblos siempre han celebrado el solsticio de invierno como el momento en que los días comienzan a ser más largos, indicando que la tierra vuelve a la vida, pero ahora, el espíritu que siempre ha defendido la Navidad desde su vertiente cristiana, con valores como la generosidad, humildad, gratitud, solidaridad, reconciliación, paz y amor, se han perdido por cuestiones materiales que hacen más referencia a la realidad del momento. Pero ya en 1843, Charles Dickens puso todo esto en la palestra pública, aunque entonces menos dimensionado, gracias a su “Cuento de Navidad” que es un análisis social de la pérdida de valores ante los sistemas económicos, pero en un formato más accesible a las masas para convertirse en un clásico.  


Decía Ayn Rand que “el amor es la expresión de los valores de una persona. La Navidad es un festival de expresión de valores. Pero para ello, poder expresarlos de la forma más acabada imaginable, sean materiales o inmateriales, necesitamos una dosis creciente y lo más inabarcable concebible de la premisa que los hace posible: el Capitalismo”. 

 

martes, 8 de diciembre de 2020

FUSILAR A 26 MILLONES DE HIJOS DE PUTA




Autor: Francisco de Goya

Nueva York, 8 de diciembre de 1980, 22,30 horas.  Chapman espera durante horas a que John Lennon regrese a su domicilio situado en el edificio Dakota, frente a Central Park, se acerca a la pareja (John viene acompañado de Yoko Ono, tras bajarse de una limusina) y dispara cinco balas que impactan en el cuerpo del cantante. Minutos después fallece camino al hospital. 

 Mark David Chapman es periodista, cristiano e hijo de un sargento de la Fuerza Aérea de EE. UU.  Declaró que tenía miedo a su padre cuando era niño ya que abusaba de su madre, también fantaseaba con dioses y personas imaginarias de las que él tenía el control. Tuvo una adolescencia complicada ya que padeció acoso escolar y desde los catorce años consumía drogas de todo tipo. Su grupo musical favorito era The Beatles. En la actualidad tiene 65 años, sigue con vida y permanece recluido en su celda del Correccional de Attica. A Mark se le detectó una esquizofrenia paranoide y se le diagnóstico de maníaco depresivo. 


Hace cuarenta años un esquizofrénico cometió un crimen y, hace unos días, otro loco, un exmilitar español, en un chat de altos mandos del Ejército ya retirados, llama a fusilar a 26 millones de “hijos de puta” y dar un golpe de estado. 

"No queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta", "hacen falta 26 millones de balas" o "Qué pena no estar en activo para desviar un vuelo caliente de las Bárdenas a la casa sede de estos hijos de puta". Estos son algunos de los mensajes que altos cargos retirados del Ejército del aire, pertenecientes a la XIX promoción, que desvelan las afinidades en la Armada por la extrema derecha y que han sido publicados por infoLibre.


Por desgracia, en la sociedad en que vivimos todo es importante, trascendental, urgente. Las prisas nos pierden y no dedicamos un momento al presente, estamos agobiados por la falta de tiempo y hacemos diez cosas al mismo tiempo. Consumir de forma impulsiva aplaca ese estrés y esa ansiedad que nos produce llevar una vida acelerada. No es de extrañar que esta sociedad enferme mentalmente a las personas. Debemos encontrar momentos para nosotros, reflexionar, aparcar los problemas para intentar no volvernos locos y no radicalizar, como han hecho estos insensatos, la vida política de un país. Vivimos en democracia (ya sé que no es la opción idónea pero, mientras encontramos otro régimen político más avanzado no nos queda otra que vivir con ella y aceptarla) y debemos transigir con lo que desea la mayoría. Ese grupo de retrógrados va en contra de los valores sociales y del evolucionismo antropológico. Desean por todos los medios aniquilar a los que no son como ellos, tan patriotas y conservadores. Fusilar a 26 millones de españoles es un reto hoy imposible para los que solo sueñan con un golpe de estado y otra guerra civil, pero, por suerte, no lo conseguirán.  

Respetemos todas las ideas por contrarias que sean a lo que pensamos, pero no admitamos nunca la violencia como medio para imponerlas. A pesar de todos esos inconscientes, la vida continúa... 

 

 

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...