martes, 15 de abril de 2025

LA MAR



Pues no me tocó la lotería ese año (tampoco ningún otro), pero ahora con la jubilación por suerte pasó más tiempo al lado del mar, ya sea en Santander o en Peñíscola. Cantábrico y Mediterráneo. Cuando trabajaba, que es el caso de la fecha del escrito que acompaño más abajo, salvo en vacaciones, que estaba más semanas disfrutando de su compañía, tan sólo podía quedarme cuatro o cinco días. Mi verdadera premio de la lotería es disfrutarlo ahora tan a menudo y durante tanto tiempo.
Ya no corro por la playa, doy paseos y ya no me baño en invierno, considero que tiene que haber tiempo para todo y los años empiezan a pesar (con gusto). Hay que cuidarse.


"De vez en cuando me escapo al mar. Si has leído alguno de los artículos publicados anteriormente en este espacio te darás cuenta que el mar es uno de mis sueños, el titulo del Blog es elocuente.
Nací a trescientos metros del mar y ese aspecto marcó decididamente el devenir de mi vida, está claro.
Desde hace demasiados años vivo en el interior peninsular y no disfruto como quisiera de él. Recuerdo que cuando empecé a vivir en Castilla buscaba en cada paisaje su visión y siempre lo intuía tras las montañas o al final de un escenario ocre, pero nunca aparecía. Ahora ya me he acostumbrado, o mejor dicho me he resignado, a no buscarlo.
Estos días disfruto de su compañía en una especie de barco varado a su lado. Cuando necesito reponer energías vengo aquí. Esta vez, al igual que la anterior, en solitario, sin compañía y eso beneficia mi relación con él (o ella, los marineros de mi tierra siempre le nombran la mar).
Cada mañana me descalzo y recorro corriendo los húmedos arenales, más tarde me baño para dejar que me acaricie y disfrutar de su frescura.
Hoy es día dos de diciembre y me he bañado en el Mar Mediterráneo. Recuerdo que cuando tenía entre catorce y dieciséis años quedábamos los amigos en la playa, jugábamos a las palas, deporte muy popular en Santander  y luego, en pleno invierno, nos bañábamos en un gélido Mar Cantábrico. El tiempo desde entonces ha cambiado, ahora es más cálido y todo tiene un concepto distinto, nada tiene que ver la temperatura actual con la de hace diez años. El otro día escuché que incluso los refranes no se entienden por las nuevas generaciones, están obsoletos.
No es igual bañarse hoy en día en el Mediterráneo que hace varias décadas en el Cantábrico. Puede decirse que hoy la temperatura del mar aquí sería similar a la del Cantábrico en verano. Pero me he bañado y a alguno de los caminantes del paseo marítimo esto les produce escalofríos, algunos me preguntan: ¿Cómo está el agua? y les contesto que estoy acostumbrado para no alargar la conversación, ¡me quedo helado!
Acabo de levantarme de la siesta con su murmullo acompañándome. Dentro de un rato me iré a un SPA a reconfortarme de los malos ratos y mientras tanto, esperaré al día veintidós para saber si he tenido suerte con la lotería de Navidad y empezar a vivir como un rey. Ahora intento esperar ese día sin remordimientos, disfrutando al máximo con su animada y ruidosa compañía."

10 de diciembre de 2006

lunes, 14 de abril de 2025

ALCALDE DE ZAMORA




Zamora tiene un Alcalde de Izquierda Unida nada menos que desde junio de 2015. Increíble, sí.
Hoy, por lo visto, ha sido el “Pregón de la Semana Santa” de su ciudad. Una manifestación de religiosidad popular católica que celebra anualmente la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Declarada de Interés Turístico Internacional en 1986.
Supongo que no tenga nada que ver toda esa manifestación con Paco Guarido, pero al ser Alcalde tendrá que asumir ese tipo de riesgos.
Pues bien, en ese acto una política del PP de su ciudad ha dicho que no iba bien vestido para la ocasión. Guarido ha salido al paso (nunca mejor dicho) y ha contestado a la señora de la siguiente manera: “Es simplemente la mala educación de quien cree que el hábito es lo significativo del monje y el traje es signo de distinción del político. Pues te equivocas el Alcalde puede ir vestido como quiera, y en mi caso voy vestido como siempre, como cuando estaba en la oposición, pues la gente me votó tal y como soy y no pienso cambiar. Hoy el obispo iba de obispo, el militar de militar, el pregonero de pregonero, y yo de alcalde, mal que te pese. No pretendo ser elegante, sino yo mismo. Uno de los problemas de la política es precisamente el uniforme, el hábito con el que parece que todos somos iguales. Pues mira, no es así, en mi caso no lo es. Por cierto, ya te digo que tu si que ibas muy elegante.”
Mi admiración al Alcalde de Zamora. Por muchos años.

domingo, 13 de abril de 2025

UNA HISTORIA QUE NADA TIENE QUE VER CON LA AMERICA´S CUP -2-


Foto- Horchatería Santa Catalina (Tripadvisor)

Releo este escrito y recuerdo ese día en Valencia, viaje desde Peñíscola en tren, pero no me acuerdo de esa comida. Me parece raro ya que fue muy especial debido a lo original de los otros comensales. El verano siguiente regresé a Valencia para ver  la edición número 32 de la Copa América de Vela. El vencedor fue el yate Alinghi de la Sociedad Naútica de Ginebra. Me impresionaron las embarcaciones, eran catamaranes que volaban por las aguas. Sin embargo ahora son monocascos, lo que significa que tienen un solo casco, a diferencia de los catamaranes utilizados en ediciones anteriores de la Copa del América. El precio de la inscripción a la Copa del América 2024 ronda los 1,8 millones de euros y el presupuesto de cada embarcación puede elevarse hasta los 150 millones de euros. Ciertamente fue un privilegio estar allí para comprobar el despliegue de medios y el espectáculo que se vive. Pude ver expuesta, en una nave del puerto, la Copa que entregaron al Alinghi, campeón de esa edición.
He regresado alguna vez más a Valencia, a ver alguna exposición en el Centre del Carme de Cultura Contemporánea, en el IVAM - Instituto Valenciano de Arte Moderno- o en el Centro de Arte Hortensia Herrero, o simplemente a disfrutar de la ciudad y tomarme una horchata en Santa Catalina, en pleno barrio del Carmen, pero sobre todo he pasado por allí varias veces para ir a Alicante, a Andalucía o a Madrid.


"Mi espíritu aventurero, mi nostalgia marinera, fue lo que me llevo a visitar, in situ, las obras relacionadas con la 32ª America´s Cup, que se celebrará, dios mediante, en aguas valencianas.
La America´s Cup, por hacer un poco de historia, toma el nombre de la goleta América que en 1.851 venció a los barcos de la flota británica, la copa que ganó, denominada entonces de las 100 Guineas, fue donada al New York Yacht Club a través del Deed of Gift, documento fundacional del torneo. Ese legado de plata se convertiría en un desafío, una competición de amistad entre naciones.
Después de esta breve reseña mi día comenzó, que no amaneció, muy temprano. El despertador marcaba las seis y media cuando amenazó su alarmante sonido. Era de noche oscura y los motores de los barcos pesqueros ronroneaban en el horizonte. Buen presagio, sin duda, para un día marítimo.
Llegué hacía las nueve a Valencia y me dirigí en tranvía a la playa de la Malvarrosa. Deseaba recordar cuando hace años visitaba a un amigo pintor que estudiaba Bellas Artes en esta clara ciudad mediterránea. Entonces, junto a otros amigos, emprendíamos viaje en un tranvía que ya nada tiene que ver con los de ahora, tan modernos que incluso alertan al viajero del punto donde se encuentra en cada momento, mediante el sistema GPS, en pantallas de última generación tecnológica.
Los valencianos son muy amables y gustosos te contestan, con pelos y señales, cada pregunta realizada.
–Si quieres llegar desde aquí, al Puerto, a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, toma el autobús número 19 y en la segunda parada de la calle Menorca te apeas.
Mi intención después de visitar el puerto era, obviamente, dirigirme a esta moderna parte de la ciudad, emblema de la nueva Valencia. Pero antes visité el Pabellón del Alinghi, El Defender, y otros cercanos de los equipos participantes. Aproveche para hacer algunas fotos de motivos marineros y de velas de embarcaciones, todas ellas de un abstracto riguroso.
Hice caso al paisano que me indico lo que debía hacer y me encontré en la Ciudad de las Ciencias, que estaba de luto, se había hundido un escenario del Palacio de las Artes.
Con tanto trajín me encontraba fatigado y hambriento, así que dirigí mis pasos a un restaurante que tenía pedigrí, un antiguo comedor en la céntrica calle Adressadors. Me senté dónde me indicó la camarera y me sentí un poco cohibido, se trataba de mesas muy pequeñas, para un máximo de dos comensales. La que tenía pegada a la mía estaba ocupada por dos parroquianos de más de setenta años. Debido a la proximidad, y a mi soledad, no me quedaba más remedio que seguir la conversación de mis vecinos. Enseguida llegó un tercero que se instaló en la mesa contigua a la de mis compañeros, por tanto todos bien juntitos. Los clientes eran asiduos, seres solitarios que se reunían, por casualidades de la vida, en una casa de comida casera. Seguramente era la única comida caliente que hacían durante el día.
Todo fue desarrollándose con normalidad, pero cuando estábamos en los postres, el último comensal en llegar, entregó unas fotocopias a mi vecino de al lado. Con el rabillo del ojo (y por sus comentarios) pude comprobar que eran certificados firmados y fechados por el Caudillo Franco a un legionario que había prestado sus servicios infiltrado en la Rusia comunista de la época. Mi vecino se lo comentaba a su compañero septagenario de mesa, que al igual que el de los papeles, hablaba ruso. Según comentaba este último, en su juventud había realizado exportaciones de hierro desde Ucrania. El compañero del “ucraniano” dijo que el no hablaba ruso pero si finlandés ya que había trabajado como cartero durante quince años en Finlandia, aunque había visitado Rusia en varias ocasiones.
Estaba encantado con la conversación. En un restaurante cualquiera vivía un episodio lleno de historias de una España de inmigrantes a otros países, por un grupo de compatriotas que de manera espontánea contaban sus vivencias de forma casual y solidaria.
Me fui de allí con un sabor agridulce, divertido por haberles robado esos momentos de intimidad y llenos de información privilegiada, y triste porque todos ellos eran seres solitarios que formaban parte de acontecimientos olvidados y luchaban por encontrar un subsidio digno a sus necesidad pero que, desgraciadamente, nunca llegaba."

9 de diciembre de 2006

sábado, 12 de abril de 2025

MIS VINOS ECONÓMICOS RECOMENDADOS




YASO. Flor de Matteria 2022
D.O. Toro
Bodegas Iberian
Precio- 12,5 euros

Flor de Matteria nace de la selección de uvas procedentes de viñedos viejos de El Pago y Valdefinjas. Con cepas de entre 40 y 60 años de edad, plantadas en vaso y sin riego. El suelo es arenoso y cuenta con multitud de guijarros. Vino 100% Tinta de Toro. Para la elaboración de Flor de Matteria se utilizan uvas procedentes de cepas de 40/60 años de edad. Todos los años seleccionan las barricas para la elaboración del primer vino Matteria, de menor cupo y mayor expresividad, mientras que el resto se seleccionan como Flor de Matteria. Su crianza es de 14 meses en barrica de roble francesa de 300 litros. Yaso es un vino intenso en nariz, con un carácter frutal de la Tinta de Toro y sensaciones mentoladas, de hierbas aromáticas, aromas terrosos y minerales. Es un vino amplio en boca, expresivo y de taninos dulces, con una acidez perfecta y un postgusto agradable.

viernes, 11 de abril de 2025

UNA CITA INESPERADA -2-


Foto: #eligesoria


Seguí paseando por el parque de la Dehesa todos estos años, hasta mediados de 2024 que dejé de vivir en Soria. Me siguieron entusiasmando las ardillas que viven allí, incluso escribí un pequeño libro que se titula "Sé dónde duermen las ardillas". En ese parque paseé, corrí, jugué a Crossminton, hice Chi Kung  con el chino Yangke Hu... fue una especie de centro de operaciones deportivas para mi. Estaba precioso nevado y en verano era maravilloso pasear por él descansando del intenso calor y contemplando su Jardín botánico que es un auténtico testimonio de biodiversidad vegetal donde conocer y contemplar plantas autóctonas y otras de lugares lejanos.
He de reconocer que echo mucho más de menos Soria de lo que imaginaba y siempre estará presente en lo más profundo de mi corazón, allí pasé una de las partes más largas e importantes de mi vida.

"A pesar de haberme levantado más temprano de lo habitual, he tenido tiempo para leer la crónica diaria de mi columnista preferido "Kankel", que así se llama el columnista, escribía hoy que había salido a hacer un recado y decidió realizar el recorrido de vuelta a casa a pie, de esa manera, aparte de hacer un poco de ejercicio, estaría al acecho de la captura de escenas curiosas.
Algo parecido me ha pasado a mí, pero sin el agravante de buscar la noticia. Me dirigía a mi cita con el dentista, no por decisión personal sino por egoísta interés, y surgió una escena fascinante. La mañana era fría, durante la noche cayó la primera helada seria de la temporada, así que comprobando que el termómetro no funcionaba: cero grados ( ni frío ni calor que decimos por aquí), me abrigué con mi nuevo anorak, hmmmm que gustito, y caminé dando un paseo emulando a Kankel. Tuve que atravesar el parque de la ciudad y allí contemplé un espectáculo digno de atención: un señor jubilado entregaba unos frutos secos a las manos de una ardilla preciosa. Quedé encantado con la escena, quise pararme a hablar con el señor pero no tenía tiempo. Durante el trayecto restante hacía mi cita no dejaba de pensar en tan tierna estampa.
La sala de espera de una consulta médica siempre es kafkiana, la espera suele ser una situación angustiosa y muchas veces raya en el absurdo. Un tipo de etnia gitana ha tenido sus tres minutos de gloria en este escenario (una de las frases más populares pronunciadas por Andy Warhol se refería a que todo individuo a lo largo de su vida, por muy miserable que fuera, tenia al menos tres minutos de gloria). Calado con sombrero “cowboy” y paseándose de un lado a otro de la sala ha ido relatando varios episodios de sus problemas dentales en las últimas horas. Decía, entre otras muchas diatribas, que había estado toda la noche bebiendo orujo y escupiéndolo para reducir sus dolores, pero que él a sus sesenta y cinco años (los cumple el próximo domingo) nunca se había emborrachado. Durante ese tiempo de espera, cerca de una hora, han ocurrido otros dos sucesos, una niña negrita, que me recordaba a las muchas que he visto en Cuba o en el norte de Colombia, acompañada de su mamá, dominicanas, ya no aguantaba más la situación de espera, y al salir la enfermera a avisar al siguiente paciente la madre la ha abordado y le ha dicho que esperaban desde las ocho de la mañana y ya eran las diez. La enfermera le ha pedido la citación y ha comprobado que su cita era a las once. Se ha armado una gordísima, la madre que con seguridad no sabe leer ha puesto verde, y en público, a la pobre niña que decía a su madre que ella no entendía bien la letra de los médicos. La última escena la ha protagonizado la persona que tenía a mi lado, tenía cita para las nueve y ya eran las diez y cuarto, me ha preguntado: ¿hoy es día uno, verdad?, y yo le he respondido que no estaba seguro, he mirado la agenda y comprobado que era día treinta. El hombre se ha ido de la sala malhumorado, no era para menos.
He regresado por el mismo lugar y me he parado en el mismo sitio  donde estaba el jubilado alimentando a la ardilla, mientras tanto pensaba que el ser humano, muchas veces, es el más tonto de todos los animales. Al cabo de quince segundos la ardillita ha bajado del árbol y se ha plantado frente a mí, yo llevaba una castaña que había encontrado allí, era una ardilla joven, preciosa, de una marrón oscuro brillante y una colita impresionante de larga. Estaba literalmente a dos pasos de mí y le he presentado la castaña pero al verla no se ha sentido interesada y ha vuelto al mismo árbol. Otro día volveré con un fruto seco adaptado a su tamaño, una castaña es tremenda para ella y seguro que no le gusta su sabor, lo comprobaré en algún libro y regresaré mañana, es una sensación que me atrae irresistiblemente.
Ha salido el sol y se ha alegrado la mañana, aunque para mí la alegría de hoy es haber estado casi tocando a la ardilla del parque. Amigo Kankel, a veces no hay que buscar mucho para encontrar una cita maravillosa."

30 de noviembre de 2006

BARCELONA EN BICICLETA

He regresado en varias ocasiones a Barcelona, me parece una ciudad maravillosa, con mucho encanto y muy artística. Algunas veces he ido de turismo o a ver alguna actuación, por ejemplo a U2 en el Camp Nou, o el Fórum Barcelona, la primera edición del Fórum Internacional de las Culturas, que se organizó en  septiembre de 2004 y pivotó sobre tres ejes temáticos, el desarrollo sostenible, las condiciones para la paz y la diversidad cultural. Otras veces para coger aviones a algún punto de Europa: Bruselas, Zurich, Praga, Bucarest... y siempre me he sentido cautivado por su ambiente cosmopolita, aunque ahora con la llamada "turistificación"  no debe haber quien pare. Aunque Barcelona siempre merece una visita, no tardaré en volver.


Foto: Hostemplo.com

"Hace pocas fechas estuve de visita en la Ciudad Condal. Se trataba de un reto personal que llevaba tiempo tramando. Obviamente no era, por tanto, un viaje estrictamente reglado, se trataba de una aventura. Una pequeña aventura que puede realizar cualquiera pero en la que hay que depositar muchas ganas y un pequeño esfuerzo físico.

Me encontraba a doscientos kilómetros de Barcelona y decidí tomar el primer tren del día desde la localidad en la que me encontraba. Hasta ahí todo normal. El tren regional salía a las siete de la mañana y no iba solo, me acompañaba mi querida bicicleta. Así que saqué el billete (las bicicletas en los regionales no pagan) y pregunté al amable expendedor en qué vagón debía colocar la bici. Sonrío y me contestó que la bici iba conmigo, a mi lado siempre y sin perderla de vista.

Entré en uno de los vagones, todos eran iguales, y posé mi bici sobre una de las puertas que se activan automáticamente al llegar a cada estación. ¿Cuántas estaciones habría hasta Barcelona? Me senté en la fila de asientos desde donde controlaba a la perfección la dos ruedas. El tren nacía en la estación donde subí y no había demasiados clientes. Pero poco a poco empezó el barullo de gente. Cada vez que llegaba a una estación debía controlar cual de las dos puertas se abriría dependiendo del lugar donde se encontrará el andén. Casi nunca acertaba, de alrededor de veinte estaciones acertaría en cuatro ocasiones, más o menos. Así qué levántate, retira la bici, deja pasar por un pequeño espacio a los pasajeros, vuélvela a colocar de manera que no moleste a nadie…

El mayor problema vino cuando quedaban pocas estaciones hasta Barcelona. Nos juntamos tres bicicletas en un rectángulo de dos por cuatro metros, taponando las dos entradas y obstaculizando a todas y cada una de las personas que allí subían. En una ocasión una chica tropezó dos veces con mi bicicleta cayendo al suelo en ambas. Durante las dos últimas estaciones tuve la bici encima de mí.

Al fin llegué a Barcelona y recorrí alrededor de sesenta kilómetros urbanos, casi todos de carril bici. Disfruté por Montjuic, una auténtica maravilla para contemplar sus vistas. Recorrí todo el paseo marítimo, me bañé en el Mediterráneo, sentí pánico junto a los automóviles por el Paseo de Gracia y transité, con mucha compañía la Diagonal, sin duda la parte más amena y menos peligrosa de Barcelona. Muy difícil atravesar Plaza Cataluña y la Rambla (no me quedó más remedio que recorrerla andando).

Acabé cansado, cada vez que aparcaba la bici tenía que quitar el sillín, poner dos cadenas… pero no paraba de pensar en la penitencia que me esperaba de nuevo en el viaje de regreso a las siete y media de la tarde. No obstante estaba pletórico, había realizado un pequeño sueño y ya lo que restaba de jornada era `pan comido´."

28 de noviembre de 2006

jueves, 10 de abril de 2025

TIENDAS DE ULTRAMARINOS




Foto: FuerteHoteles

"Las tiendas de ultramarinos son esos establecimientos de comestibles que se pueden conservar sin que se alteren fácilmente y que remontan su origen a los tiempos coloniales donde llegaban mercancías de América. Las grandes superficies comerciales no han podido hacerle sombra a estos pequeños rincones que ofrecen, además de sus productos, un trato cercano y casi familiar al cliente. Los tenderos suelen ser muy serviciales y te aconsejan en todo momento."

Recuerdo la tienda de "Tucho" en Corbán, tenía prácticamente de todo e íbamos varias veces al día a comprar, siempre hacía falta algo para cocinar, algún producto de limpieza... Entonces era un niño y Tucho y su marido me trataban fenomenalmente, ninguna vez me hicieron sentir que éramos pobres, nunca llevaba dinero se lo apuntaban a débito a mis abuelos y cuando éstos cobraban la pensión abonaban la deuda contraída. Curiosamente, también en la calle Madrid de Santander, donde vivimos en el número 5, frente a la Academia Puente había otra tienda de ultramarinos en la que "gastábamos". El otro día pasé por allí y sigue abierta, supongo que estará a cargo de latinos o chinos, pero sigue abasteciendo al barrio.
 

"El otro día cenaba en casa de mi hermana con ella, mi cuñado y mis dos sobrinos G y J. Algo nada común por otra parte, pasa muy pocas veces al año, vivimos en ciudades diferentes. Hablábamos durante la cena de varios temas, mis sobrinos son muy educados, tienen una mezcla de educación tradicional y moderna, pero lo interesante, siempre desde mi punto de vista, es que sus padres han sabido discernir lo mejor de cada una de ellas para írselo instruyendo día a día. Creo que encontrar esa justa medida puede ser un gran éxito para el futuro de nuestros hijos. Si hubiese tenido hijos me hubiera gustado que fuesen educados de la misma manera que G y J. Como decía, hablábamos de multitud de temas y mis sobrinos, como siempre, no perdían “comba”. En un momento dado yo estaba hablando de algo referente a una tienda de ultramarinos que había en nuestro barrio cuando éramos niños.
G, el mayor, 13 años, saltó como un resorte preguntando ¿qué significa ultramarinos? Su padre, con voz tranquila y acostumbrado a responder a ese tipo de preguntas le explicó que el nombre de "ultramarino" proviene de los productos que antiguamente se vendían en esos establecimientos, tipo tiendas, solían venir de “ultramar”, principalmente de América y Asia, generalmente productos al peso, “a granel”, así como comida envasada: latas, escabechados… Acabamos explicándoles que eran tiendas oscuras con mostrador o mostradores de mármol blanco en donde siempre había impregnado en el ambiente un aroma que les hacía distintos del resto de tiendas. Estoy seguro que pensaron, una vez más, que tipos más carrozas, que aventuritas nos relatan.
De esta maravillosa cena en la que no recuerdo lo que comimos y no hace más de quince días que se celebró, lo que sí recuerdo nítidamente es esa unión alrededor de la mesa, sin tele, sin nada que molestará (ni siquiera sonó ningún teléfono), esa sensación de estar traspasando datos concretos sobre aconteceres íntimos y tradicionales de una generación a otra, como antes lo hicieron nuestros padres y nuestros abuelos, y seguramente lo harán estos pequeños sobrinos.
No hay que perder la costumbre de estar juntos todos los miembros de la familia alrededor de la mesa, para intercambiar información sobre lo que somos, lo que hemos sido e ir avanzando hacía lo que seremos, ganando en progreso sin perder nuestras costumbres familiares más íntimas. Eso trataba de explicar."
28 de noviembre de 2006

LA MAR

Pues no me tocó la lotería ese año (tampoco ningún otro), pero ahora con la jubilación por suerte pasó más tiempo al lado del mar, ya sea en...