Encuentro en el paseo a otras personas solitarias, con auriculares escuchando música, hablando sin interlocutor, todos abrigados y a buen paso, sin síntomas de frío, caminando a buen ritmo. También en pareja. Y, como siempre, hago parada obligada en el convento de las Clarisas, en la Rúa de los Francos, frente a la iglesia de la Magdalena. Me asomó a comprobar que la Virgen dormida "del Tránsito", en su camarín, distante y misterioso, envuelta en una especie de aureola luminosa, en ese convento custodiado por monjas de clausura, sigue en ese remanso de paz. Luego saludo a la escultura en bronce del maestro y cronista de la ciudad Herminio Pérez, al que antaño me encontré en tantos paseos por ese lugar, sin sus gafas que alguien robó y nunca se han renovado. Y sigo camino, hoy es fiesta y no puedo visitar el Bar Chillón para tomarme unas "cachuelas" y un vino "Lágrima" de Fariña, saludar a mi tocayo colombiano "Lucho". Eso sí, compruebo que las chocolaterías Lorenzo y Malú están abarrotadas, y que a los que yo llamo "los chicos de los lunes al sol", delante de la iglesia de Santiago en la calle Santa Clara, al estar nublado hoy no han aparecido.
Zamora, un día cualquiera de invierno. Pura vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario