El otro día cenaba en casa de mi hermana con ella, mi cuñado y mis dos sobrinos Guille y Jorge. Algo nada común por otra parte, pasa muy pocas veces al año, vivimos en ciudades diferentes. Hablábamos durante la cena de varios temas, mis sobrinos son muy educados, tienen una mezcla de educación tradicional y moderna, pero lo interesante, siempre desde mi punto de vista, es que sus padres han sabido discernir lo mejor de cada una de ellas para írselo involucrando día a día. Creo que encontrar esa justa medida puede ser un gran éxito para el futuro de nuestros hijos. Si hubiese tenido hijos me hubiera gustado que fuesen educados de la misma manera que Guille y Jorge. Como decía, hablábamos de multitud de temas y mis sobrinos, como siempre, no perdían “comba”. En un momento dado yo estaba hablando de algo referente a una tienda de ultramarinos que había en nuestro barrio cuando éramos niños.
Guille, el mayor, 13 años, saltó como un resorte preguntando ¿qué significa ultramarinos? Su padre, con voz tranquila y acostumbrado a responder a ese tipo de preguntas le explico que el nombre de "ultramarino" proviene de los productos que antiguamente se vendían en esos establecimientos, tipo tiendas, solían venir de “ultramar”, principalmente de América y Asia, generalmente productos al peso, “a granel”, así como comida envasada: latas, escabechados… Acabamos explicándoles que eran tiendas oscuras con mostrador o mostradores de mármol blanco en donde siempre había impregnado en el ambiente un aroma que les hacía distintos del resto de tiendas. Estoy seguro que pensaron, una vez más, que tipos más carrozas, que aventuritas nos relatan.
De esta maravillosa cena en la que no recuerdo lo que comimos y no hace más de quince días que se celebró, lo que sí recuerdo nítidamente es esa unión alrededor de la mesa, sin tele, sin nada que molestará (ni siquiera sonó ningún teléfono), esa sensación de estar traspasando datos concretos sobre aconteceres íntimos y tradicionales de una generación a otra, como antes lo hicieron nuestros padres y nuestros abuelos, y seguramente lo harán estos pequeños sobrinos.
No hay que perder la costumbre de estar juntos todos los miembros de la familia alrededor de la mesa, para intercambiar información sobre lo que somos, lo que hemos sido e ir avanzando hacía lo que seremos, ganando en progreso sin perder nuestras costumbres familiares más íntimas. Eso trataba de explicar.
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2 comentarios:
El autor lleva al lector, poco a poco, hasta el objetivo que quiere lograr: dejar un mensaje sobre la importancia de transmitir anécdotas y vivencias a las nuevas generaciones, como una manera de integrar y de conservar la memoria històrica de la familia y de la generaciòn pasada. Muy buen escrito. Felicitaciones.
Gracias ¿asfosa?.
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