viernes, 18 de febrero de 2011

MANTENER FRÍO EL CORAZÓN


En un día gris y lluvioso, contemplar el mar, un poco alborotado en relación a días anteriores, me produce la sensación purificante que siempre he deseado. Me dedico a leer al otro lado del cristal, a leer y a escribir ahora, mientras añoro días soleados, calurosos, que pronto regresarán. Sigue lloviendo y suenan en mi viejo Grundig acordes de guitarra de Dire Straits. Bellas melodías que me trasladan siempre que las escucho a una Soria nevada de finales del 79, justo cuando me alejaba de ella por un largo periodo de año y medio para estar sometido al yugo militar surrealista y esperpéntico, aunque siempre en compañía de un mar salvaje y espontáneo. Curiosamente, he recordado la última columna de Ray Loriga (ácido y tierno a partes iguales) en el País Semanal. Buscaba el lugar más frío de la casa para mantener frío el corazón y escribir sobre el amor. Escribir sobre el amor es un tema delicado, hay que encontrarse a sí mismo para intentar plasmar perfectamente los designios del corazón, tan complejos algunas veces. Y, claro, hay que localizar ese lugar para encontrarnos a nosotros mismos. Eso me pasa ahora mismo a mí y entiendo perfectamente lo que describe Ray en su página. Escribir es un acto reflejo, instintivo, espontáneo, intuitivo, y, al margen de encontrar el momento adecuado para hacerlo hay que encontrar el lugar apropiado. Personalmente no tengo prioridades sobre la temperatura, casi siempre depende más de la necesidad de escribir. Es una especie de acto reflejo. Puede tratarse de una reflexión o de explicar lo que uno vive, lo que uno ve, lo que está pasando, lo que siente…Mi cuerpo prefiere el calor pero mi mente está acostumbrada (y creo que necesitada) a experimentar con el frío y el calor, sin importarle tanto la temperatura exterior como la interior. Ahora siento frío, un frío húmedo que es producido por la proximidad del mar, y, sin embargo, escribo de manera veloz lo que pasa por mi imaginación, sin intentar escribir correctamente sino haciéndolo de una manera artesana, sin pensar demasiado en la forma. Dentro de pocas semanas, cuando se instale definitivamente el calor y aparezcan los turistas ansiosos de sol y buen tiempo, con seguridad haré lo propio, escribir de esta misma manera, aunque con mucha menos ropa y con la necesidad imperiosa de sumergirme en ese mar que ahora contemplo compungido al no poder empaparme de él. Por suerte, ya falta menos para el buen tiempo.

Peñíscola, 15 de febrero de 2011

1 comentario:

Mariluz Arregui dijo...

Siempre te he dicho que me encanta tu 'escritura rápida', y esta vez lo repito de nuevo.
Un placer

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