domingo, 19 de enero de 2014

EL TIEMPO


Foto: Luis López


Apartaba los ojos del libro que leía y pensaba en algo tan meramente existencial como es el tiempo y lo relativo que es en determinadas circunstancias de la vida. Comparaba, por ejemplo, la diferencia que suponen cinco minutos en la sauna  con cualquier otra actividad como puede ser la visión de una película. En la sauna, cada minuto es eterno, miras y remiras el reloj y la aguja parece que no se mueve; por el contrario, si una película te gusta te da la impresión que cuando anuncian el final han pasado pocos minutos. Luego regresaba al libro y leía cosas sobre la luna llena, disfrutando de la noche en buena compañía y champán, caviar, suite de lujo. .. y volvía a apartar la vista para dejarme llevar por la música que sonaba en mi Mac de manera desordenada, aleatoria. Mark Lanegan cantaba en francés una elegía un tanto fúnebre pero, en ese momento, pensando en aquella especie de orgia que disfrutaban algunos protagonistas de mi libro, quise desviarme de toda esa nube pasajera para enfrentarme a mis problemas cotidianos. Era viernes, pero el sábado por la tarde trabajaba, debía una jornada del pasado año a un compañero y me disponía a pasar la noche a más de trescientos kilómetros de mi casa para regresar a la mañana siguiente. Ahora sonaba Durruti Column y lo agradecí, al menos la música no era tan trágica como la anterior. El tiempo, esa cuestión compleja que comentaba al principio del escrito, vuelve a ser protagonista: mañana, tarde, ayer, año pasado… y como decía San Agustín, “si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta , no lo sé”. La memoria de lo pasado permanece en nuestro espíritu y al pensar retomas de nuevo momentos desaparecidos. Pero, por ahora, no quiero filosofar más, vuelvo a mi libro, vuelvo a una habitación con flores, suspiros y gritos producidos por personajes que hacen el amor de manera placentera. La música continuará de fondo, mi escrito concluirá en breves momentos y mi mente seguirá haciendo conjeturas para ocupar un domingo que tenía otros objetivos.

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“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...