El ruido es uno de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad, representa una importante dificultad ambiental para el ser humano. Llevo todo el verano con molestias de ese tipo. No importa donde estés, no importa el horario, siempre tiene que haber algo que haga el ruido suficiente como para sacarte de tus casillas. Las dos últimas noches me he acostado tarde y mi intención era no levantarme temprano las mañanas siguientes. Pero basta que tengas intención de hacer algo para que algún desaprensivo te fastidie. En Santander mi familia vive en las afueras. Cuando estudiaba en el instituto todos nos conocíamos, pero desde hace unos años está abarrotado de urbanizaciones despersonalizadas y las casitas antiguas han sido restauradas y habitadas por nuevos vecinos. Anteayer y ayer, justamente a las 8 de la mañana, a un vecino le dio por podar el seto que rodea su casa, pero no con tijeras de las tradicionales sino con una cortadora de césped motorizada. En ambas ocasiones la operación duró tres horas. Ciertamente me ha sacado de quicio, el motorcillo para y vuelve a conectarse en ciclos temporales de escasos segundos, sin llegar en ninguno de ellos siquiera al minuto. Es para volverse loco.
Cada vez llevo peor circular por Santander y sus alrededores. Ayer tuve que ir en tres ocasiones al aeropuerto de Parayas. Desplazarse en coche desde Corbán hasta Parayas o hasta el cercano centro comercial Valle Real en Camargo se convierte, para mí, en una pesadilla. En Santander la gente, en general, conduce muy agresivamente, por eso tienes que ir con los cinco sentidos activados al máximo. En mi primer viaje a Parayas, a escasos doscientos metros del aparcamiento, recibí una llamada del familiar al que iba a recoger informándome del retraso, de casi dos horas, de su avión procedente de Madrid. Pensé cómo ocupar esas dos horas. Un recurso podía ser visitar el centro comercial próximo pero estaba muy cansado. Tenía hambre y la opción elegida fue ir a comer unas rabas. Desde allí me desplacé a un bar que frecuento a menudo en Adarzo, relativamente cercano a mi casa. Su dueño fue medalla de oro en Vela en unas olimpiadas anteriores a las de Barcelona. Es una tasca muy cuidada, con una decoración de las antes y un servicio correcto. Las rabas suelen estar muy buenas. Pero no todo puede salir bien, nada más entrar la dueña atacaba con fuertes golpes de martillo una estantería. Nos pidió disculpas a los congregados sobre la barra. Salieron las rabas y cuando masticaba alegremente la primera otro ruido atroz reventaba el silencio recién recuperado. Se trataba de uno de esos molinillos de café eléctricos que permanecen cinco o más minutos dando la brasa y que cuando terminan de moler producen un alivio incuestionable.
En el interior del periódico local también había una noticia sobre la amenaza de los ruidos. Los vecinos de los alrededores de Cañadío (zona de copas) pedían medidas firmes sobre el problema que les acucia durante todo el año y, sobre todo, en verano. El problema es bien conocido en cualquier municipio de nuestro país. Está prohibido estar con bebidas alcohólicas fuera de los locales pero nadie hace nada al respecto. La legislación, por desgracia, es dispersa e incoherente, casi siempre ininteligible. Y, por supuesto, INCUMPLIDA.
jueves, 4 de septiembre de 2008
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11 comentarios:
¡Ah, el ruido! Cada día tengo más claro que quiero vivir alejado de la gente, por muy asocial que suene; por desgracia, mi experiencia es que cada uno hace lo quiere, aunque moleste a los demás...
El viernes pasado tuve una experiencia bucólica, sin embargo. Fui con un amigo al Turó de l'Home, el pico más alto del Montseny. A mitad de camino, nos detuvimos y callamos: no se oía ABSOLUTAMENTE NADA. ¡Qué sensación! Luego, antes de llegar a la cima, en un pequeño valle, había un pastor, tumbado en la hierba, junto a su perro, vigilando a las ovejas. Eso sí que es vida...
Por cierto, no estoy de acuerdo en que la legislación sea dispersa, incoherente e initeligible; o al menos, no más de lo que lo es el resto del ordenamiento jurídico. Lo que pasa es que aplicar este tipo de normas hace que seas muy "carca", y son pocos los alcaldes que se prestan a ello. A un conocido le pusieron una multa por ir por la calle con dos personas más y una cerveza abierta, a pesar de que no hacían ruido ni destrozaban nada. Lo irónico es que los dos días anteriores los seguidores del Glasgow Rangers habían invadido Barcelona, bebiéndose todo lo bebible, destrozando todo lo destrozable y meando en todo lo meable. A ellos no les hicieron nada: ¡que no se diga por ahí que Barcelona no es cool!
Amigo c.c., el otro día una amiga me comentaba que tiene unos amigos que vive en un monte entre las provincias de Álava y Guipúzcoa y que, de vez en cuando, solía ir a visitarlos pero que no se sentía bien, sobre todo de noche, debido al silencio que había. Rápidamente dije: ese es mi sitio, qué maravilla.
Sabes Luís estoy intrigada por cuales serán tus 6 pequeños tesoros que elegirás, por el embolaillo que te metio y te he dejado para recoger en mi blog. ya me dirás. Gracias anticipadas.
Pegasa. paciencia. Contestaré.
Saludos.
El ruido ... tocaste un punto débil.
Salí huyendo de Madrid en parte debido al ruido. La primera noche en nuestra nueva casa (en la sierra) notábamos algo "raro" ... claro!! el silencio.
Adoro y necesito el silencio para estar bien. Lo busco, lo disfruto, lo saboreo. He colado los momentos de silencio de esos que hablas en mi vida.
Lo que ocurre es que no todo el mundo los aprecia, y por eso cuesta encontrarlos. A veces me miran como un bicho raro cuando pido silencio ... ellos se lo pierden.
Y entre los ruidos molestos, sin duda tengo entre los primeros de la lista el del molinillo de café de los bares. Y mira que me gusta el café ...
Venga, un minuto de silencio por .. nosotros (shh)
;-)
Hache, sé de lo que hablas. Mi hermano vivió durante 5 años en la sierra de Madrid, primero en Valdemorillo y luego en San Lorenzo. Ciertamente en invierno había silencio total. Qué maravillas.
Saludos.
Pero.. ¿ves? aquí se puede hablar, el ruido no llega a los blogs. Nada interrumpe "escuchar" ni "contestar".
Saludos Luis. Qué tema tocaste, y ves que tiene miga....
Sallopilig, aquí da gusto estar, sobre todo si tenemos la suerte de escuchar a Rachmaninov.
Saludos.
Suscribo al 100% el tema ruido que comentas ( y el del tráfico en Santander..ufuf ). Algo así como respirar( lo del ruido).
Pero como eres hombre de recursos, seguro que "masticar alegremente rabas" te hace olvidarte de esas "pequeñeces" que tiene la vida..eh?? jejej
Si es que la vida es bella si tienes unas rabucas a mano :)))
Only moi.
No son muchos los que le dan el énfasis necesario a la contaminación acústica; de hecho, el plan de Transporte Urbano de Santiago, tan vilipendiado por una parte de la población azuzada con fines políticos, ha tenido un impacto positivo en la reducción del ruído en zonas más transitadas de la ciudad.
Yo entiendo que vehículos policiales y de emergencia médica tengan que abrirse paso...¿pero no hay forma más sana de hacerlo que poner sus sirenas y bocinas a todo lo que dan?
Por cierto...¿no recuerdas en cuáles Juegos Olímpicos tu vecino obtuvo medalla? Y volviendo al tema, entiendo a la gente que se incomoda con tanto silencio...si bien el ruído hace mal, el silencio constante nos aparta de las realidades con un sentido. Saludos afectuosos, de corazón.
Parece que el ruido es un problema casi universal. Lo generamos con una natuarlidad asombrosa y una gran mayoría de las cosas que utilizamos son realmente ruidosas, desde los grifos al frigorífico, la ducha, los motores de los coches... en fin. El desquicie viene cuando a eso se añaden los otros mil ruidos. Insoportable escuchar podadoras por la mañana, te doy toda la razón, y otras no sé cuántas cosas.
Un abrazo
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