domingo, 8 de marzo de 2009

INVIERNO DE NIEVES


En multitud de ocasiones he viajado entre Peñíscola y Soria (y viceversa). Lo he hecho en todas las estaciones y durante todos los meses del año. Sin embargo, no había visto nunca tanta nieve como en el último trayecto. Ocurrió el pasado jueves. Regresaba de pasar unos días de merecido descanso en “La ciudad en el mar”. Me gusta el calor, llevar encima la menor ropa posible, bañarme en el mar en cualquier temporada. Esta vez nada de eso ocurrió. No se cumplieron mis deseadas expectativas. Los dos últimos días de estancia allí el aire venía helado, procedente de la cercana cadena montañosa del alto Maestrazgo. Nunca había pasado tanto frío en el mes de marzo y se me hacía raro. Durante el viaje de regreso, nada más abandonar el friso mediterráneo, se despejó la incógnita. A pocos kilómetros, tierra adentro, el paisaje estaba nevado. El terreno, en ese lugar, no llega a una altitud de cuatrocientos metros.

Ciertamente sólo tengo una anécdota referente a la nieve por tierras castellonenses. El invierno pasado, creo que era enero, regresando también a Soria, empezó a nevar pasado Morella (para mi uno de los pueblos con más encanto de la Comunidad Valenciana). Desde Morella, antes de adentrarse en tierras turolenses, se accede a Els Ports. Son varios puertos montañosos cuyas cimas se acercan (si no sobrepasan) a los mil quinientos metros. La nieve no me asusta, vivo en Soria, pero como he tenido en carretera muchas experiencias desagradables, me parece un riesgo añadido a lo que es, de por sí, la conducción. Accediendo al primero de los puertos los copos fueron agrandándose y una contundente capa de nieve cubría la calzada. En una de las curvas, a modo de paella, me bajé del coche para comprobar el grosor. Tendría unos diez centímetros y la capa más cercana al asfalto era puro hielo. Ni siquiera puse las cadenas. Di media vuelta y regresé a Morella. Me metí por otra carretera alternativa, en dirección al Santuario de la Balma, y tuve la suerte de sortear la nevada. Una vez en Aguaviva, ya en la provincia de Teruel, todo el paisaje quedó despejado.

En la frontera con Soria el ordenador de mi coche me fue informando pormenorizadamente del estado de las carreteras problemáticas a esa hora del día. Temía encontrarme con la nieve antes de llegar pero tuve la suerte a mi favor. Una vez en casa, comenzó a nevar vigorosamente. En menos de una hora las carreteras de la ciudad estaban impracticables. A pesar de la tensión acumulada por el inesperado viaje por suerte me encontraba bajo techo.

2 comentarios:

maria gemma dijo...

Vine a visitarte, Luis... voy a por la manta, que me entro el frió... vaya invierno que llevamos... hacia tiempo que no veía uno igual... y los aldeanos dicen lo mismo...
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me hiciste sacar el Googlr Earth una vez más...tuviste que pasar por Zaragoza y Tarragona, ¿no?

Y parece que la nieve no se quiere ir de allá...joder, ¿por qué no mandan un poco de lluvia para este lado del Mundo? De todos modos, se agradece que hayas sido tan prudente en la conducción.

Saludos afectuosos, de corazón.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...