Casi todas las canciones recuerdan otros tiempos. Es inevitable. El atardecer mediterráneo no quiere brindarme hoy espectáculo de luz y color, así que me he decidido a emborronar un plano de Paris mientras escucho a Counting Crows. Es una versión acústica que me gusta y me recuerda otros atardeceres con otros colores. No atardeceres como el de hoy, veraniego, sino otros mucho más fríos de temperatura pero gratos en ese rencoroso sistema que transmiten los sentidos. Dejo, por un momento, le Jardin de Luxembourg, el Montmartre de las odas de Nerval, las orillas del Sena de Paul Signac, la rue de Rivoli que habitó un joven León Tolstoy, los personajes de Alejo carpentier, el Marais de Baroja y los paisajes urbanos de Monet, regresando a la visión sedante de un mar tranquilo con esa temperatura, para mí perfecta, que son los 26 grados centígrados. Mi vecino Ariel pasea a su perro ya no tan cachorro. Está inmenso (el perro). No sé de qué raza es pero es precioso. Debe tener algo de perro de caza. Counting Crows no cesa. Es la música ideal para éste preciso momento que me hace recordar, por cierto, que dentro de tres días regresaré al FIB. Tendré el placer de ver, entre otros, a mis queridos The Stranglers (también de muchos recuerdos) y a The Strokes, en su regreso tras un largo paréntesis. El directo les hizo grandes a los neoyorquinos y estoy seguro que en Benicassim lo bordarán el viernes. Allí estaré. Suena, otra vez, CC con mi tema favorito suyo: Mr. Jones. Se hace de noche en mi sólido hogar mediterráneo. La luz reverbera en el mar con tonos morados y un barco velero atraviesa mi visión y las modulaciones del leve oleaje , recordándome (va de evocaciones la tarde) que pronto veré mucha obra del gran Paul Signac. Discúlpenme, repito Mr. Jones y me despido de ustedes con la alegría que produce (ahora sí) una vista increíblemente hermosa. Truena y tal vez llueva. Las vacaciones tienen esas cosas. No importa.
La lectura de un libro me ha trasladado a la época que me tocó vivir en tiempos del dictador Franco. Todo ha surgido cuando se describía, en un capitulo de la novela, un mantel de plástico decorado con el mapa de España de entonces. ¡Qué recuerdos! La geografía de España durante esos años era algo distinta a como es ahora. La actual Castilla y León estaba dividida es dos regiones; por un lado, Burgos, Soria, Segovia, Ávila,Valladolid y Palencia, acompañadas por las actuales autonomías de Cantabria y La Rioja (esta división se denominaba Castilla la Vieja), y por otro lado estaba León. Esta región la componían León, Zamora y Salamanca. Castilla la Nueva estaba formada por las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y la actual Comunidad de Madrid. Murcia era Albacete y la provincia de Murcia. El País Vasco se denominaba Vascongadas. El resto de las comunidades autónomas tenían la misma distribución que en la actualidad. Recuerdo que contando 14 o 15 años teníamos, en mi i
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