Retomo
algunas notas sobre mis ajetreadas vacaciones que inicié el pasado 30 de junio
y que he interrumpido hoy. Cuando comencé estos escritos ni mucho menos preveía
la sarracina que ha provocado el gobierno con sus nuevas medidas económicas.
Hoy, día 15 de julio, estoy mucho más afectado y, por tanto, indignado del
todo. España va a la deriva.
DÍA
3
No
hubo cata de vino. Al final, por cuestiones de intendencia, tuvimos que
cambiarla por un par de gin tonics con mucho hielo para combatir el agobiante
calor.
La
noche fue febril y cuando no aguanté más
en mi sudadas sábanas tuve que bañarme en
un mar a buena temperatura. El día permaneció con una calidez y humedad extenuante,
incluso Irta apareció brumoso, mezcla de nubes y humo oscuro proveniente de un
incendio del sur de la provincia que el incipiente viento había trasladado a
muchos kilómetros de allí. Ya por la tarde, desde el mar en dirección a
poniente, se formó en el cielo una lóbrega nube
de grandes dimensiones que junto
al sol de últimas horas daban al paisaje un aspecto misterioso. Disfruté
bañándome y observando el panorama desde una
perspectiva diferente.
Ahora,
después de vestirme, voy a “Mandarina” y allí puede pasar cualquier cosa.
DÍA
4
Comienzo
el día en un centro de salud, algo totalmente inédito en más de diez años que visito Peñíscola. Aquí
tengo que hacer una critica constructiva, no me queda más remedio. Tras llegar
en una ambulancia, acompañando a un familiar nonagenario, espero en el hall las pruebas de rigor por una
desdichada caída en el baño. No me
aburro, doy fe. Frente a mí, sentado en una fila de asientos del tipo a los de
los polideportivos, incomodísimos para ver partidos y para esperar a un
enfermo, veo frente a mí un letrero, escrito a mano, debajo de los pictogramas
del baño para mujeres y hombres, común para ambos géneros, que dice algo así
como: “Esto no es un W.C. el baño está en la salida que da a la playa”. Digo yo
¿no sería más fácil eliminar los pictogramas para que no hubiera confusión? La puerta principal que da acceso al recinto
del Centro de Salud se abre mediante apreciación inteligente, pero sólo
funciona desde dentro, así que cada vez que se acerca alguien un profesional situado
detrás del mostrador, a unos veinte metros, sale de allí y acciona, a la altura de la puerta, el dispositivo para que puedan entrar los usuarios. No puedo escribir nada más
al respecto ya que atentaría contra los profesionales y no deseo echar más leña
al fuego…
Peñíscola,
siglo XXI, con hoteles, restaurantes y otros servicios de calidad incuestionable, donde los clientes
dejan los dineros y sus impuestos correspondientes , cada vez más gravosos, ¿no
podría adaptar sus centros de salud a
esa calidad que ofrecen otros servicios? Ahora, con esa maravillosa propuesta del
gobierno que supone el copago de medicamentos ¿no debería mejorar el
servicio?
Si
van a Peñíscola no se pierdan hacer una visita, si es que pueden abrir las
puertas, claro, a esos servicios de primera necesidad que supone la salud y
que en la “Ciudad en el Mar” es tan precaria. “Que mal está el servicioooooo,
señoríttooooo”.
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