Escucho los
mismos temas que he escuchado durante horas anteriores sin apenas darme cuenta
pero que formaban parte del aderezo de un intenso momento pasado. Permanecía
inmerso en algo que iba pasando, como en el cine, sin ser una película. Alguien
me ha dicho esta misma mañana que era realidad, pero no tengo la certeza que se
trate de un sueño o de algo que verdaderamente pasó. Me encanta y me anima la música que suena
ahora y, casi seguro, la disfruto con más concentración que en esa especie de
sueño convertido en película y que, al parecer, fue realidad. No lo sé, es difícil discernir en estos
momentos de trance. Evoca tiempos ya pasados, de esos que se guardan en el
corazón, en lo más intimo de tu cerebro, de tu mente, justo donde se
guardan las ilusiones y los sueños.
Veo ahora la
caratula de un disco, “Within and Without” del grupo norteamericano Washed Out.
Es una foto aérea. Sobre unas sábanas blancas, bastante arrugadas, la espalda
de un chico tapa casi todo el cuerpo a una chica situado debajo de él en posición contraria, tan sólo se ve una parte
de su cara con el pelo muy revuelto, su ojo izquierdo cerrado mirando hacía
abajo y parte de su oreja izquierda, sus
brazos rodean la cabeza del chico. El brazo izquierdo del chico está apoyado en
la parte alta de foto, a la altura de la cabeza de la chica, su otro brazo
descansa justo en la dirección contraria. Me produce sensaciones muy
placenteras. Creo que la
persona que me dijo que era realidad es justamente la chica de la foto. Ahora
caigo.
Aunque lo
único que tengo claro ahora es el momento fatídico que significa el hecho de
regresar. Retornar al ajuste inmediato que marca el tiempo reaparecido de la rutina, esa misma rutina u organización
vital a la que pertenezco sin, en realidad, ser participe o, más bien,
participar sin desearlo. Esa especie de
viaje de retorno que puede durar ocho minutos o varias semanas, de ajustes
concebidos y que van haciendo olvidar los sueños más hermosos… o no, tengo un
lio.
En un coche
voy serpenteando la sinuosa carretera que conduce al río, abro la ventanilla y
respiro profundamente, algunas lágrimas me impiden ver con claridad, paro en el
stop, tuerzo a la derecha, recorro pocos metros y, ya en la carretera general,
vuelven las curvas, no me mareo ya que voy muy lento pero tengo ganas de llegar
a mi destino. O, tal vez, tengo ganas de dar marcha atrás y recorrer el viaje de regreso al sueño y
revivirlo otra vez. O, tal vez, desee descansar de esos minutos oníricos que
parecen horas o quizás días. O desee escuchar una voz amiga o poner la mente en
blanco, u olvidarme de todo ya que tengo la certeza de que ha sido un sueño y
me martiriza del mismo modo que atormentan los bellos momentos perdidos,
instantes que sean reales o no, marcan el camino que la vida te ofrece cuando
ya sólo queda el recuerdo de lo que nunca volverá.
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