Siempre
he sido seguidor de los fotógrafos de la prestigiosa Agencia Magnum, fundada en
1947 por los reporteros de guerra Robert Capa, David Seymour, Henri
Cartier-Bresson, George Rodger, Maria Eisner, Rita y Bill Vandivert. Por la Agencia han pasado muchos de los
mejores fotógrafos de la historia y, en la actualidad, son socios activos
alrededor de cien miembros pertenecientes a países de todos los continentes. Por suerte, he tenido la oportunidad de ver
expuestas muchas de sus fotos en salas de exposiciones de Praga, Madrid,
Barcelona, Soria, Valladolid… y siempre me han conmovido y me han demostrado
que la fotografía es el arte que documenta el paso del tiempo, la vida, la
cotidianidad, las escenas que marcan una época.
He
visto, en la Sala San Benito de Valladolid, varias exposiciones sobre
fotógrafos de la Agencia Magnum y siempre me han deslumbrado, convirtiéndose en
uno de mis favoritos Josef Koudelka,
alguna de sus fotografías han documentado dos o tres entradas en mi blog. El pasado domingo tuve la
suerte de ver en la misma sala vallisoletana la enigmática exposición de Vivian
Maier, un selección de 120 fotografías espontáneas en las que
captó las maravillas y peculiaridades de la América urbana de la segunda mitad
del siglo XX con su cámara Rolleiflex.
Esta
niñera (1926-2009) llenó varios armarios con cosas encontradas en la calle,
libros, recortes, pasquines políticos y otras fruslerías, así como miles de
negativos sin revelar. Acabó sus días sumida en la pobreza, sin conocérsele
amigos o familiares, siendo ayudada únicamente por los hijos Ginsberg que había
criado durante 20 años. Para cubrir deudas, los Ginsberg empeñaron sus muebles
guardados en un almacén, apareciendo una vez vendidos, esas ingente cantidad de
negativos sin revelar que había ocultado ahí durante toda su vida. En 2007, fue
descubierta parte de esa obra en una casa de subastas de Chicago. A partir de
ese momento, John Maloof recopiló casi todo el material que se había dispersado
entre los compradores que habían acudido a la subasta. Por suerte, a día de
hoy, se ha recuperado cerca del 90% del archivo fotográfico.
La
obra de Vivian se inscribe dentro de la historia de la fotografía y ya figura
al lado de los grandes nombres de la Street Photography, junto a Helen Levitt,
Lissete Model, Diane Arbus o Walker Evans.
La
exposición de Vivian Maier ha sido una de las mejores que he visto sobre
fotografía, impacta desde la primera a la última fotografía y por encima de
otras tiene a su favor la limpieza de las fotos al estar sus negativos
impolutos. Considero que se trata de una de esas sorpresas mágicas que, a
veces, nos depara, de manera brillante, la vida. Gracias, Vivian, ha merecido
la pena que salga a la luz tu reservado
secreto.
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