domingo, 25 de mayo de 2008
CRÓNICA DE UN LLUVIOSO 23 DE MAYO
Regreso del norte de la provincia de Castellón después de permanecer allí algo más de una semana por motivos profesionales. Por suerte sólo he utilizado el transporte urbano y mi bicicleta para los desplazamientos. Al salir de ese apasionante y sufrido letargo he aterrizado en este loco mundo. Por cierto no he leído periódico alguno, no he escuchado la radio, no me he conectado a Internet, no he visto la tele y, por tanto, no he tenido noticias del mundo exterior.
Lo primero que me ha llamado la atención, después de mi periodo de desconexión, ha sido el precio de los combustibles, una pesadilla. Después de este desagradable sobresalto un autobús, contratado por un establecimiento público perteneciente a la Junta de Castilla y León, debía recogernos a las diez en punto de la mañana. Después de intercambiar varias llamadas telefónicas con la empresa de autobuses y el establecimiento citado, hemos tenido la “suerte” (situación desesperada y desesperante) de que el calmado conductor llegará a las once y media, hora y media más tarde de lo previsto.
Paramos a comer en una de esas áreas impersonales que se encuentran a un lado de la denominada autovía mudéjar. Para aportar más datos se trataba del área de Monreal del Campo, una villa de la provincia de Teruel en la comarca del Jiloca. Era un autoservicio y a la hora de pagar en caja la nueva sorpresa era que nos cobraban tres menús de más. Reclamación, etc.
Pero el lluvioso 23 de mayo me tenía preparado otro desconcierto, espero que sea el último del día que ya llega a su fin. Llegué a casa tarde y mi despensa estaba vacía. Tenía hambre y decidí llamar a Telepizza. Confieso que lo hago una o dos veces al año, no me regañéis. Al cabo de tres largos y hambrientos cuartos de hora no había aparecido el señor (o la señora) de rojo, así que llamé de nuevo a la central de pedidos. Se puso al aparato, por indicación de la señorita que me atendió (creo que colombiana), el encargado. Le expliqué el tema. A la hora y cinco minutos de mi primera llamada llegó con mi pizza la señorita repartidora (ecuatoriana, supongo). Pagué y al hincar con codicia la pizza pude comprobar que estaba fría. Una pizza caliente es algo pasable, al menos para mí, pero una fría es repugnante y, por supuesto, incomible. Así que volví a llamar al encargado. Le expliqué el problema y amablemente me dijo que me enviaba otra. Le contesté que después de hora y media mi estomago estaba más que pasado.
Hace escasos minutos he comido algo de queso, dos trufas y un café. Ahora me dispongo a irme a la cama no vaya a ser que los pocos minutos que restan de este viernes me deparen nuevas y desagradables sensaciones. ¿Es viernes 23 o viernes 13? Me he perdido.
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5 comentarios:
Solo falta por fallar el frigorifico, el agua caliente, o la luz...
¿Has mirado los idus?
Saludos.
Querido Sallopiling creo que los romanos estaban en lo cierto.:-)
My God.
Pizza de telepizza, y encima fría.
Esto es muy grave.
Creo que voy a tener que adelantar una entrada que tenía pensada sobre la tortilla de patata de mi abuela (cántabra), de paso pondré la receta, Creo que necesitas ayuda...
( me muero de risa, con permiso)
Un beso muerta de risa
Con el jamón y los esparragos que me has ofrecido quedo satisfecho. ¿Necesitas mi dirección? :-)))))
Ni siquiera cuando estaba en un poblado costero por una semana me desconecté de los medios...aunque sea, sintonizando la radio para enterarme de lo que pasaba en el Mundo (creo que fue en la época en que murió Barry White).
¿Del precio de los combustibles? Ni hablar, es una situación mundial para todo país importador...acá, el Diesel está costando más que la de 95 Octanos.
La última vez que se me ocurrió pedir una pizza (y no son nada de baratas) llegó 45 minutos después. ¿Dónde quedó eso de que en 30 minutos, si no gratis? Aparte llegó fría...al otro día llamaron a la casa para confirmar el reclamo (parece que al motorista responsable lo cortaron).
Saludos cordiales.
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