Minutos antes de comenzar el concierto, charlando en la barra con Hendrik y
su guitarrista acompañante Juan, repasando el ambiente del local, no podía
menos que recordar esas películas norteamericanas en las que un cantante de
country va recorriendo distintas salas de los estados de Kentucky o Texas,
con un publico que, posiblemente, sea el menos apetecible para mostrarles el
repertorio musical elegido.
Pasadas las once de la noche, el encargado de vender las entradas se dirigió
a nosotros e informó a Hendrik que podía empezar cuando quisiera. En la
calle la temperatura era de cinco grados bajo cero. En el interior no
llegábamos a 20 las personas congregadas. Con ese panorama, un cantante lo
tiene muy difícil para ofrecer su mejor faceta. No obstante, Hendrik, gran
contador de historias, defensor de lo ecológico y un poco pesimista, fue
desmenuzando casi todo su nuevo disco “No temáis por mí”, 12 canciones con
gusto a rock de carretera y con un aire puramente folkie. El título de su
nuevo disco, el segundo en solitario, fue premonitorio de lo que vendría
después. Hendrik Röver, líder de la banda de culto “Los Deltonos”, fue
interpretando historias de perdedores, por lo visto nada autobiográficas, en
un acústico con formato de cantautor, introduciendo entre medias, versiones
de Grateful Dead, Steve Earle, Doc Watson o J. Jones. Había leído en alguna
entrevista a Röver que solía escuchar a Los Dillards, Charlie Rich, Chris
Night, Slaid Cleaves e incluso a Kris Kristofferson y esas influencias se dejaron notar en su concierto. También conocía que al principio de cantar
en solitario miraba una y otra vez a su alrededor buscando a los miembros de
su grupo. Me lo recordó cuando echaba miradas asesinas, primero a una pareja
sentada en la barra que no hacía más que vocear y hablar a gritos por su
móvil, y luego, a medida que iba interpretando sus temas, a un par de tipos
que conversaban ladrando (no es mi intención, ni mucho menos, insultar a los
perros). Ambas situaciones eran tremendamente molestas, no sólo para él sino
para el escaso público que nos habíamos acercado a la Sala Avalon para
contemplar a uno de los más grandes rockeros nacionales, todo un lujo a
nuestro alcance. Incluso en una ocasión, Hendrik tuvo que dejar de cantar
para soltar: “vaya momento para poner a moler el café” (ya saben ustedes el
molesto ruido que producen las cafeteras en esa situación). Lo mismo que
Hendrik, tengo la seguridad que no volveré a ese antro soriano. Los molestos
camareros y algunos clientes demostraron una falta de educación, una
ignorancia y una incorrección hacía ese profesional que daba lo mejor de sí
mismo realizando a la perfección su trabajo. Pero 24 años en el escenario
dan las suficientes tablas y arrestos como para capear, justo al lado de la
plaza de toros, las más adversas situaciones. Hendrik, con un pundonor
impresionante, agradeció nuestra presencia con 4 temas de regalo. Al
finalizar, los que disfrutamos del concierto, a pesar de la desfavorable
situación, agradecimos su buen hacer adquiriendo el nuevo disco doble.
Hendrik, que tardó 24 años en venir a Soria, no creo que tenga ganas de
regresar en otros tantos.
El día 28, en Liérganes, será otra cosa. Espero estar presente en la
tierruca. Mientras tanto, suerte esta noche en tu concierto de Jaén y en tu
gira subvencionada por el Ministerio de Cultura en “Girando por Salas". Gracias por
todo, amigo. Fue un placer saludarte y escucharte.
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