Hoy es el cumpleaños de una amiga levantina que vive desde hace escasos meses en Santa Cruz de Tenerife. Por medio de la red social le felicité a primera hora de la mañana con un sencillo: “feliz cumpleaños, grandullona”. Ha cumplido veinticuatro añitos y es una preciosidad en todos los sentidos, tiene el cuerpo y la mente a la misma altura, notablemente elevado. Siempre he sentido admiración por ella. La conocí hace, más o menos, cuatro años y ya me pareció que tenía mucho sentido común, una escala de valores bien fundamentada y, sobre todo, muy bien cimentada su personalidad. Como no puede ser de otra manera contestó a mi felicitación con otro mensaje que, entre otras cosas, decía “Para llegar a ser como tú a tu edad tengo que ponerme las pilas. Ya 24... De verdad, eres mi ídolo”. Puede parecerles una simpleza pero me llenó de satisfacción su escrito. Sobre todo porqué sé certeramente que lo dice con el corazón. A pesar del halago le contesté diciendo algo así como “No me extraña, los ídolos suelen ser milenarios”. Sin embargo, entre otras cosas, por eso lo escribo ahora aquí, me ha animado el día y su cortejo me servirá para intentar seguir manteniéndome en mi línea para no decepcionarla. No me costará mucho. Al hilo de escribir, estaba hoy sentado en un parque de la ciudad tomando un refresco con dos de mis alumnos, ambos con Síndrome de Down, repartiendo mi atención en dos frentes, por un lado leía una entrevista realizada a si mismo por el asturiano Nacho Vegas en la revista musical Rockdelux, y por otro, miraba de refilón (me gusta esa palabra) a mis dos compañeros haciéndome (también a mi mismo como Nacho Vegas) la pregunta del millón ¿qué estarán pensando ahora mismo estos dos colegas? Ni corto ni perezoso aparté la revista y decidí, con su permiso, hacerles una entrevista. Ellos me conocen desde hace tiempo y son conscientes de mi sentido del humor y la ironía que gasto ante la vida; por lo tanto, sus respuestas estuvieron aderezadas con socarronerías, puyas y sátiras varias. Sin embargo, la pregunta que más me interesaba sobre ellos no sabían responderla. Les preguntaba ¿qué te gustaría ser de mayor? y salían por peteneras. No les importa el futuro, viven únicamente el presente, teniendo en cuenta, eso sí, los registros que han ido marcando su vida. Para uno de ellos lo más importante era seguir junto a su familia, para el otro, seguir haciendo deporte. Curiosamente, lo que sabían contestar perfectamente era todo lo referente a su tiempo libre. Una vez más recibí una lección en esa jornada soleada sentado en el banco de un parque cualquiera. Cuando les dejé descansar de tanta pregunta seguí leyendo a Nacho Vegas. Una de sus respuestas era “la música combate la insatisfacción, por eso es tan necesaria”. Rápidamente llevé la frase a mi campo: “Escribir combate la insatisfacción, por eso me gusta hacerlo”.
jueves, 7 de abril de 2011
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3 comentarios:
Afortunadamente, no tienen el 'peso' del futuro en su conciencia. Por lo menos, que sepamos...
Bonita entrada, sí señor.
Sigue escribiendo, por fa:)
besos
Seguiré combatiendo la insatisfacción. Gracias por tus comentarios, Arregi.
Vale, Koldo ,maitia
,
recuerda que tengo memoria de elefanta,
no olvido una letra desaparecida :)
es algo así como la memoria fotográfica:)),
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