Foto: Luis López 2011
Estos días que suponen el retorno a la vida laboral me he dado de bruces con
mis defectos. Muchas veces tienen que pasar cosas así para
hacer una valoración exacta de lo que
tenemos, de lo que nos parece nuestro,
de lo que a veces abandonamos sin
apenas darnos cuenta. No hablo de objetos, de cosas materiales; hablo de
sentimientos, de relaciones humanas. Hay
relaciones sociales que son simples protocolos. Me pasa en el trabajo, con
muchos de mis compañeros, a los que saludo
por formalismo, ese formulismo que nunca se ha de perder y que se
traduce en la más primaria ley de educación. Sin embargo, en el ámbito laboral,
aunque ciertamente somos muchas las personas que trabajamos en mi empresa, hay
compañer@s que ni siquiera atienden al saludo. A veces, he pensado, que son
sordos o que están en el séptimo cielo, pero al ser reiterativo no me queda
otra que pensar que son así, maleducados. Much@s responden si tú eres el
primero en saludar, aunque en un
porcentaje que a mi me parece importante, ni siquiera responden a tu saludo, es
más, ni te miran. No soy especialmente
sociable, sin embargo cambio dependiendo de dónde me encuentre. Antes me
preocupaba pero ese dato me ha hecho reflexionar y viajando mucho durante todo el año, es
decir, cambiando de lugar, mi sociabilidad muta. No soy el mismo en Peñíscola,
o en Santander, o en Zamora que en Soria.
¿Seré yo o será la gente que me rodea en cada lugar la que condicione mi
sociabilidad? Obviamente, estoy
tranquilo. Tal vez el acto de
permanecer en Soria durante la semana sin estar los fines de semana, cuando
disponemos de más tiempo libre, pueda condicionar las relaciones sociales.
Puede ser…
Una persona de mi entorno virtual, que
también existe, con la que tengo una relación magistral, me ha llamado la atención
(hay muchas maneras de llamar la atención) por haberla abandonado durante más
de tres semanas. Con ella tengo una relación virtual casi diaria y, obviamente,
a mi también me pasaría, me ha echado de
menos. No sería de recibo que yo alegará
que no me he conectado a Internet durante esos días (que es prácticamente cierto) pero lo también cierto es que mi desatención ha estado a punto de
pasarme factura.
Hay veces que pensamos que algunas
personas siempre estarán ahí, y, sin embargo, necesitan (todos necesitamos) un
poquito de atención. Ya me he disculpado
y ha aceptado mis disculpas (posiblemente a regañadientes) y me ha dado una
lección diciéndome que me perdona. Con esa lección de educación, saber estar y
compenetración, no sólo se ha convertido en mi mejor apoyo virtual sino también
en mi mejor amistad real.
Gracias. Nunca lo olvidaré.
2 comentarios:
Evidentemente, el entorno influye muchísimo. Y hay ocasiones en las que no se puede elegir, es obligado. Con lo cual, no hay más remedio que mantenerse con la cabeza fuera..o bien alta, depende!! :)
La vida merece mucho más que protocolos y formalidades :)
Besos !
¡Ay las relaciones con los demás! Te entiendo perfectamente, yo no soy muy sociable. En ocasiones me gustaría salir a la calle y no encontrarme a nadie. Cada uno es como es y no hay más vueltas que darle. Aunque un "buenos días" no se lo niego a nadie pero no seoy de esos que se paran a contar su vida cada vez que se encuentran a alguien.
Lo que si que no soporto es Nochevieja y los primeros meses del año. En esas fechas parece que se conjuran los astros para encontrarme con gente que no veo todo el año y tener que soltar el hipócrita y machacado "Feliz año nuevo". Eso no lo soporto.
Un saludo.
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