Tim Burton, presidente del jurado del Festival
Acababa de
llegar de pasar unos días invernales relajantes en la cálida Peñíscola y a mi regreso a Soria,
pura y olvidada, me di de bruces
con el frío castellano. Un resfriado, nada más llegar, fue afianzándose en mi
cuerpo hasta prácticamente no poder respirar por la noche. Esa sensación
agobiante hizo que me despejara durante alrededor de una o dos horas cuando
dormía. Coincidió que esa misma tarde
había visto la peor película de mi vida, Uncle Boonmee, premiada en ese
festival de cine tan controvertido como es Cannes, y que trata sobre las vidas
anteriores, fantasmas, trasmutaciones y espectros varios; una de esas películas
vanguardistas y minimalistas que convencen a un publico sofisticado y con ganas
de descubrir nuevas experiencias artísticas.
Menos mal que, además de dar vueltas al intrincado y confuso film, en el que por cierto en mi
página web favorita sobre cine, varios de los usuarios que dejan allí su
crítica coincidían conmigo en la
proclamación de ser su peor película; y que, durante su proyección, veinte o
treinta personas abandonaran la sala. Así que una vez convencido de que el raro
no era yo pude trasladar mi mente a otra noticia que también estaba fresca en
mi cerebro. En el comedor de una universidad alemana una de sus alumnas, de aspecto
eslavo y larga cabellera rubia, se sienta con su bandeja repleta de comida en
una de esas mesas largas, pero tiene que regresar a coger la bebida que se le ha
olvidado. A su regreso, comprueba que un hombre negro con pinta de inmigrante
está trapiñándose su comida. Ni corta ni perezosa se sienta frente a él y
comparte su comida. El negro sonríe y acaban de comer de esa manera tan
curiosa. Al levantarse, se da cuenta que su abrigo descansa en una silla justo
detrás de ella y su bandeja permanece intacta en la mesa gemela a la que se ha sentado.
Me duele la
garganta y me acerco a la cocina a tomarme una cucharada de miel que mi compañero de trabajo Enrique me ha
regalado. Después duermo de un tirón con la mente bastante más despejada.
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