Anoche,
no sé por qué, vi una botella de 5 litros de aceite casi acabada y decidí echar
su contenido en una botella destinada al uso diario. Cuando vertí las últimas
gotas, recordé, una vez más, a mi
querida abuela (sólo he tenido una). Era vecina de Luisa, a quien mi
abuela apodaba “la tiñosa”. Algunas
tardes le acompañé a visitar a Luisa. Tenía una casa austera, la más austera
que he conocido, pero, claro, eran personas que venían de la posguerra, aquella
posguerra cruel que casi habíamos olvidado y que ahora recordamos de nuevo con
el recorte de libertades con el que nos
atosigan los denominados “populares” .
Un compañero de trabajo me dice últimamente: volveremos a otra guerra civil como sigan así “sus majestades”
Soraya, Mariano y cia. Aunque, casi imposible,
nada sería de extrañar en nuestro país, pero de lo que sí estoy seguro es que
no dispararía un tiro contra nadie. De seguir a peor (esa es la tónica del
día a día) atravesaría los mares en busca de sosiego. Siguen existiendo paraísos perdidos, conozco
más de uno, por suerte. Allí me exiliaría.
Disculpen,
me he ido por la rama más artificial, la política. Sigo. Mi abuela -hermana de
un capitán anarquista en tiempos de aquella guerra que las izquierdas europeas
llamaron romántica- denominaba al hecho de verter los últimos restos de cualquier
liquido en un recipiente: ESCULLIR, algo así como resbalar. Pues bien, cuando
Luisa acababa una botella de aceite la dejaba reposar durante toda la noche, boca abajo, hasta
escullir la última gota en la sartén. Algunas veces coincidí cuando se estaba
realizando la operación y mi abuela carraspeaba indicándome la situación.
Recuerdo muchas cosas de aquella época tan
especial. Tendría entonces 11 años y algunos sábados y domingos acompañaba al
Monte de Corbán, toda una selva para un niño de mi edad, a un vecino que
entonces tendría 18, mayor de edad por tanto. Me enseñó cuevas que se
comunicaban con salidas a diferentes zonas del seminario allí ubicado, vivía
una aventura diaria con José que me llamaba “Titi” (nunca he sabido el porqué,
aunque quiero imaginar que era como una especie de “monuco” que trepaba por
donde fuera, entonces). Curiosamente, así me llaman ahora cariñosamente mis
sobrinos. Aprovechábamos para jugar al
fútbol cuando no estaban por allí los seminaristas, otras veces al frontón y
alguna que otra, cuando habían dejado colocado todo lo relativo al salto de
altura, nos lanzábamos para aterrizar contra las gruesas colchonetas de un azul
ya desgastado. José me enseñó a saltar al estilo Fosbury, hacía atrás. Más
tarde, en el instituto, hice grandes saltos pero el profesor de “gimnasia”, un
inepto total con el carné del movimiento, no lo consideraba reglamentario.
Siempre
tengo presente a mi abuela, a ella le debo casi todo lo que soy, y, sin embargo
entonces, no valoraba lo suficiente los esfuerzos de todo tipo que realizaba.
Una gran señora, sin duda. La Tiñosa, la señora Ceferina, la negra (madre de
José), Candy, la rubiuca y otras cuantas mujeres más formaban el pequeño
mundo de mi abuela que fue mío también y
lo seguirá siendo mientras mantenga el uso de la razón. Y mientras lo mantenga nunca dejaré de estar
agradecido a la señora Carmen, mi abuela.
3 comentarios:
Ya sabes,
yo 'reconozco' bien esa costumbre tan cántabra de poner sobrenombres a las personas, y me encanta leerlo en tu escrito.
Nosotros éramos los hijos de ' la Cari', y nunca, -ni mi propia madre tampoco-, supimos a ciencia cierta el por qué de ese apodo, que nada tenía que ver con su nombre verdadero, Angelines. Mi hermano mayor era 'el negrito', el siguiente, Titín: ), yo era 'la bruja', ..Es curioso: ), es otra de las cosas que más me gustan de la infancia, ya tan lejana... Lo llevaremos también grabado en el adn? : )
Felicidades por mantener tu mirada sobre lo esencial. Creo que tu abuela te dejó la mejor herencia.
Besuco, Titi,
monuco? :))))
PD: ah, y otra cosa. Cuando leo este tipo de escritos tuyos, me suena el murmullo de las obras de Delibes, con Dani El Mochuelo..etc..y aquella forma sencilla de vida , y esos momentos de la infancia de uno que jamás, jamás, desaparecen..
seguro que "Cari" era de cariñosa ¿puede ser? Jajaja, brujuca .-)))))))
Las abuelas...se les debe tanto...
Un saludo, Luis. Desde esa Galicia que también conoces.
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