martes, 5 de junio de 2012

VENUS Y PSYCHEDELIC FURS


Escucho ahora a Psychedelic Furs y lo dejo todo. Quería leer pero mi mente está más cansada que mi cuerpo, así que me dejo llevar por los británicos de mi misma edad y que aparecieron en los años setenta. Por desgracia, no acabo de relajarme, son ya trece jornadas continuadas trabajando, con responsabilidades que no han dejado de preocuparme, aunque, sin embargo, me encuentro bien, muy entero. Pero estos momentos musicales son los que me devuelvan, provisionalmente, a la libertad que llegará cuando esté  en mi tierruca, con los míos,  el próximo viernes.

He sentido la necesidad, escuchando de lejos a P.F. de asomarme a respirar un aire especial, el mismo por el que paseará Venus entre el sol y la tierra ésta madrugada. He visto a mis vecinos, en una comunidad de clase media-baja, donde no estoy a gusto ni a disgusto, donde tan solo paso momentos imprescindibles, con mucha soledad y pocas motivaciones. Comprobé que en el segundo, en ese espacio que queda en la terraza, con vistas a una habitación matrimonial con buen ambiente luminoso, estaba la señora de la casa planchando, la misma a la  que un día desde el mismo espacio en el que ahora me encuentro, pude otear  sus grandes pechos descubiertos en un descuido por su parte. También pude observar la intimidad de un matrimonio andino. Hablaban delante del ordenador cuando sus hijos seguramente estaban acostados. Un hombre fumaba en otra terraza, el ambiente caluroso hacía estragos en el vecindario.

Yo permanecía atento a una posible entrada de un correo electrónico, pero nada, ya estaba avisado aunque seguía esperando, motivado por la música  y la soledad, e intentando    compartir momentos íntimos cuando todo está,  casi,  al otro lado de las emociones.
           
Psychedelic Furs finalizaban el disco y me trasportaban a una ciudad castellana, a mediados de los ochenta. Por las noches visitaba en solitario, nada más dejar a mi dama en el encierro de su familiar hogar , los lugares donde pocas horas antes habíamos encontrado morada y sosiego. Descubrí, en esos momentos solitarios de desazón, grandes grupos musicales justo cuando intentas recordar olores que todavía permanecen en ti y la noche se vuelve enemiga.

Hoy Venus está circulando en la misma soledad con la que yo me encontraba en el “Paraíso Perdido” u otros bares que ahora no recuerdo su nombre (o prefiero no recordarlos). Esperaba un correo que me diera alas pero sigo en esa soledad recordada de hace un montón de años y que ahora ha regresado escuchando a P.F.  Seguiré esperando, siempre lo he hecho. Alguna noche Venus llegará, ojalá  me encuentre despierto. Lo mejor de mi vida han sido las mujeres con las que he compartido deseos inconfesables, no puedo ni quiero olvidarlas, todo lo que soy se lo debo a ellas. Gracias, femeninas Venus.

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