Venía de una comida con amigos tras una mañana de
playa. Una de esas jornadas que recuerdan a las de mi infancia en Santander.
Mar alborotado, olas que te hacen sentir pequeño y percibir, a la salida del
baño, un calor reconfortante que evocaba, entonces, la calidez poco habitual de los veranos en
Cantabria. Sin embargo, se trataba del
Mediterráneo, tan cercano ahora y para siempre inolvidable. Era una hora tardía y el cielo, inigualable
en colores a esas horas del atardecer, fue el detonante para quedarme en casa.
Luego anocheció de repente pero el mar seguía con una simetría sonora intensa.
Conté los días pasados y las jornadas que me quedaban en este remanso de paz y
la operación matemática resultó negativa. Los días pasados ya dominaban a los
días restantes de vacaciones pero no importaba, ciertamente habían resultado
trayectos memorables y, por suerte, todavía quedaban muchos atardeceres por disfrutar al lado del,
ahora, proceloso mar.
Se hizo de noche y se apagaron las ideas. Sin embargo,
un resplandor despejó mi mente. Recordé
que una de mis mejores películas de todos los tiempos esperaba en el Mac para
ser saboreada. Audrey Hepburn, mi diva, aguardaba en un “Desayuno con
diamantes” espectacular en todos los aspectos.
Música, fotografía, artistas, dirección… todo, con el mar alborotado de
fondo, hicieron de ese rápido oscurecer de septiembre una noche gloriosa. Había olvidado fases de la película, algunas
veces paraba la reproducción para contemplar alguna escena o alguna toma peculiar
y, siempre, disfrutaba con la protagonista, mi artista más adorada. Cuando
acabó el metraje, con intensa lluvia en Nueva York y un gatito estelar, quedé
prendado, una vez más, de la película. Cerré el Mac y me asomé a contemplar el
mar que seguía llamando la atención. Un enigmático Chow Chow vecino atrajo rápidamente mi curiosidad. Le
he seguido durante los diez días que lleva en un apartamento cercano y le he tomado
mucho cariño. Es una especie de gato, similar al de Audrey en comportamiento, así
que seguí admirándolo mientras recordaba las escenas de Desayuno…
Ahora me voy a la cama reconfortado con la visión de
una película de 1961 que siempre estará entre mis favoritas. Buenas noches,
mundo.
1 comentario:
Y es que 1961 dió muy buenos frutos...
: ))
Saludos
♫♪♫♪♪Moon...riiiiiver...♫♪♫♪♪
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