martes, 9 de septiembre de 2014

IL MALESSERE DEL VIAGGIATORE DI FRONTE ALLA GRANDEZZA DELL´ARTE.



Llevaba varias semanas investigando sobre la renacentista Florencia y La Toscana, mi siguiente viaje, con la ayuda de mi hermano -con quien iba a coincidir un par de días por tierras italianas-. Sin embargo, días antes de viajar me informó que había pospuesto el viaje debido a una enfermedad que le tiene bajo de defensas. Ya teníamos seleccionados un par de restaurantes para celebrar nuestro encuentro, una vinoteca donde catar el Chianti, el vino regional toscano más conocido, y los hoteles. Él había reservado en Degli Orafi, un cuatro estrellas con vistas al Ponte Vecchio, escenario de la película “Una habitación con vistas” (Pensión Bertolini) y yo otro hotel más económico, el Delle Nazione. Estaba emocionado con el encuentro y, además, me daría alguna pista sobre la ciudad ya que cuando llegara él habría pasado casi una semana en Florencia.  Pero, bueno, así son las cosas y tendré que conformarme sin contar con su entrañable presencia.

Florencia ha sido marcada para siempre por Stendhal. Su famoso síndrome, también denominado “de Florencia” o “estrés del viajero”, se ha convertido en un referente ante la acumulación de belleza, principalmente artística. Stendhal, en su visita a la Santa Cruz en 1817, experimentó vértigo, temblores, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones.  “… Saliendo de la Santa Cruz me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”. En Florencia ha habido muchas personas que han sufrido desvanecimientos en su visita a la ciudad, sobre todo en la Galleria degli Uffizi, pero no fue descubierto como síndrome hasta 1979, por la psiquiatra Grazziella Magherini. Observó más de cien casos similares de turistas y visitantes y escribió acerca de él.

Varias cosas me han sorprendido indagando sobre la Toscana en libros, artículos e Internet. Una de ellas es que los especialistas han descubierto cierta similitud entre los rasgos genéticos y fisonómicos de los toscanos con los etruscos.  Muchos de los rostros tallados en las urnas funerarias etruscas y las personas que te puedes encontrar en las calles toscanas son muy parecidos. El brustico, que significa asado, es un plato de pescado tradicional que deriva directamente de una receta etrusca. Una vez asado en una parrilla se come con las manos, como siempre se ha hecho.
Dicen que el helado fue creación de un chef de Catalina de Medicis que se llamaba Ruggeri (1519-1589), primer heladero del mundo y florentino de nacimiento. Todos los años se reúnen en Florencia los miembros de la prestigiosa escuela de gastronomía “Cordon Bleu” para celebrar un curso de preparación de helados que se denomina “Gelati Fantasiosi”.
El David de Miguel Ángel, que se puede contemplar en la Galleria dell´Accademia, concretamente en la alargada Sala del Colosso, ha tenido una vida llena de incidentes. Un dedo gordo se rompió accidentalmente con un martillo, perdió un brazo cuando unos gamberros le lanzaron una silla y, también, en una ocasión, le alcanzó un rayo. La escultura está realizada en un bloque de mármol de cuatro metros de largo que era de forma irregular, muy delgado y agrietado. Fue rechazado por escultores de la talla de Jacopo Sansovino y Leonardo Da Vinci. Miguel Ángel convirtió esos defectos del mármol en sus mayores virtudes. La escultura se concibió para ser expuesta en una plaza pública observable desde abajo. Fueron necesarios cuarenta hombres y cuatro días para mover la escultura realizada hasta la Piazza della Signoria, donde se convirtió en un símbolo de libertad.

Los florentinos lamentan que el turismo haya convertido a su ciudad en una de las más caras de Italia y temen que sea, muy pronto, un parque temático renacentista, con el David como mascota.  Personalmente, al igual que pasa con Venecia, creo que ya lo es.


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