El
pasado domingo, Javier Marías escribía en LA ZONA FANTASMA, su
columna de “El País Semanal”, sobre la ciudad de Soria, lugar
en el que resido desde hace más de treinta y tres años.
El
padre de Javier, Julián, filósofo y ensayista vallisoletano,
discípulo de Ortega y Gasset, encarcelado y represaliado por ser
republicano, era un enamorado de la ciudad castellana, pasando con su
familia muchos veranos en Soria disfrutando de su clima y
tranquilidad. Según la biografía oficial de Javier Marías, el
amigo soriano de su familia, Heliodoro Carpintero, fue quien, en
parte, le enseñó a escribir. Por lo visto, Javier lo hacía de
derecha a izquierda y Heliodoro corrigió su defecto. Pues bien, hace
doce años y tras más de veinte de no pisarla, decidió alquilar el
piso de Heliodoro (ya fallecido), situado al comienzo del Paseo del
Espolón, pasando allí temporadas y escribiendo parcialmente sus
últimas cuatro novelas.
En
su artículo carga tintas contra lo que ha sido el último lustro en
Soria, vivido en propia carne, coincidiendo con la alcaldía de
Carlos Martínez del PSOE. Básicamente, detalla lo ruidosa que se ha
convertido una ciudad que, si bien antes era un lugar singular,
decoroso y digno; una ciudad austera, tranquila y fría, ahora con su
"valencianización" es un sitio vulgar como cualquier otro.
Escribe sobre las largas y bulliciosas fiestas, las monótonas
charangas, las carpas con sonidos estridentes, el mercado medieval y
su excesiva duración, los ruidos que producen los dulzaineros, los
ensayos de tambores y trompetas en Semana Santa, los bares y terrazas
con música a tope y sin respetar horarios, los botellones en el
parque de la Dehesa, el trenecito, el sistema de recogida de hojas a
mil decibelios, el estrépito que produce en el suelo el juego de la
tanguilla y, ahora, para más “inri”, la construcción de la
disparatada obra del aparcamiento, justo al lado del parque. Para
compensar, supongo, también arremete contra la poca importancia que
dan las actuales autoridades a los poetas.
Todo
ello para despedirse de Soria. ¡Aquí no hay quien viva! Su refugio
soriano se ha convertido, por todo lo explicado y algo más, en un
asedio, obligándole, con todo el dolor de su corazón, a abandonar
la ciudad y su alquilado piso.
Como
ustedes supondrán el tema ha calado hondo en la población soriana.
La polémica ha surgido en las redes sociales y en distintos foros de
Internet. Incluso, personalmente, he intervenido en Facebook dando mi
opinión al respecto. Muchas personas, de dentro y fuera de Soria,
han plasmado sus puntos de vista. Para muchos, con esas valoraciones
de Javier, se pierde un lugar idílico. Otros, sin embargo, defienden
sus costumbres. Muchos otros cuestionan la necesidad del nuevo
aparcamiento subterráneo. Hay opiniones para todos los gustos.
Para
mí, Javier Marías es uno de los autores literarios nacionales más
importante de los últimos años. He leído casi todos sus libros y
he aprendido mucho de él. Hasta hace poco más de un año era, junto
a Manuel Vicent, uno de mis columnistas favoritos de la prensa
española, sin embargo, no sé sí por mi culpa (todos vamos
cambiando con el paso del tiempo) o por su manera de escribir tan
cáustica y mordaz, me ha cansado. Ayer, comentando con un amigo su
columna titulada "Cuando una ciudad se pierde", hablábamos
que con los años nos hacemos raros, es inevitable. Aunque, desde mi
punto de vista, respetando todas las opiniones e intereses en
relación a su artículo, tengo que aportar algunas cosas.
Soria
se diferencia poco de otras ciudades del panorama nacional. Somos un
país ruidoso, poco respetuoso con los demás y bastante sucio. Todo
se produce por nuestra educación. Cuando viajo a otros países
situados más al norte que el nuestro en el continente lo constato. A
diferencia nuestra se respetan los horarios, nadie está gritando por
la calle a deshora, no alborotan, son mucho más limpios… Sin
embargo aquí, los centros de las ciudades son lugares, sobre todo
los fines de semana, donde es imposible descansar. Cuando estoy en
Zamora vivo (igual que hacía Marías en Soria) en el centro y
durante toda la noche pasa gente gritando, coches con la música a
tope, motos que rompen la barrera del sonido, camiones de recogida de
basura que hacen un ruido bestial… Creo que lo que pasa en Soria o
en Zamora los fines de semana puede trasladarse a cualquier otro
municipio. Sin embargo en Soria, en las ciudades pequeñas, como pasa
en Gran Hermano, todo se magnifica. El hecho de vivir en el centro
trae esas desagradables consecuencias, independientemente de la falta
de civismo que por desgracia acompaña a la mayoría de los
ciudadanos. Otro autor literario de prestigio también pasa periodos
en Soria, en este caso en la provincia. Se trata de Fernando Sanchéz
Dragó. Él no vive en el centro de ninguna ruidosa ciudad, vive en
un pueblecito de muy pocos habitantes. Tiene varias casas. En una ha
aparcado su inmensa biblioteca personal, en otra vive… nunca lo he
oído quejarse del ruido.
Estoy
de acuerdo con varias de las cosas que apunta en su artículo Javier.
El aparcamiento subterráneo costará un dinero importante a las
arcas municipales, las obras volverán locos a los vecinos durante
unos años, sin lugar a dudas pasará factura a las especies
naturales que allí habitan desde hace décadas… y, además, me
parece innecesario. El trenecito, ruidoso para muchos vecinos de la
ciudad, debería reservarse a épocas estivales y puentes diversos.
Habría que controlar con mayor intensidad el horario de las terrazas
de los bares, habría que respetar el alto volumen (también el
horario) de los altavoces en las verbenas e intentar perturbar lo
menos posible el sueño de los ciudadanos. Siempre me pareció una
barbaridad asfaltar la Dehesa.
No
me parece correcto aplicar toda la problemática que explica en los
últimos cinco años. Considero que, a excepción de la construcción
del parking, "la escandalera" a la que se refiere, se viene
dando, por desgracia, desde hace algunos años más que el último
lustro coincidente con la alcaldía del PSOE.
Lamento
que el señor Marías nos abandone pero entiendo su actitud. Él
puede decidir su nuevo refugio cuando, desgraciadamente, muchos
ciudadanos no tienen ni donde caerse muertos. Seguiré leyendo sus
libros, seguiré recomendando a otras personas los que considere
interesantes, al igual que él hacía con nuestra ciudad para que los
forasteros la visitaran, y, sobre todo, desearé que todo ello sirva
para que escriba cosas más bellas y deje de ser el cascarrabias que
acompaña sus últimos textos. Salud y suerte para cumplir, Javier.
En Soria siempre le recordaremos, no le quepa la menor duda.
11 comentarios:
Pero bueno! El problema d siempre en España. A una subjetividad (Marias) opongo otra subjetividad (la mia). A la objetivizción de un hecho (molestias en Soria) se relativiza diciendo que bien, tiene razón pero que pasa en más sitios. O que, el tiene más casas en donde elegir. Otros no!!! Marias habla claro.
Subjetivación relativizada ¿????????
He releído la columna de Marías otra vez más, y me ratifico en la primera impresión que tuve cuando lo leí a través de tu anterior entrada:
me parece, a pesar de todos los detalles que da, un artículo 'nebuloso', diría yo...
Tengo la sensación de que el desencanto que transmite y la sensación amarga que parece tener, oculta en realidad alguna otra razón que no nos deja ver.
A mí, particularmente, no me aportan demasiado los artículos que sólo parecen 'dibujar' aspectos negativos, aislados, sin matizar, que no ayudan a construir, sino a 'derrumbar' ,sin más explicación...
Por eso mismo, tu reflexión sobre su columna es aún más válida : muestras seimpre la otra cara, la que reflexiona y no se conforma con una lectura superficial. Aportas, y respetas, además. Casi nada:)
Felicidades
Un beso
PD; ya puedo comentar como 'mí misma'. La culpa no era de Blogger, sino mía.Mis despistes con las contraseñas..jajaj
Mismamente tú, despistaduca.
Gracias por ¿valorarme? así, sin siquiera relativizar lo subjetivo de lo cuantificable metódicamente. W. Allen me ha escritoooooooooooooo. Biennnnnnnnnnnnnnnnnnn. Eso sí, como anónimo, claro!!!!!!!!!!!!!!
Gracias, otra vez...
De nada:)
Y saludos para el anónimo:)
Bufff, pues muy mal me lo pintas (o me lo pinta Marías).
Para mí Soria es la ciudad idílica para vivir, donde espero, en algún futuro pasar largas temporadas (si llego a cobrar la jubilación, porque tal y como están las cosas...).
Me gusta escribir de las ciudades que conozco y visito o que visito por primera vez... pero de Soria se me hace difícil; es algo así como desnudar demasiado mis sentimientos y no sé si encontraría las palabras adecuadas de lo que siento cuando paseo por sus calles, miro, observo, visito... Es complicado describir sentimientos con palabras.
Coincido con los comentarios, ¿acaso hay que demonizar a Soria?
En fin, dicen que de bien nacidos es ser agradecido y no creo que sea esa la actitud. De todas formas me parece que Marías anda un poco lento de "reflejos", ¿cinco años ha tardado en darse cuenta?
Un saludo.
Marino, todo un privilegio recibir de nuevo tus comentarios en mi humilde blog. No te preocupes, Soria sigue siendo, más o menos, a pesar de los comentarios del concejal de cultura, lo mismo, Saludos. TE ESPERO.
Me parece que la actitud del señor Marias recuerda un poco a la del noble que va a la finca y utiliza el derecho de pernada...
Siento no estar de acuerdo con Marias, ha utilizado un medio público para desahogarse de un problema personal con el señor del bar de abajo...
En ningún momento habla del bar de abajo, anónimo.
Muy bueno el artículo, Luis.
Un saludo.
Gracias, Pocho. Te saludaré la próxima vez que te vea en Mercadona- E. Saavedra :-)))))
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