Me encontraba en "The
Taste Corner", creo que es así su nombre tan british, cuando
comencé a hablar por teléfono en relación a mi nuevo Mac. Al
mismo tiempo, comía una de las casi cien diferentes especialidades
modelo "chapata", con nombres en castellano. Me sentía
tan emocionado con mi nuevo Mac que no me daba cuenta que las mesas
de mi alrededor estaban también ocupadas. Preguntaba a mi
interlocutora dónde podría recoger mi Office y cómo podía acceder
al DriveBox. Hablaba de iTunes, iPhoto y de aspectos relacionados con
el mundo Apple, también de enviar un e-mail por hotmail o gmail y
otros múltiples "palabros" de la lengua de Shakespeare. Hubo un
momento que miré a mi alrededor y muchos de los comensales cercanos,
que también devoraban sus chapatas, me observaban impresionados.
Parecía todo un hombre de negocios de Wall Street aunque con un
acento inglés que dejaba mucho que desear. Tal vez, mis paisanos
reunidos ese sábado por la mañana en "The Taste Corner"
para devorar “minichapatas”, hablaban perfectamente el idioma
informático por antonomasia y les chocaba mi acento españolizado.
Es increíble cómo, en un periodo no demasiado largo, el lenguaje de
la informática nos ha atrapado. Cuando colgué, acabando así mi
conversación, seguí leyendo el Diario Montañés con la intención
de absorber lo que pasaba en mi tierra, de nuevo ajeno a los
otros comensales y volviendo a la realidad escrita en nuestro rico
idioma. Me asomé a uno de los ventanales del centro comercial, para,
en ese día tan soleado, disfrutar con el paisaje que tan poco contemplaba últimamente. El aeropuerto con muy pocos aviones y algunas
avionetas, la bahía al fondo y a su izquierda numerosos edificios
construidos de manera más bien anárquica. Olvidé todos los datos y
aplicaciones que nos tienen atados al mundo moderno, dirigiéndome a
una taberna de toda la vida situada en Adarzo. Una vez
dentro saludé a la dueña y escuché a mi alrededor los mismos
acentos que acompañaron mi infancia. A su vez, otro de mis
sentidos favoritos quedó atrapado por unas rabas
excelentemente rebozadas y medio vermú de solera . Mi Mac, y todo su
universo, podía esperar. Mejor que no se sintiera tan importante
como lo era yo en aquel momento.
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2 comentarios:
Toma!!...jajaja.
está claro,
las i-rabas no saben a nada...:))
Felicidades ,en cualquier caso ,por entrar en el mundo Mac. Te dará i-satisfacciones y i-alegrías: )
i-beso
i-Gracias, hippppppppp.
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