jueves, 8 de marzo de 2007

NOSTALGIA CON CINEMA PARADISO


NOSTALGIA

En algún lugar he leído que la película italiana “Cinema Paradiso” debería ser de visión obligada para todos los aficionados al cine. Tengo que decir que estoy totalmente de acuerdo, nos traslada a un lugar perdido de nuestra memoria.

El cine ha marcado fuerte a mi generación y a algunas otras generaciones anteriores. En los años sesenta el proceso de proyectar una película era una labor artesana, requería de una cuidadosa preparación antes y durante la proyección. Más tarde en mi lugar de trabajo, un internado, he tenido la suerte de poder realizar esa función (en los últimos años de cine embasado en rollos kilométricos de película) y puedo afirmar, a pesar de multitud de problemas que entonces hicieron que blasfemara y me acordara de la familia del inventor de esos trastos, que se trató de momentos memorables para mi y para mis alumnos.
Primero hacer el pedido a una empresa de Barcelona con nombre de santo, luego percatarte de que la película te la han enviado a tiempo, cerciorarte que no se han confundido (alguna vez pasó), poner y quitar los rollos, estar atento ante posibles averías y disfrutar con el haz de luz que quedaba reflejado en la pantalla.
Hoy en día las producciones son digitalizadas, no hay prácticamente riesgo de avería, puedes adquirir la película en DVD y disfrutarla en casa cuantas veces lo desees, no abultan ni pesan, se incrementa la calidad y no tienes problema con el envío como ocurría con las cintas, pero se ha perdido la fantasía de lo pasado.

Yo empecé a ir al cine a los cinco años con mi abuela, la primera película que vi era de Joselito, un niño que cantaba y tenía gran éxito en España. Lo recuerdo perfectamente, perdí un anillo y fue angustioso. Se trataba del Teatro Pereda, en Santa Lucía, junto al Río de la Pila, un teatro y cine desaparecido que recordarán muchos santanderinos.
Cuando tenía unos años más empecé a ir los sábados a las tres y media al cine de los Padres Pasionistas, todo estaba lleno de chiquillos, casi siempre las películas que nos proyectaban eran de vaqueros. Recuerdo que eran momentos esperados por todos y el cine, una vez más, nos unía en nuestro ocio, acompañado casi siempre por gritos histéricos y aplausos ante imágenes de “vaqueros” que destrozaban a los “indios” en largas peleas a lomos de sus bravos caballos. En la adolescencia el cine Kostka, en la calle Guevara, y nuestros primeros ligues...

En Cinema Paradiso hay un cura que es censor de las películas que van a ver, momentos más tarde, sus parroquianos. Cuando llega un beso o una escena subida de tono, toca una campanilla y el operador coloca un papel en los fotogramas censurados para más tarde realizar el corte pertinente. Viví varios años la época de Franco y entonces muchas películas (al igual que libros o incluso discos) eran censuradas, por considerarse pornográficas, políticamente incorrectas o por otra serie de circunstancias ofensivas para los ciudadanos. Hubo una temporada que los españoles íbamos a ver cine a la vecina Francia y así poder comprobar que las artistas, que conocíamos por las revistas, tenían un precioso cuerpo desnudo e incluso hacían el amor.
Cuando murió Franco las pantallas lo celebraron a su manera y proyectaron todas las películas consideradas incorrectas. Pronto nos aburrimos de ellas, claro, la mayoría tenían unos guiones para echárselos de comida a los cerdos. Realmente no vi muchas películas con contenido erótico, aunque me gustaron dos, Belle de Jour y el último tango en Paris.

Estudiando en Valladolid me hice socio de un cine club que había en La Salle, allí pude deleitarme con los mejores directores de aquella época, Fellini, Antonioni, Coppola, Kubrick…

El cine ha marcado y marcará mi vida, forma parte de mi y tengo varias películas favoritas que no viene ahora a cuento enumerar, pero ciertamente, Cinema Paradiso es una de ellas y hoy he tenido la suerte de poder verla de nuevo en el salón de mi casa, cómodamente y al ritmo que yo he querido marcar. Sin embargo me ha hecho recordar otros tiempos y me ha transportado a momentos mágicos en mi infancia y en mi juventud. Cinema Paradiso trata de eso, de la nostalgia, y cuando alguien toca de esa manera tu interior siempre hay una lagrimita incontrolada que recorre tu cara y hace que acaricies tiempos en que ocurrían cosas diferentes a las de ahora. Merece la pena afrontar ese riesgo.

1 comentario:

Luis López dijo...

Releyendo el texto me doy cuenta de que "los curas" han formado parte importante de mis incursiones en el cine:
Pasionistas, Kostkas, La Salle...

Afortunadamente, con el tiempo, he cambiado sus cines por salas más convencionales, pero agradezco su apoyo de entonces.

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