viernes, 7 de enero de 2011

NADIE ES PERFECTO


Cuando alguien que te conoce superficialmente te dice que “nadie es perfecto” y que “afortunadamente no eres el hombre ideal”, sin duda se refiere a que le has decepcionado en algo. Ni mucho menos me considero un hombre ideal, con seguridad tengo más defectos que cualquier humano tomado al azar. El problema, casi siempre, viene dado por el baremo que utiliza la sociedad para medir todas y cada una de las facetas del individuo. Así, nos marcamos unos parámetros determinados para valorar a cada uno sin ni siquiera profundizar en el aspecto individual y dejándonos llevar por los estándares universalizados.
Personas que son esenciales en mi vida tienen carencias como cualquier otro individuo. Hay personas muy ordenadas, cuidadosas, qué, por encima de todo, valoran todo lo referente a la limpieza convirtiéndolos en esclavos de Mr. Proper . Otras, con las ideas muy claras, que les cuesta ordenar los conceptos esquemáticamente. Algunas otras tienen que realizar su vida de manera más lenta que los demás. Por suerte, todos somos iguales pero todos somos diferentes. De hecho, hay parejas que son diametralmente opuestas y han encontrado en el otro (o en la otra) lo que se denomina, lamentablemente, la media naranja.
Paso parte de mi tiempo en un mundo diferente. Eso me hace ver la vida de manera distinta a otros semejantes. He aprendido, tal vez por repetición y monotonía, que la vida puede llevarse a cabo desde múltiples opciones, unas veces elegidas de modo propio y otras, por desgracia, impuestas en beneficio de la persona. Ese mundo diferente es una “institución”, con ese régimen un tanto carcelario que produce “estar dentro”. Los seres que allí habitan, todos ellos muy queridos para mí, son diferentes, o, mejor dicho, la sociedad los ha hecho diferentes. A veces me preguntan ¿cómo son? y siempre respondo lo mismo “personas como tú y como yo”. Personas que han ido cumpliendo años y cuyo registro está ahí. Personas que son diferentes entre sí, que padecen enfermedades, que se alimentan, que necesitan descanso e intimidad, que tienen pertenencias, por extrañas que nos parezcan, que, en la mayoría de los casos, no tienen la vida sexual que les gustaría, que necesitan a alguien en quien confiar, que necesitan cariño y, generalmente, un apoyo de confianza que les vaya indicando la manera correcta de adaptarse a esa sociedad tan exigente que está fuera, para aprender las habilidades precisas e intentar desenvolverse socialmente.
Mis amigos no son los hombres y mujeres ideales. Lo ideal lo marcan los cánones establecidos y ellos luchan justamente para, simplemente, estar en lo más bajo de esa escala. Ellos me han enseñado que hay que saber estar en el escalafón que te ha tocado y, por ello, ni quiero ni podré ser nunca el hombre ideal para nadie. Aunque, les diré un secretillo, cuando estoy a su lado, al menos intento que me vean como su hombre ideal. No tengo más interés que serlo para ellos. Mi objetivo diario simplemente es ese. Aunque, en la mayoría de los casos, he de reconocer que los hombres y las mujeres ideales son ellos y ellas, pero no quiero que se enteren, de ser así nos verían a los “de fuera” como gente simple, vulgar y aburrida. Sería un caos para todos ¿no les parece?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que la perfección vive dentro de cada hombre y de cada mujer, simplemente hay que saber en que parte de ti se encuentra. No hay nadie perfecto, y tampoco nada perfecto, eso son tópicos.

La Rata Paleolítica dijo...

Preciosa entrada Luis. Me ha encantado. Todo lo mejor para el nuevo año.

Jesús.

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