miércoles, 30 de diciembre de 2020
FATIGA PANDÉMICA
jueves, 17 de diciembre de 2020
TIEMPO DE LECTURA
"Hace ya muchos años que, de mi infancia en Combray, solo existía para mí la tragedia cotidiana de acostarme. Un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso tomar, contra mi costumbre, un poco de té. Dije que no, primero, pero luego, no sé por qué, cambié de opinión. Mandó a comprar uno de esos bollos pequeños y rollizos que se llaman magdalenas, y que parecen haber sido moldeados en las valvas con ranuras de una concha de Santiago. Pronto, maquinalmente, agobiado por el día triste y la perspectiva de otro igual, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había dejado reblandecer un trozo de magdalena. Pero, en el instante mismo que el trago de té y migajas de bollo llegaban a mi paladar, me estremecí, dándome cuenta de que pasaba algo extraordinario. Me había invadido un placer delicioso, aislado, sin saber por qué, que me volvía indiferente a vicisitudes de la vida, a sus desastres inofensivos, a su brevedad ilusoria, de la misma manera que opera el amor, llenándome de una esencia preciosa; o, más bien, esta esencia no estaba en mí sino que era yo mismo. Y no me sentía mediocre, limitado, mortal. ¿De dónde podía haberme venido esta poderosa alegría? Me daba cuenta de que estaba unida al gusto del té y del bollo, pero lo sobrepasaba infinitamente, no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía? ¿Qué significaba? ¿Cómo apresarla? [...]
Y, de repente, el recuerdo aparece. Ese gusto es el del trocito de magdalena que el domingo por la mañana en Combray (porque ese día yo no salía antes de la hora de misa), cuando iba a decirle buenos días a su habitación, mi tía Leonie me daba, después de haberlo mojado en su infusión de té o de tila. La vista de la pequeña magdalena no me había recordado nada, antes de probarla; quizá porque, habiéndolas visto a menudo después, sin comerlas, sobre las mesas de los pasteleros, su imagen había dejado esos días de Combray para unirse a otros más recientes [...]
Y desde que reconocí el gusto del trocito de magdalena mojada en la tila que me daba mi tía (aunque todavía no supiera y debiera dejar para más tarde el descubrir por qué ese recuerdo me hacía feliz), en seguida la vieja casa gris, donde estaba su habitación , vino como un decorado teatral a añadirse al pequeño pabellón que estaba sobre el jardín ..."
Marcel Proust, Por el camino de Swann, Alianza
Todo este preámbulo para decir que, también, a raíz del programa francés, comencé a leer de nuevo “Por el camino de Swann”, libro de bolsillo, en edición argentina, que adquirí en el año 1992 en La Habana y que leí en su momento. Además, tengo preparado en la recamara otro libro de Clarice Lispector, escritora brasileña nacida en Ucrania, de origen judío y de difícil clasificación en lo concerniente a la escritura. Tengo mucho interés en leer “La pasión de G.H.” de esta escritora tan original, con una interioridad profunda y siempre relacionada con complejos procesos emocionales y mentales.
“Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí algunas líneas maravillosas, lo cerré de nuevo, me fui a pasear por la casa, lo postergué aún más yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad.” CLARICE LISPECTOR
miércoles, 16 de diciembre de 2020
MI MAYOR HOMENAJE SON ELLOS
“Faltan 4 días para que se cumplan dos meses de jubilación pero debido a mi lumbociática, que prácticamente lleva ese mismo tiempo manifestándose en mi interior, no he podido darme cuenta de ese placer que tanto anhelaba. Pero, por suerte (tocaré madera) hoy es el primer día que me siento optimista ya que dicho malestar parece va disminuyendo.
Hoy, debido a una llamada de mi excentro de trabajo para ir a firmar unos papeles, me di cuenta de que era mi última firma y que, oficialmente, ya no volvería por allí. Se trata de una resolución por la que la Junta de Castilla y León me concede una placa conmemorativa en agradecimiento a los servicios prestados en mis 42 años de servicio. No soy de homenajes, pero ese día será un honor recibir esa placa que ha supuesto tantos sacrificios laborales y, cómo no, tantas gratificaciones por parte de mis chicos y chicas. Con toda seguridad me emocionaré por todo lo que significa para mí.”
Eso lo escribí hace una semana y hoy lo retomo ya que, de nuevo, he recibido otra llamada telefónica de una administrativa de mi antiguo centro de trabajo. Es para transmitirme que han llamado de la Delegación de la Junta de Castilla y León para que sepa que mañana se hará entrega de la placa que comentaba más arriba, pero que debido a la pandemia no quieren que sea un acto muy numeroso, por lo que puedo optar a ir para que me lo entregue la Sra. Delegada, o bien, me lo envían a mi domicilio. La opción no me la he pensado dos veces: “que me la envíen, por favor”. Ya dije que no soy de homenajes y la posibilidad de elección es excelente. De esa manera, podré celebrarlo a mi manera, seguramente con una copa de cava y una fotografía para compartir con amigos y familiares dicho acontecimiento tan íntimo, pero no por ello significativo, como también dije más arriba.
A una semana del escrito anterior ya estoy prácticamente sano, las molestias han desaparecido, camino diariamente más de seis kilómetros y mañana conduciré algo más de tres horas después de dos largos meses sin poder hacerlo. Intentaré retomar mi tiempo libre de una manera más lúdica que durante estas ´últimas semanas, empezaré a tomar algo de vino e intentaré celebrar la Nochebuena con algunos de mis seres queridos tomando todas las medidas oportunas para evitar contagios. Aprovecho para desearos unos muy felices días.
SINDICATOS MAYORITARIOS Y LUCHA OBRERA
Obviamente, la charla la organiza un sindicato mayoritario, una de esas organizaciones a las que el Estado encomienda la función democrática de defender a los trabajadores que no dejan de ser instituciones públicas financiadas para que realicen funciones como la negociación colectiva, asesoramiento...
Soy de los que considero que, en la sociedad actual, en tiempos neoliberales, en los que el conjunto de ciudadanos soporta la agresión del capitalismo que se empeña en desmantelar la resistencia de las clases populares, los sindicatos, claramente, se han instalado al lado del poder político y eso, junto a conductas reprobables de algunos de sus miembros, han creado una muy mala imagen en la sociedad. Desde luego, considero que tanto los partidos políticos “de clase” como los sindicatos han de tomar un giro de trescientos sesenta grados para que los ciudadanos se sientan apoyados por ellos, pero eso generaría perder muchos privilegios que, con seguridad, no estarían dispuestos a asumir y, claro, así nos va. Dice Leo Moscoso que “con una clase obrera profundamente fragmentada y dispersa, con la inmensa mayoría de los trabajadores en precario, con una patronal crecida y corrupta, con los viejos partidos obreros, que han dejado de ser obreros, los sindicatos están abocados a asumir funciones que van más allá de los intereses de sus afiliados y que van más allá de concebir los centros de trabajo como el núcleo fundamental de la lucha. En estas circunstancias, “sencillamente no es posible hacer sindicalismo exclusivamente desde los centros de trabajo y ha llegado el momento de organizar a los trabajadores fuera de las fábricas “.
En estos tiempos hay que trabajar para intentar salir de esta crisis que nos martiriza y hay que poner todos los medios para salir cuanto antes de ella, sin embargo, no creo que sean los políticos y los sindicalistas los que nos ayuden a hacerlo. Lo hará la gente trabajadora que se mantiene en sus puestos de trabajo, a pesar de la precariedad, de que no se respeten sus derechos. La mayoría de los trabajadores no creen en los sindicatos, estos sufren una profunda crisis fruto de los cambios que ha experimentado la sociedad y que ha provocado la globalización en todas sus estructuras. Mientras no se transformen nuestros "representantes" todo seguirá igual por muchas charlas que se organicen. Deben acercarse más al trabajador (aunque no sea afiliado) y alejarse del poder, solo así empezaremos a creer en ellos como salvaguardia de los derechos laborales y sociales.
martes, 15 de diciembre de 2020
DESTRUYENDO PAPELES QUE SIGNIFICAN VIDA
lunes, 14 de diciembre de 2020
LA FÁBULA DE LA RANA
El sol y la música, que suena de fondo, activan mi estado emocional y mi motivación, me siento bien acompañado. Poco a poco voy saliendo de ese pozo (lumbociática) que, aunque no se reconozca como enfermedad, te mantiene en un estado de dependencia y de dolor, prácticamente constante, que te deja psicológicamente algo tocado. Por tanto, saltaré con todas mis fuerzas hacia el exterior como hizo la rana de la fábula.
miércoles, 9 de diciembre de 2020
ESENCIA DE LA NAVIDAD
Cuando iba a recoger mi coche me fijé en una niña negra de unos 7 años. Por la hora que era supuse que vendría del colegio, aunque me llamó la atención de que fuese sola por la calle. Todo se desarrolló en escasos segundos y, claro, apareció, de la mano de su madre que estaba tapada por una furgoneta en mi primera visión. Esa escena me recordó cuando yo era niño, entonces íbamos y volvíamos al colegio solos o acompañados de algún hermano o vecino. Era difícil ver a algún padre yendo al colegio con su hijo. Había menos peligros que en la actualidad, supongo. El caso es que nunca me pasó nada en esos trayectos de casa al cole y viceversa. Además, pensé, ya que estamos en vísperas de Navidad, que la primera persona de color que vi fue al Rey Baltasar durante la Cabalgata. Hace más de cincuenta años era muy difícil ver a personas que no fueran de nuestro país, todos nuestros compañeros eran iguales en idioma, color y religión. Durante todos los años en los que cursé el bachillerato en Santander, tan solo conocí a dos compañeros que resultaban exóticos, uno era uruguayo de acento imposible (le llamábamos “tupamaro”) y otro soriano, de Duruelo de la Sierra. Es curioso todo esto desde la perspectiva actual.
La Navidad, de niño, era absolutamente maravillosa, todo estaba decorado de manera que resultaría ahora simple, luces de colores, espumillones plateados, verdes o rojos, y bolas de colores en los arbolitos, nacimiento con piezas rústicas... variedad de comidas muy especiales, sidra, dulces (mazapán de cocodrilo) y turrón... que para la austeridad del resto de los días resultaba un festejo único. Al día siguiente a Nochebuena o Nochevieja, el comentario con los amigos era: ¿Hasta qué hora te quedaste anoche? A veces se exageraba diciendo que hasta las cinco y media, pero casi nunca nos íbamos a la cama más tarde de las tres o tres y media de la madrugada. Fueron días felices, inigualables, asombrosos, que sabíamos se repetirían al año siguiente. Sin embargo, con el paso de los años van desapareciendo tus seres queridos, los que entonces, haciendo grandes esfuerzos de todo tipo, especialmente económicos, preparaban toda aquella magia qué, ahora, desgraciadamente, ha desaparecido, al menos para mí. Cuando pasa el tiempo falta el estímulo de los que ya no están y todo pierde aquel valor que de niños era puro hechizo.
Desde mi perspectiva actual la Navidad ya no tiene aquella chispa. Cuando eres mayor estas fiestas las ves de otra manera, todo se ha convertido en una frenética carrera comercial. El shopping es realmente el motor que mueve la fiesta. Gastamos dinero como símbolo para implorar a ese capitalismo que, desafortunadamente, nos hace más felices, más iguales a nuestros vecinos. Históricamente, los pueblos siempre han celebrado el solsticio de invierno como el momento en que los días comienzan a ser más largos, indicando que la tierra vuelve a la vida, pero ahora, el espíritu que siempre ha defendido la Navidad desde su vertiente cristiana, con valores como la generosidad, humildad, gratitud, solidaridad, reconciliación, paz y amor, se han perdido por cuestiones materiales que hacen más referencia a la realidad del momento. Pero ya en 1843, Charles Dickens puso todo esto en la palestra pública, aunque entonces menos dimensionado, gracias a su “Cuento de Navidad” que es un análisis social de la pérdida de valores ante los sistemas económicos, pero en un formato más accesible a las masas para convertirse en un clásico.
Decía Ayn Rand que “el amor es la expresión de los valores de una persona. La Navidad es un festival de expresión de valores. Pero para ello, poder expresarlos de la forma más acabada imaginable, sean materiales o inmateriales, necesitamos una dosis creciente y lo más inabarcable concebible de la premisa que los hace posible: el Capitalismo”.
martes, 8 de diciembre de 2020
FUSILAR A 26 MILLONES DE HIJOS DE PUTA
Mark David Chapman es periodista, cristiano e hijo de un sargento de la Fuerza Aérea de EE. UU. Declaró que tenía miedo a su padre cuando era niño ya que abusaba de su madre, también fantaseaba con dioses y personas imaginarias de las que él tenía el control. Tuvo una adolescencia complicada ya que padeció acoso escolar y desde los catorce años consumía drogas de todo tipo. Su grupo musical favorito era The Beatles. En la actualidad tiene 65 años, sigue con vida y permanece recluido en su celda del Correccional de Attica. A Mark se le detectó una esquizofrenia paranoide y se le diagnóstico de maníaco depresivo.
Hace cuarenta años un esquizofrénico cometió un crimen y, hace unos días, otro loco, un exmilitar español, en un chat de altos mandos del Ejército ya retirados, llama a fusilar a 26 millones de “hijos de puta” y dar un golpe de estado.
"No queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta", "hacen falta 26 millones de balas" o "Qué pena no estar en activo para desviar un vuelo caliente de las Bárdenas a la casa sede de estos hijos de puta". Estos son algunos de los mensajes que altos cargos retirados del Ejército del aire, pertenecientes a la XIX promoción, que desvelan las afinidades en la Armada por la extrema derecha y que han sido publicados por infoLibre.
Por desgracia, en la sociedad en que vivimos todo es importante, trascendental, urgente. Las prisas nos pierden y no dedicamos un momento al presente, estamos agobiados por la falta de tiempo y hacemos diez cosas al mismo tiempo. Consumir de forma impulsiva aplaca ese estrés y esa ansiedad que nos produce llevar una vida acelerada. No es de extrañar que esta sociedad enferme mentalmente a las personas. Debemos encontrar momentos para nosotros, reflexionar, aparcar los problemas para intentar no volvernos locos y no radicalizar, como han hecho estos insensatos, la vida política de un país. Vivimos en democracia (ya sé que no es la opción idónea pero, mientras encontramos otro régimen político más avanzado no nos queda otra que vivir con ella y aceptarla) y debemos transigir con lo que desea la mayoría. Ese grupo de retrógrados va en contra de los valores sociales y del evolucionismo antropológico. Desean por todos los medios aniquilar a los que no son como ellos, tan patriotas y conservadores. Fusilar a 26 millones de españoles es un reto hoy imposible para los que solo sueñan con un golpe de estado y otra guerra civil, pero, por suerte, no lo conseguirán.
Respetemos todas las ideas por contrarias que sean a lo que pensamos, pero no admitamos nunca la violencia como medio para imponerlas. A pesar de todos esos inconscientes, la vida continúa...
ZAMORA, PURA VIDA
Día de Reyes. Me levanté más temprano de lo que pretendía, probablemente por un dolor lumbar que no me deja seguir acostado, males de guerr...
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La lectura de un libro me ha trasladado a la época que me tocó vivir en tiempos del dictador Franco. Todo ha surgido cuando se describía, en...
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Siempre me ha parecido curioso que Castellón sea la segunda Provincia más montañosa de España. Acompaño un texto sacado de Wikipedia. He int...