miércoles, 2 de mayo de 2007

PRIMERO DE MAYO


Parecía que me encontraba ante una viñeta de Azagra, el genial dibujante de “El Jueves”, pero no, era ”1 de mayo”. Alrededor de trescientas personas pertrechadas con banderas, gorras, pegatinas y chalecos fosforescentes, vomitaban consignas incomprensibles por sus megáfonos. Sin duda una estampa digna del maestro del cine Bernardo Bertolucci, aunque en una escena algo caducada debido al paso inquebrantable del tiempo.
Iban deprisa, como con ganas de que todo pasara apresuradamente. Los peatones miraban perplejos la composición, algo surrealista, de los manifestantes. Abrían la manifestación varios participantes portando una pancarta que firmaban los sindicatos Comisiones Obreras y UGT, por detrás se situaba el grueso de sindicalistas acompañados por sus parejas y algunos niños. A unos cien metros de los últimos sindicalistas se manifestaban unas veinte personas con una pancarta alusiva a Izquierda Unida, decía algo así como: “también somos obreros”. Portaban una bandera republicana, otra de Cuba con fotografía incluida del Che, dos banderas comunistas y otra pancarta más pequeña con fotos de Marx, Lenin y Engels. Más atrasados, a unos doscientos metros, cerraba la procesión otra docena de personas que con megáfonos en mano vertían improperios hacia todos los anteriores. Eran de la CNT. Ciertamente hacían sonreír a los que se encontraban apostados en las aceras debido a sus curiosas consignas en prosa. Hacían referencia a “los obreros no tienen BMW ni despachos al lado del poder” o “esto no es ninguna romería”, arremetiendo de manera ingeniosa a los dirigentes de UGT y CC.OO. Cuando los de delante de la marcha hacían alguna reivindicación en voz alta, los de la CNT respondían de manera improvisada y todos reíamos.
Parecía una obra de teatro estudiada minuciosamente, aunque algo pasada de moda y con muy pocos artistas. El Primero de Mayo , por lo que pude comprobar, ya no lo secunda nadie, salvo un porcentaje muy pequeño de sindicalistas liberados. Yo creo que con el tiempo desaparecerá, sobre todo teniendo en cuenta que cada año el nivel de vida es más alto y los sueldos tan solo suben un pequeño dos por ciento. Me da la impresión que somos cada vez menos los que creemos en esos sindicatos que cada vez tienen más liberados y menor presencia en los lugares de trabajo, el sitio donde deberían estar. Mientras tanto, los que no nos manifestamos con ellos (ni contra ellos) seguiremos trabajando con su bendición o sin ella, ¿total?

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