domingo, 27 de enero de 2008
LA BIBLIOTECA DEL NÁUFRAGO
“La biblioteca del náufrago” es un ciclo de conferencias organizado por la Fundación Siglo y la Junta de Castilla y León que está teniendo lugar en las nueve provincias de la región. Los conferenciantes son escritores que nos introducen en sus libros preferidos.
El pasado viernes, aprovechando que salía de la piscina minutos antes de la hora programada para la conferencia de Sánchez Dragó, me acerqué para ver en directo al polémico y polifacético escritor.
Su perorata duró 70 minutos. La sala donde se desarrolló la alocución del “Hijo predilecto de Soria” se encontraba llena “hasta la bandera”.
Antes de hacer mención a sus libros favoritos (Guillermo y Mark Twain –libros de infancia y adolescencia-, Sinhue El Egipcio, Los Cipreses creen en Dios, poesía de Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Neruda y Machado, clásicos como La Eneida de Virgilio y La Divina Comedia de Dante y escritores contemporáneos como Hesse y Hemingway –gracias a “La Fiesta” se aficionó al mundo de los toros, una de sus pasiones-) criticó las iniciativas de la conmemoración de la llegada de Antonio Machado a Soria. "No creo que suceda, pero a mí me horrorizaría que cincuenta años después de mi muerte le pusieran mi nombre, por ejemplo, a un parador. A un escritor sólo se le honra leyéndolo, nada más. Todo lo demás es excesivo, cultura de la cultura", aseguró.
Yo me encontraba sentado al fondo de la sala y hubo dos momentos de lectura de un texto en que el tertuliano iba perdiendo voz llegando hasta el susurro. No entendía lo que pasaba. Leyendo el periódico al día siguiente supe que se había emocionado, concretamente hablando de su infancia en Soria y rememorando la muerte Ernst Hemingway.
En muchos momentos habló sobre su vida, sobre él –otra de sus pasiones-. Escuché historias que ya había oído con anterioridad, repetidas por él hasta la saciedad. Comenzó a leer a los tres años y como lee alrededor de trescientos libros al año, calcula el fanfarrón que ha devorado alrededor de treinta mil a sus setenta y un años.
Ciertamente se me hizo larga la exposición, deseaba poder levantarme para irme, prometí no volver a escuchar a Dragó nunca más, repite más que el pepino. En el turno de preguntas fui el único que abandonó la sala. ¿Esperarían algo nuevo del presentador de Tele Madrid o seré yo el raro?
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7 comentarios:
Sé que, aunque hayan pasado décadas desde aquel conflicto que ensangrentó a España hasta la médula, las heridas no cicatrizan del todo. Entonces, aunque no se admita en público, menospreciar los homenajes a un artista merced quizás a su pensamiento político es algo de baja estofa.
En algo hay que coincidir con Sánchez Dragó...cincuenta años después de muerto, nadie le pondrá su nombre a un parador; y agreguemos que pocos lo leerán...menos que los que seguiremos leyendo a Machado.
Saludos cordiales.
La gente aguanta demasiadas cosas
Un abrazo grande
No me gusta Machado pero tengo que darte la razón en lo que a Sánchez Dragó se refiere.
Un saludo y gracias por tu interés.
Espero verte pronto de Presidente de tu País.
Tienes razón Raquel, la gente aguanta todo, incluso a los políticos.
Saludos.
demasiado aguantaste...
un saludo
Tampoco es que vaya a salir en defensa de Sánchez Dragó, pero la verdad es que no entiendo por qué últimamente se le critica tanto (incluida la burda farsa de hacer creer que sus libros no los escribe él). Es cierto que puede llegar a altas cotas de pedantería y narcisismo (lo de que aprendió a leer a los tres años se lo he escuchado tantas veces... ¿no diría por casualidad que esa es la razón por la que lee tan deprisa?), pero la verdad es que yo seguía asiduamente "Negro sobre blanco" (hasta que se empecinó en hablar cada dos por tres de Carlos Castaneda y esas cosas) y su libro "El camino del corazón" está bastante bien.
Por cierto, de lo que tú explicas no se deduce que hable mal de Machado sino, al contrario, de quienes quieren homenajearle de esa forma (la cual, dicho sea de paso, tampoco me parece censurable).
Una cosa, Luis, es que no te guste Machado...pero su aporte es innegable; no podría yo menospreciar a Gabriel García Márquez, por ejemplo. Que sus obras no sean de mi gusto no quiere decir que no sea un gran escritor.
Saludos cordiales.
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