miércoles, 5 de marzo de 2008

Show electoral. Votan los artistas

Nuestra época, sin duda alguna, prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser...». Los síntomas que detectó el malogrado Guy Debord, inspirador del Mayo del 68 y la Internacional Situacionista que no encontró más salida que el suicidio para sus desánimos, no han hecho sino acentuarse: el espectáculo impregna por completo la política, se «actúa» para la televisión, es más importante seducir que convencer. Debord ingresó en la historia de las ideas gracias a un ensayo que le sobrevivió: «La sociedad del espectáculo». En él no sólo recalca que el espectáculo no es un decorado sino «el núcleo del irrealismo de la sociedad real. Bajo todas sus formas particulares —información o propaganda, publicidad o consumo directo de diversiones—, el espectáculo constituye el modelo actual de vida socialmente dominante». Bajo la óptica de Debord acaso se lea mejor el papel de los medios en el ruido general y el de los artistas en un tinglado donde proliferan las máscaras y a menudo se borran interesadamente los lindes entre simulacro y realidad.
A punto de estallar la campaña para las elecciones del 9 de marzo en toda su crudeza (aunque la campaña permanente parece el «modus operandi» del animal político), el acto de adhesión al PSOE y a su líder que celebraron cineastas, actores, cantantes y escritores en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sirvió para atizar un viejo debate: la implicación de los artistas en el ring electoral. El gesto del lenguaje de signos formando una ceja circunfleja, que es como los sordomudos «nombran» a Zapatero, se convirtió en señal cómplice,
Al escritor mallorquín Eduardo Jordá, afincado en Sevilla, que acaba de obtener el premio Málaga de novela por «Pregúntale a la noche», el apoyo ostensible a un candidato por parte de un artista o intelectual le parece «una conmovedora muestra de candor y de megalomanía, a partes iguales. Creer que un mileurista que gana cien veces menos que Sabina, Serrat o Almodóvar va a dejarse convencer por su petición de voto es una muestra palpable de desconocimiento de la psique humana y de ese enigma que conocemos como realidad. Y por otra parte, es una prueba —otra más— de una incurable soberbia intelectual. ¿Por qué creemos que un fontanero no está capacitado para pedir el voto de forma pública, y en cambio sí puede hacerlo un cantante o un pintor?».
«Me parece algo normal, no veo por qué no van a expresar sus opiniones o sus deseos en un asunto que para todos los ciudadanos es de la máxima importancia», dice el también novelista Javier Marías, que acaba de completar con «Veneno y sombra y adiós» su trilogía «Tu rostro mañana». En el mismo sentido se manifiesta el folclorista y cantautor Eliseo Parra, y el actor y director José María Pou, quien afirma: «Me parece perfecto. Todo artista e intelectual es ante todo ciudadano y como tal libre de expresar sus opiniones y prestar su apoyo al candidato y al programa que prefiera. Y de levantar hasta donde crea oportuno el volumen de su voz o la ampulosidad de su gesto».
Lo que indignó al también actor Pepe Sancho es la «necedad de algunos políticos y algunos colegas que para apoyar a unos demonizan a otros». En esa línea se pronunció Pilar Rahola, mediante una «Carta incómoda a Boris Izaguirre», que publicó en «La Vanguardia». La ex diputada de Esquerra Republicana de Catalunya dijo no tener «ningún apuro porque un grupo de amigos de toda la vida se reúnan y digan ¡viva Zapata!, o ¡viva Zapatero! Si, además, quieren convertir un bello poema de Mario Benedetti en una insufrible canción dominguera, allá cada cual con su sentido del ridículo. Puestos a pedir, hubiera preferido el estilo rompedor del vídeo de Obama». Rahola lamentó la actuación del cineasta José Luis Cuerda, que habló de «turba mentirosa» y llamó «imbéciles» a los del PP entre aplausos y risas de parte de los congregados. A Rahola el PP no le gusta, pero está en contra de «esos discursos demonizadores, que excluyen a millones de votantes de la cordura y el sentido común (...) y que respiran un cierto tufillo de despotismo ilustrado. Las palabras de Cuerda son propias de un pequeño déspota».
«Apeado» de la dirección del suplemento cultural del diario «Avui» por ser demasiado libre, al novelista y poeta David Castillo, autor de libros como «Sin mirar atrás», le parece que «los candidatos son poco “apoyables”, a pesar de que el que juegue más al centro será el que ganará. En política hay que jugar sin extremos, a diferencia del fútbol». La pintora Menchu Lamas cree que, «como ciudadanos, todo el mundo tiene derecho a expresar con libertad su opinión y su pensamiento», lo mismo que su marido, el también pintor Antón Patiño: «Me parece normal, refleja esa homologación, avanzando hacia una sociedad tolerante. El arte y la creatividad necesitan un escenario de libertad, sin coacciones. La libertad de expresión representa también esta posibilidad de manifestar las distintas opciones». En esa senda se ve la novelista Almudena Solana, que acaba de publicar «Las mujeres inglesas destrozan los tacones al andar»: «Me parece bien; cada uno puede hacer lo que quiera. El compromiso individual me parece una obligación de cada ciudadano, sin embargo, el uso del plural y las acciones concertadas ya adquieren un contenido de mayor voluntad militante; algo así como una forma de hacer públicas y oficiales las simpatías… Y eso, para quien esté convencido de ello, también es legítimo».
No lo ve tan claro otro novelista, J. Á. González Sainz, autor de libros como «Volver al mundo» y afincado en Trieste, que comenta: «Entre los grafiti conservados en Pompeya, recuerdo uno de un panadero que dice algo así: “soy el panadero de la calle tal y todos conocéis el pan tan bueno que hago y sabéis de mi honestidad y rectitud. Pues bien, yo os digo que es conveniente y bueno votar a Fulano de Tal”. Ése es el apoyo que tendría que valer y que se tendría que recabar: el del que hace buen pan y llama al pan pan. Frente a ello, que un partido cuyo actual líder, un “hombre sin atributos” más destacables que su teatralidad, su tacticismo y tejemanejismo por su cara bonita que actúa como en un mundo de ficción donde todo vale, busque el apoyo del mundo de la teatralidad y el espectáculo (incluida la rama intelectual) y éste se lo dé no puede sorprender a nadie».
Jordá, que sitúa su última novela en Burundi, piensa que el que «un artista sea conservador o progresista es tan importante para su obra como el hecho de que sea calvo, zurdo o padezca insuficiencia renal. Un artista, si lo es, está por encima de todas estas circunstancias. En España los artistas siempre han buscado la sombra del poder, y esto es así por dos razones: primero, para garantizarse el sustento, y segundo, por miedo a verse desprotegidos en caso de un conflicto civil. La sombra del fusilamiento de Lorca sigue pesando mucho, aunque no lo parezca. Yo envidio la situación de los EE. UU. ¿A quién vota Cormac McCarthy? ¿Y James Salter? Seguro que no lo sabe nadie. Paul Bowles me dijo que sólo había votado dos veces en su vida, a los comunistas, y eso fue en los años 30, durante la Gran Depresión». Si revela a quién votará lo hace Jordá porque no cree que «haya ningún demente que esté tan aburrido o desesperado como para dejarse influir» por su voto: «Votaré a UPyD, el partido de Savater y Rosa Díez».
«Como gallego, tengo el corazón “bipartito”: me siento reflejado en ese escenario de coalición que nace de la alianza del BNG y partido socialista en el gobierno autónomo», señala Patiño, que acaba de publicar el ensayo «Urbano Lugrís (viaxe ao corazón do océano)». «Una posición corrige a la otra y define bien la pluralidad de la izquierda». A Marías, que en su columna de «El País Semanal» muestra filias y fobias, le parece «una vileza» que se acuse a quienes apoyan a un partido de buscar la sombra del poder: «La mayoría de esas personas, además, también apoyaron al PSOE cuando éste no era “el poder”, sino la oposición. Quienes los acusan de “pesebrismo” y cosas similares son individuos que con ello demuestran no concebir las adhesiones más que en función de un provecho. Al hacerlo, se delatan». A la pregunta de si se puede saber a quién votará, dice: «No, no se puede saber porque a nadie le incumbe. Lo que sí se puede saber es a quién no votaré en ningún caso: al PP. A su frente sigue la mismísima gente que mintió y nos involucró en una guerra ilegal, basada en falacias y que a día de hoy sigue siendo una permanente sangría… inútil, además».
Autor de «Un mundo exasperado», González Sainz asegura que «como escritor» no va a «votar a nadie ni pedir el voto a nadie», y agrega: «Bastante tiene uno con observar, incluso en estos momentos políticos que tan mal nos las van a hacer pasar como no dé un viraje la cosa, a ese animalejo ridículo y dañino que es el hombre, capaz sin embargo de bondades y alegrías. Como ciudadano sí lo haré. Dado que el PSOE e IU, alejándose de lo mejor de sus principios, se han hecho un lío monumental con esas cosas postmodernas tan bonitas de las «diferencias», las «diversidades», las «pluralidades», las «minorías», las «etnias (antes razas)» o los «multiculturalismos», conjugado todo así a palo seco y con cara embelesada en grave detrimento de la igualdad, la libertad, la fraternidad y los derechos y deberes y garantías de los ciudadanos de carne y hueso, que, si no estamos ya todos en babia mirando el espectáculo, eran parte fundamental de las propuestas de la izquierda; y como se han puesto bobos repitiendo toda esa murga preciosa mientras daban vueltas y más vueltas sobre sí mismos hasta estar tan aturdidos que han ido a caer de bruces en los inmundos corralillos tribales de los nacionalismos, que serán lo que quieran menos democráticos y donde a una gran parte de los ciudadanos se les ha despojado, en nombre de Lo-que-sea, de derechos fundamentales de educación, expresión, justicia, igualdad de oportunidades e incluso el derecho a la vida, pues votaré a un partido como la UPyD o a Ciudadanos, que aspiran a decir un basta ya rotundo a toda esa insensata impostura y a toda esa mandanga demagógica que tanto nos va a amargar la vida ya dentro de nada si no se le pone coto».
«Todos los artistas somos conservadores de la tradición», proclama Castillo: «Hay muchos que se acercan al poder por intereses económicos y por la televisión. Deberían ser más honrados, pero mientras no se robe ni se mate, que cada uno haga lo que le dé la gana». A la pregunta de si piensa respaldar a algún partido, propone: «Depende de lo que paguen, pero me parece que no tengo muchas ofertas. Pero casi nunca voto. En eso continuo la herencia libertaria». Pou, que triunfa con «La cabra o ¿quién es Sylvia?», nunca ha participado en ningún mitin electoral. Asegura que «siempre ha sido el poder el que ha buscado la sombra de artistas e intelectuales. Las recientes declaraciones contra los artistas por parte de líderes de la derecha, aparte de ofensivas, son producto de mentes acostumbradas a mentir. Saben bien que no es verdad lo que dicen. Y esto es lo perverso». Sobre el color de su voto, sentencia: «Hay dos cosas de las que nunca hablo en público: a quién voto y con quién me acuesto. El que tenga curiosidad por saberlo que lo desprenda de mis actitudes». ALFONSO ARMADA

7 comentarios:

Julia Ardón dijo...

Ay, ojalá todo salga como esperamos en España.
Acá estamos cruzando los dedos.
Pero la campaña, desde lejos, siento que ha dejado mucho que desear, mucho de acusaciones recíprocas...ojalá hubiera más propuestas..más ver hacia adelante...digo yo...

;)

Luis López dijo...

Totalmente de acuerdo contigo Julia. Un saludo y gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Qué buen post, Luis. Gracias por colocarlo aquí.

Me ha gustado el panadero de Pompeya, pero me gustaría añadir algo que comentó un personaje de Durrell :

“Vivimos – escribe Pursewarden – vidas que se basan en una selección de hechos imaginarios. Nuestra visión de la realidad está condicionada por nuestra posición en el espacio y en el tiempo, no por nuestra personalidad, como nos complacemos en creer. Por eso, toda interpretación de la realidad se funda en una posición única. Dos pasos al este o al oeste, y todo el cuadro cambia”.

“Balthazar”
de Lawrence Durrell


No sé si es porque vivo en Navarra, o porque me encantan los bocatas ; en cualquier caso, tengo muy claro lo que voy a hacer el día 9. Y el que tenga curiosidad por saberlo....etc. Pero cruzo los dedos...

Gracias de nuevo por el post.
Un beso

Luis López dijo...

jajaja Only te han pillado, jajaja ¿Invitarás a bocata? Suerte.

Anónimo dijo...

...de buen chorizo, y si puede ser con vino, mejor.

angela dijo...

Gracias por tu entrada... ¡valiente! Hago votos para que el domingo se vuelva a vivir con la esperanza de una España unida, fuerte y admirada...por los españoles y por el resto del mundo. Un saludo

Anónimo dijo...

Bueno, Luis...pero los artistas también son personas. ¿Por qué no han de tener derecho a expresar públicamente su parecer? La única observación que podría hacerles es que esa declaración pública puede variar la relación con sus seguidores, actuales o potenciales; es parte hasta de nuestra influencia como artistas.

Relacionamos inserción en el mundo artístico con un actitud de máscara; es generalizar en demasía. Ahora, claro, se dan aspectos interesantes: Obama rechazó el ofrecimiento de Brad Pitt a filmar comerciales en su apoyo por temor a que su imagen que pudiera catalogarse de frívola espantase el voto del americano promedio.

También es cierto que una campaña, sea de la forma que se tome, no tiene por qué demonizar al contrario...criticarles y advertir de los riesgos de no votar por la propia opción es válido, pero no puedo pretender salvarme hundiendo al otro.

Saludos cordiales.

P.D.: Lo que te concedo sobremanera es que la campaña permanente es el modus operandi del animal político...y soy uno, jajajaja.

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