miércoles, 26 de diciembre de 2012

MI REGALO DE NAVIDAD





Escuchando, una vez más, “Waltzing  Matilda”, no me cabe duda de que en días tan extraños como el de hoy, hay que aferrarse a esas pequeñas cosas que nos hacen felices para no perder los estribos de lo que somos y queremos ser. El mundo se está volviendo loco, o eso me parece a mí.
Estos días de estómago lleno y  ambientes estridentes he tenido un par de sueños, en dos noches diferentes, algo extraños pero con la particularidad de que los recordé nada más despertarme y sigo recordándolos perfectamente, algo que habitualmente no  suele ocurrir. El primero sucedió la noche del 23. Nadaba en el Mediterráneo, como suelo hacerlo siempre, y de repente, una gran ola, que  no había visto, me engulló hacía el interior de ese túnel que forman las que capturan con su tabla los surfistas. Me dejé llevar, aguantando la respiración como podía ya que al producirse la situación por sorpresa no pude almacenar aire en los pulmones como hago cuando me propongo bucear. Era una especie de pelele de trapo  que daba vueltas por un túnel que extrañamente no era verdoso sino de  color quisquilla,  probablemente debido al sol que yo veía justo encima del mar cuando correspondía la rotación de mi cuerpo en el interior del túnel. Al romper la ola sentí pánico ya que no quedaba aire en mis pulmones. Justo en ese momento de batida desperté cubierto de un sudor que parecía, además de húmedo, muy salado. Durante la mañana siguiente a producirse el sueño, estuve dando vueltas analizando su probable significado. Después de muchos minutos, tuve la sensación de que mi blog, precisamente se llama “Escritos en la cresta de una ola”, podía contener alguna respuesta al sueño aunque todavía no he podido descubrirla.
El segundo se ha producido esta misma noche, la de que va de Nochebuena a Navidad.  Me acosté hacia las dos y media. Desde la finalización de la cena, hacia las doce, estuve viendo una película sobre una pareja. El chico era atleta y le habían detectado en una de las revisiones un problema pulmonar… No pude finalizarla, el cansancio se apropió de todo mi ser. En el sueño aparecía yo con un chándal ya viejo, que todavía tengo, de colores rojo, gris y blanco. Tenía edad de últimos años de instituto, diecisiete o dieciocho años, y estaba en un parque cercano a un río observando a una chica de mi misma edad que me gustaba.  Ella vestía uniforme del colegio, falda de cuadros grises y jersey verde oscuro, leía tumbada en una especie de toalla redonda y  notaba que me espiaba de soslayo. Yo jugaba con un balón que, de vez en cuando,  dirigía contra ella. Entonces se levantaba y me perseguía por el parque. Yo aprovechaba para abrazarle e intentar contemplar sus lindas piernas. Era uno de esos días primaverales en los que el sol ya empieza a calentar. Al día siguiente, la chica de verde se encontraba a la misma hora en el mismo lugar. Yo iba vestido con un vaquero y una camisa de cuadros azules y blancos y me senté a su lado. Le expliqué un proyecto que tenía entre manos para conseguir dinero, solicitando su ayuda.  Había diseñado unos polos para el verano y ella tenía que coser el logotipo. La marca era “Entre comillas”. Ella aceptó gustosa a estampar el logo en cada polo en el mismo lugar en el que nos encontrábamos. De esa manera,  las tardes las pasábamos juntos y, poco a poco, fuimos enamorándonos. La chica del sueño por suerte existe y hablando con ella a la mañana siguiente del sueño, me dijo que esa noche estuvo trabajando y escuchó “Waltzing Matilda”.


1 comentario:

Mariluz Arregui dijo...

Yo creo que está muy claro, tanto como el agua del mar: a esa chica le debías gustar una barbaridad.....creo yo.
Pura psicología: si a una chica plácidamente tumbada en una toalla redonda le dan golpecitos con un balón, luego le piden que se ponga estampar logos en un polo, y ella acepta y vuelve todas las tardes, es que está perdidamente enamorada.

Ay!, si los sueños se hicieran realidad...verdad? La vida se convierte en una fiesta de colores..cuando sucede algo así.

Felices sueños!
Ah, y por cierto,
buena elección Waltzing Matilda: )

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...