lunes, 26 de marzo de 2007

LA IMPUNTUALIDAD


Siento especial predilección por las columnas periodísticas, a medio camino entre la literatura y el periodismo. De siempre he leído en los medios impresos a Javier Marías, Antonio Gala y Pérez Reverte. Aunque he de confesar que de un tiempo a esta parte Pérez Reverte me ha cansado y Gala se ha puesto muy plomizo con los asuntos étnico-regionales. Marías sigue entre mis favoritos habiéndose unido a la nómina Manuel Vicent, Javier Cercás y José Ángel Barrueco. Sigo el rastro de otras firmas, aunque no tengo todavía pruebas materiales, a excepción de Maruja Torres.

Acabo de leer la columna firmada por Cercás en el País Semanal del domingo 23 de marzo. Trata sobre la impuntualidad. He devorado con interés el texto ya que en muchas ocasiones he sufrido sus consecuencias. No estoy de acuerdo cuando Evelyn Waugh dice que la puntualidad es la virtud de los que se aburren. Ciertamente me parece una virtud pero no siempre es de los que se aburren. Soy puntual en todas mis citas pero nunca me aburro, Cuando uno disfruta de la cultura en todas sus vertientes, hace ejercicio físico, se impregna de la belleza de los paisajes, cumple con su trabajo y además disfruta de muchos días de vacaciones, es imposible, al menos en mi caso, aburrirse.
Marilyn Monroe se jactaba de no ser puntual nunca “I, ve been on a calendar, but nevero n time”. Como apasionado que soy de B. Wilder que la dirigió en algunas ocasiones, no puedo entender como consentiría esa falta de puntualidad, máxime si actores, actrices y resto del personal que participaba en los rodajes debían esperar a la reina Monroe a que tuviera a bien aparecer.

He sido durante muchos años entrenador de una disciplina deportiva olímpica y he tenido varias experiencias negativas con el tema que trato. Cuando diriges un entrenamiento estructuras la sesión en varias partes. Los primeros quince minutos son muy importantes, sueles dedicarlos a hacer la puesta a punto del deportista mediante ejercicios suaves y estiramientos para que su cuerpo y mente afronten de la mejor manera posible las siguientes fases. Si alguien se incorpora tarde no está preparado para integrarse y además es un mal ejemplo para sus compañeros.
Hace unos años impartí unos cursos en la Universidad del Valle en Cali, Colombia. Las clases comenzaban a las ocho y media de la mañana pero hasta las nueve no llegaban los alumnos. Pensé que no habían entendido el horario y se lo recordé. Al día siguiente pasó lo mismo, entonces les reuní y concretamos que a partir de entonces, aunque la hora de comenzar era las ocho y media, llegaríamos todos a las nueve. El tercer día todos fueron puntuales, llegando media hora más tarde, pero obviamente les hice quedarse media hora más al finalizar la sesión.

Cercás en su columna escribe sobre la cruzada del Gobierno de Perú, nuevamente presidido por Alan García, para resolver el gran defecto del país: la impuntualidad. La campaña se denomina “Perú, la hora sin demora”, para acabar, según dicen, con la arraigada costumbre en la que “el tardón” se cree que es el dueño del tiempo. El gobierno se refiere a la impuntualidad como un problema cultural añadiendo que es una tradición que les viene desde la época de la colonización española. (Parece que todo lo malo que le sucede a Sudamérica proviene siempre de la Madre Patria).
En Perú todos los eventos se convocan una hora antes para que se garantice su comienzo a tiempo. ¿Les suena?, esa receta apliqué en Colombia. Recuerdo que los colombianos me enseñaron un refrán que no he olvidado: “Después de la gente, lo que más se pierde en este país es el tiempo”

Como última consideración añadiré que el reloj se inventó para que todos los ciudadanos conozcamos la hora exacta, el invento es anterior a la época colonial española. El objetivo es coincidir todos a la hora concertada (el tiempo tiene el mismo valor para todos), no hacerlo más tarde ni más temprano. Tengo la seguridad de que el que no es cumplidor con este precepto tarde o temprano le pasa factura
Por mi parte seguiré siendo puntual en todas mis citas salvo en la última, a la que intentaré llegar lo más tarde posible, olvidando por una vez la virtud de la puntualidad.

4 comentarios:

C.C.Buxter dijo...

Yo sí que estoy de acuerdo con Evelyn Waugh: la puntualidad es la virtud de los que se aburren... esperando a que lleguen los impuntuales. Soy también de los que siempre llegan a la hora para no hacer esperar a nadie... y de los que nunca escarmientan, porque no aprenden que: a)o tú haces esperar a la gente; o b) ellos te van a hacer esperar a tí.

Billy Wilder se quejaba mucho del relajamiento horario de la Monroe. En sus "Conversaciones" con Cameron Crowe da muestras de su desesperación, pero siempre con la ironía y genialidad que le caracteriza.

Luis López dijo...

Totalmente de acuerdo contigo c.c.buxter, tu ironía es perfecta.
Un saludo.

Anónimo dijo...

¿Y qué te parece eso de que el comienzo de los actos públicos (conferencias, conciertos...) se retrase para esperar a los impuntuales? Hay quien le llama "minutos de cortesía", pero yo, cuando tengo la ocasión de hablar en una historia de estas, siempre me disculpo ante el respetable por el sufrido tiempo de descortesía (mientras todavía está entrando alguien, claro). Abrazos.

John Difool dijo...

Saludos, alguna recomendacion sobre algun libro de Javier Marias..
Jomh Difool
http://enbuscadelincal.blogspot.com

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