domingo, 3 de junio de 2007

HELICÓPTEROS Y CAVA


Regresando el jueves de Santander, poco antes de llegar a Escalona, me sorprendió la visión de cinco helicópteros de la Guardia Civil aparcados cerca de la carretera, supongo que estarían haciendo algún tipo de prácticas.

En mi vida he tenido dos experiencias con esos aparatos voladores, durante mi viaje de regreso a casa las rememoré. La primera la soporté durante el Servicio Militar en tierras gallegas, concretamente en Ferrol. Después de padecer algunos meses angustiosos un oficial tuvo la indulgencia de enviarme a ese destino un tanto “plástico” (pijo) que dirían mis queridos colombianos. En ese destino todo el mundo me respetaba. Mi trabajo consistía en mantener limpio el helipuerto y atender a los helicópteros cuando llegaban de realizar alguna maniobra o intervención. La segunda la disfruté en la provincia de Gerona, tenía entonces un amigo que era controlador aéreo en el Aeropuerto Girona-Costa Brava, ubicado en el interior de la provincia, cerca de la Costa Brava, de los Pirineos y de la ciudad de Girona. Vivía en un precioso chalet con una gran parcela verde y vistas al mar Mediterráneo y a la exclusiva península de S´Agaro en San Feliú de Guixols. Estuve allí ubicado durante una semana. Mi amigo tenía un barco de vela, una embarcación de recreo de 15 metros de eslora y solíamos salir a navegar bordeando S´Agaro y la costa norte de San Feliú en dirección a las calas de la arisca Costa Brava. Hacía la mitad de mi estancia, sería miércoles o jueves, me invitó a una fiesta en casa de otros amigos controladores aéreos. La cita era en una masía espectacular en el interior de la provincia de Gerona y a unos 15 kilómetros del aeropuerto, pertenecía a un matrimonio, ambos compañeros de mi amigo. Con gran cariño nos enseñaron todas las estancias, tengo que decir que era la mansión más confortable y mejor decorada que había visto hasta ese momento. Fuimos los primeros en llegar. Salimos al jardín y allí tomamos unos cavas especialmente fríos. Al poco tiempo de estar disfrutando de su compañía telefonearon a los anfitriones. Era un compañero de su promoción que venía desde Ibiza. No le di más importancia a la noticia. A los 5 minutos oímos un helicóptero cercano que apresuradamente aterrizó donde nos encontrábamos disfrutando de nuestra copa de cava. Luego llegó otro compañero de Málaga, obviamente en su helicóptero y luego fueron llegando amigos de Galicia, Barcelona, Madrid, Canarias… Era una auténtica locura, parecía la fiesta de los helicópteros, en el parterre de la masía había aparcados cerca de 10 aparatos.
Bebimos vino, cava de la zona y cócteles especiales, comimos unos canapés exquisitos, foei-gras, buenas tartas caseras, bailamos, reímos, paseamos y a última hora de la tarde nos fuimos despidiendo de nuestros acompañantes, pañuelo en mano, desde tierra, mientras ellos dirigían sus ruidosos ingenios con dirección precisa a sus destinos. Como éramos los únicos que nos desplazamos en automóvil fuimos los últimos en irnos. La fiesta había concluido y la nueva experiencia también.

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