viernes, 7 de diciembre de 2007

UN CUMPLEAÑOS MENOS


Se hacía tarde. Estaba viendo una película sobre un niño de 9 años que vivía en el Buenos Aires de los 60, dirigida por Alejandro Agreste –varios premios internacionales- Intentaba conseguir conexión wifi, en el lugar en el que me encontraba, pero todas las señales permanecían codificadas, y en donde ella estaba la luna lo ocuparía todo y, con seguridad, dormiría placidamente protegiéndose de los zancudos. Mi intención era que al levantarse, si conectaba su ordenador, tuviera un correo con mi felicitación. Finalmente lo logré, capté señal en la plaza en la que está ubicado el Parador de Turismo y, ni corto ni perezoso, pasé todos los controles y me alojé en un salón que, con anterioridad y por su desfasado estilo, hubiera albergado, sin temor a errar, a todo el séquito de D. Rodrigo Díaz de Vivar. Redacté un sencillo pero, a mi modo de ver, íntimo y natural escrito, y cliqué enviar. Al momento un mensaje apareció en mi ordenador advirtiendo: error en el envio. No se escuchaban cascos de caballos ni caballeros discutiendo, no había bellas doncellas en el salón, así que lo intenté por otro medio. Me apliqué y compuse otro escrito similar, aunque algo menos cariñoso, no siempre las cosas quedan igual, lástima. Lo envié y esta vez el sistema me indicó que se había remitido, a tierras lejanas, favorablemente.
El niño argentino vive con su abuela, sus padres se han separado. Conoce a la novia de su padre y mantienen una relación magnifica, pero todo lo bueno acaba alguna vez y la pareja deja de salir. Valentín, el niño, recibe clases de piano. Un día queda con la ex -novia de su padre y se la presenta a su maestro de piano. Se siente feliz, ha formado una nueva familia, ella no será su nueva madre pero estará muy cerca de él.

Ya por la tarde calculo las horas en retroceso. Es buena hora al otro lado del Atlántico. Telefoneo desde una cabina, introduzco las monedas necesarias y aparece una voz grabada que da dos opciones. Llamar a una empresa o enviar un fax. Ninguna de ellas es mi opción. Cuelgo decepcionado, no tengo más números de teléfono de esa persona. Telefónica se queda con mis monedas sin lograr el objetivo. Me alejo de la cabina deprimido.
Al contrario que el protagonista de la película me siento triste, no he logrado mi objetivo. Contrariado pienso que, opuestamente a la película, la persona que celebra el cumpleaños difícilmente estará a mi lado. Y, sinceramente, lo siento. Es muy especial.

3 comentarios:

Miguelo dijo...

maldito wifi, maldita telefonica...

quedan muchos cumpleaños!

saludos

C.C.Buxter dijo...

¿Por qué será que estos momentos tristes, tan bellos literaria y cinematográficamente, no lo son tanto en la vida real? En cualquier caso, muchas veces estamos más cerca de quienes están lejos (o de quienes ya no están) que de aquellos que tenemos a nuestro alrededor.

PD: Yo, que soy desconfiado por naturaleza, antes de enviar cualquier e-mail o hacer un comentario en un blog suelo copiar lo escrito, para que en caso de fallo no tenga más que pegarlo. Me evita mucho cabreo innecesario...

Luis López dijo...

Miguelo: no quedan tantos!!!!

c.c.: Hago lo propio, suelo copiar y pegar lo escrito, pero en ese momento estaba bajo mínimos. Saludos y gracias.

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