jueves, 16 de octubre de 2008

¡ÁNIMO, SEVE!


Hace ya varios años, me encontraba en un pueblecito del norte del País de Gales, en el Reino Unido. Tomaba pintas de cerveza en un típico pub junto a un compañero español, que se había criado en Londres, y otras personas de Escocia e Irlanda. Éramos ocho. Todos charlaban animadamente menos yo. Carlos, el otro español, me servía de intérprete, yo no hablaba ni entendía inglés. Después de ese viaje me propuse aprender la lengua de Shakespeare y estudié en la Escuela Oficial de Idiomas tres cursos. Afortunadamente, ahora, me defiendo un poco.

Obviamente, por el hecho de no poder comunicarme, me sentía desplazado. Todos habíamos consumido nuestra primera pinta y, sin decir nada, me acerqué a la barra a pedir otra ronda. Cuando volví con los vasos de cerveza Carlos me regañó. Allí cada uno pedía –y pagaba- lo que consumía. No existía la costumbre española de pagar una ronda cada uno. Respondí a mi compatriota que me daba igual, me sentía bien haciéndolo, era mi costumbre. Nadie me agradeció la invitación pero todos se tomaron la segunda pinta. Las horas pasaban y cuando alguno terminaba su cerveza se acercaba a la barra y pedía sólo para él. Nadie tuvo el detalle de invitarme ¡claro!

Estuve más de una hora escuchando la traducción de Carlos sobre lo que trataban. Un escocés me preguntó de qué parte de España era. De Santander, en el norte, le respondí (hasta ahí llegaba mi primario inglés). Al comunicar a los demás que era natural de Santander se alegraron. Todos conocían mi tierra. Hablaron de lo bien que se comía allí, de los paisajes, de la hospitalidad de sus gentes y… como no, de Seve Ballesteros. Percibí que Seve era más famoso en el Reino Unido que en nuestro propio país y que sentían por él una admiración extraordinaria. Más tarde, Carlos me explicó que anunciaba la tarjeta Mastercard en televisión y tenía el mismo acento que un spot español, de patatas fritas, cuyo personaje con acento americano, decía algo así como: “fruichos che mais”.
Carlos me separó del grupo y me enseñó lo que decía Seve, en el anuncio publicitario de televisión, con su mismo acento. Cuando llegué a la mesa de mis compañeros solté lo aprendido en voz alta. Todos rieron con ganas y a partir de ese momento empezaron a llamarme Seve.

He recordado la anécdota por la enfermedad que sufre mi paisano, ex golfista, Severiano Ballesteros. Mi deseo es que se recupere a la mayor brevedad posible demostrando la entereza y el coraje que siempre ha tenido sobre los “greens” de todo el mundo. He estado leyendo la repercusión de su enfermedad en las islas británicas y me he sentido emocionado. Sin lugar a dudas, aquellos conocidos que tanto rieron con mi imitación, también estarán consternados por el estado de Seve. En su nombre, y en el mío propio, te deseo mucha suerte, campeón.

4 comentarios:

angela dijo...

Hacemos votos para su pronta recuperación ¡Animo!.
Este fin de semana estuve en tu tierra y puedo asegurarte que cada vez que voy a ella me gusta más,la habéis conservado muy bien...Un saludo Angela

Anónimo dijo...

Ojalá, ojalá, ojalá salga adelante con fuerza. Es tan joven...!, tiene mucho que vivir todavía.
Ojalá sepamos pronto de su recuperación.

Luis López dijo...

Todoelmundovaamitierra.com

Anónimo dijo...

El golf ha llegado a mayor conocimiento público merced a Tiger Woods...pero tras ello, he conocido a personajes que son unos verdaderos caballeros, donde Severiano Ballesteros ocupa un sitial de honor.

Una pena lo que le acontece...sabrá salir adelante con la hidalguía que le ha caracterizado, porque su huella está fresca.

Ahora, esa sensación de ser reconocido en el extranjero merced a un compatriota tuyo es algo que me gustaría vivir...debe de ser algo muy grato. En cuanto al idioma inglés, puedo hilar una charla pero lentamente.

Saludos afectuosos, de corazón.

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