viernes, 22 de mayo de 2009
MÚSICA
Por fin escucho algo que no sea jazz. Llevo, desde hace dos semanas, repasando voces femeninas actuales y clásicas. Ella Fitgerald, Billie Holiday, Nina Simona Lee Wiley
Bessie Smith…
Si analizo un día normal en mi vida me doy cuenta que estoy enganchado a la música. Muchas veces me pongo en la tesitura de perder algún sentido y en el supuesto de poder elegir entre la vista y el oído, aunque me costaría inmensidades, perdería el oído en favor de salvar la vista. No poder escuchar nunca más sonidos conocidos, voces familiares o música sería para mí una tortura indescriptible. Pero no poder ver…no quiero ni pensarlo.
He repasado un día normal en mi vida (aunque trabajando con discapacitados psíquicos, podrán ustedes comprender que nada es normal, ni falta que hace) y la música ocupa parte importante del tiempo. Siempre ha sido así. Cuando tenía doce o trece años descubrí a Creedence Crealwater Revival. Más tarde el rock sinfónico: Rick Wackeman, Yes, Pink Floyd, Camel,;Jethro Tull, Led Zeppelin. Luego llegó el Jazz y la Clásica. En aquellos años compraba una revista que se llamaba Disco Express. Desgraciadamente perdí aquella colección. Daría lo que fuera por recuperarla. Se trata de esas cosas que formaron parte de tu vida y ya no están. Es imposible acumular todas las pertenencias. Ahora compro Rock Deluxe, una revista más sofisticada (Disco Express era a modo de periódico) y con un CD de regalo. Como podrán ustedes suponer tengo una gran colección musical. Alrededor de 700 discos de vinilo, un disco duro de gran capacidad repleto de música e innumerables CD,s, tanto comprados como copiados. La música siempre ha formado –y formará- parte de mi vida. Me parece un lujo poco considerado.
Recuerdo los primeros conciertos a los que asistí. Duraban 24 horas y se celebraban en el Mercado de Ganados de Torrelavega. Totalmente higienizado para la ocasión, el mercado cambiaba vacas y otros animales por conciertos. Toda una innovación. Recuerdo que llevábamos mantas (o sacos de dormir, los más pudientes) y nos hacíamos un sitio entre tanta masificación humana. El amplio cartel lo formaban los grupos locales Bloque e Ibio, Suck Electornic Enciclopedic, Companyia Electrica Dharma, Lole y Manuel, Triana, Granada… El sonido era demoledor. Recuerdo con gran simpatía a todos esos grupos. Me gustaba especialmente Triana (de hecho sigue gustándome). Sus letras hablan de amor desde un punto de vista muy personal. Lástima, la muerte a una edad tan temprana de Jesús de la Rosa. Pasó mucho más desapercibida que la reciente de Antonio Vega, que hasta ha tenido velatorio en la SGA.
Sin embargo ahora paso bastante de la música española (aunque me gustan ocho o diez grupos) y escuchó más Pop Británico. Me dan venas cíclicas y oigo, como ahora, mucho jazz o mucha clásica. Pero todo depende de cada momento. Recuerdo que leí en algún lugar algo sobre esto. Comentaba una persona que cuando pasaba el aspirador escuchaba salsa. Cuando estoy descansando en mi terraza mediterránea escucho música rítmica. Me encantaría, en esos momentos, escuchar clásica pero el murmullo que hace el mar (insolente animal) ahoga el sonido y es imposible apreciar con absoluta nitidez el contenido musical. Cuando paso el aspirador me pasa lo mismo. Por cierto, esta tarde me toca.
Acabo mi escrito y, mientras lo hago, cómo no, escuchó música. Radiohead, Lambchop. Sencillamente no puedo vivir sin ella.
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7 comentarios:
Querido Luis, ¡cómo me he visto asintiendo con la cabeza según iba leyendo tus líneas! Disco Express, el proceso evolutivo musical de toda persona -¡yo creo que también elegiría la pérdida de la vista antes que la del oído!-, el rock sinfónico -Mr. Wakeman se ha vuelto todo un carca cascarrabias e intolerante que no hay tio paciente que lo aguante-, los estilos de música a escuchar según el estado anímico de la persona y... lo más fundamental, la importancia suprema que tiene la música en el día a día de las personas. ¡Cuándo entenderemos de una vez que aprendimos a silbar y a chaspurrear sonidos antes que a hablar!
Un fuerte abrazo, estimado amigo.
Paz.
Daniel.
Yo tampoco y con el digusto que tengo mira me voy a poner unas cancioncillas. Que por algo la música amansa a las fieras.
Un beso
Comparto contigo el enganche a la Müsica, con mayúsculas.
Por cierto, mi pròxima entrada quiere ser sobre algo especial que descubrí hace poco -clásica-, pero aún me falta conseguir el archivo.
A ver si tengo suerte y la subo pronto...
Y volviendo a tu tema:
y
Tangerine Dream?? Supertramp?
jeje..
Besitos al oído ( musical:)
PD: espero q ue llegue este coment, he dejado algún otro en Alhambra, y desaparecen. Tb desaparecen algunos de mi blog, y no sé por qué.
Daniel, veo que vanos de la mano. Viva la música y enhorabuena por tu programa. Saludos.
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Pegasa, miraré a ver de que se trata ese disguto. ¿Podrás salir adelante, verdad?
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Only, tengo que reconocer que había olvidado a Tangerine Dream y, poeteriormente, a Supertramp. Estás ahí para recordarlo. Gracias.
Anda que no, si no es importante la música. Pues ya lo has dejado bien claro.
¿No es verdad que puede sentirse que la música, algunas músicas, parecen estar dentro de tí? Como si de una radiografía se tratase.
Menudo post más bonito.
Saludos Luis.
No sé si leíste la columna que escribí hace un par de semanas donde le daba las gracias a la música (parafraseando ese tema de Abba)...de todos modos, por lo que me conoces sabes bien que también estoy enganchado.
Cuando no estaba arriba del carro de la tecnología, junté más de 200 cintas de audio con las cuales grababa canciones de la radio o los especiales que fuesen a dar; aún están ahí, esperando ser rescatados en su momento.
¿El estilo que cultivo ahora? Los One Hit Wonders me llaman la atención ahora...descubrir las historias que hay tras ellos me motiva a conocerles. Ahora bien...cada canción tiene su momento, por eso en mi reproductor portátil tengo desde Tchaikovsky a Twister Sister.
Saludos afectuosos, de corazón.
Zapatero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Zapatero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…
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