El 25 de mayo mi amigo Toño cumpliría años. Con tal motivo, la asociación que presidía quiere rendir homenaje a su familia y a sus queridos. Tengo la suerte de que me hagan participe del acto. Con ese pretexto, hace días recibí un correo electrónico de dicha asociación (eludiré dar su nombre para preservar su intimidad) para mantener una reunión con el nuevo presidente y asesorarle en algún tema. Ayer por la tarde tuve el placer de reunirme con él. Hablamos de varios asuntos pero el tema principal era el acto en cuestión. No desvelaré información al respecto para no adelantar acontecimientos. Lo que si añadiré es que se trata de un acto entrañable, sencillo y de agradecimiento a tantos años en la lucha por la enfermedad. Estoy seguro que estaría orgulloso de él.
Quieren que participe en el homenaje componiendo un texto para la familia. Les contesté que contarán con él. Espero estar a la altura.
Al salir de la sede nevaba contundentemente pero lo agradecí. Agradecí el frío que castigaba mi cara. Tenía una cita media hora más tarde así que me perdí por la ciudad dando vueltas a lo que habíamos hablado. Busqué escenarios que me recordaran a Toño y sentí su presencia a mi lado. Pasé por su despacho y me dirigí a la Audiencia. Allí pasamos buenos ratos (y también malos, todo hay que decirlo). Pensé en las últimas veces que acudimos juntos al Cine- Club, en días similares al de esa tarde y que tanto le perjudicaban. Le recogía en mi coche en su portal y le acompañaba cuando finalizaba la película. Mis ojos, con los recuerdos, se inundaron de lágrimas mientras caían gruesos copos. Minutos antes le pasó lo mismo a Javier, digno sucesor de Toño en el puesto, aunque él dice que no le llegará a la suela del zapato. Es un tipo sensible, tenaz y comprometido. Continuará el camino que emprendió, hace ya veintiocho años, Toñín. Cuando me despedí de él, a la puerta de su despacho le dije: suerte y salud para cumplir. Al igual que Toño hacía, acude a diálisis tres días a la semana. Todo un ejemplo de solidaridad y buen hacer. Por suerte, todavía quedan personas de ese calibre social y humano.
5 comentarios:
Quedan muchas personas de ese calibre...como dices..
Un beso fuerte,
Qué bonitas palabras, Luis.
me sorprende cada minuto que recorro tus huellas, eres grandiosa
y de un calibre incalculable
un abrazote
la verdad que en cada paso siguiendo tus huellas quedo perpleja ante la magnitud
de tu personano quedan muchas personas de tu calibre
un abrazo norma
Gracias por el calibre, Mariluz y Norma.
Campurriana eres grande. Sigue así.
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