martes, 26 de junio de 2007

FALTA DE EDUCACIÓN



Sean capaces de sentir en lo más profundo cualquier injusticia, cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo, pués es la cualidad más linda de un revolucionario.

(Cita de ANA DE LA ROBLA en su blog "hablemos de victorias" http://hablemosdvictorias.blogspot.com/)

He pasado cinco días en un Albergue que tiene la Junta de Castilla y León en Miranda de Ebro. El personal es muy correcto. Las dependencias y las salas son muy adecuadas. La comida es muy buena. Aunque siempre hay algún defecto en este tipo de residencias que no hace cuadrar los resultados finales. Resulta que al llegar al Albergue, éramos treinta y dos personas, de ellas veinticuatro usuarios de mi centro y el resto, hasta completar el número, acompañantes (todos ellos con minusvalía psíquica y algunos con problemas motorices asociados), nos encontramos con un cartel en el ascensor, el único existente, indicando que no funcionaba. Hablé con el ordenanza y me comentó que estaban rehabilitando los interiores del edificio y aunque el ascensor funcionaba correctamente no disponían del correspondiente permiso para utilizarlo; es decir, de hacer uso de él sería bajo nuestra responsabilidad. Subir a un tercer piso cargados con maletas y, en algunos casos, con problemas de movilidad en los chicos, no era para dudarlo. Lo utilizamos siempre en nuestra estancia, algo que es de sentido común, supongo.

El penúltimo día, cuando ya nos sentíamos dueños y señores de la finca, a la hora de la cena llegó un grupo de veinte niños, de entre siete y nueve años, con quince acompañantes adultos, dando al traste con nuestras aspiraciones de controlarlo todo como habitantes únicos.

Al parecer éramos invisibles para los recién llegados, nunca había vivido una experiencia similar. Pasaban a nuestro lado y no eran capaces de saludarnos, compartiendo como estábamos un comedor relativamente pequeño (hablo de los adultos, claro). Tras unas breves indagaciones me enteré que se trataba de un equipo de fútbol sala, de un colegio, que se disponía a participar en un Torneo Internacional en Miranda. Los acompañantes de los pequeños eran padres, en su mayoría, así como el equipo técnico. Eran ingleses de Londres, de un colegio bilingüe, castellano-inglés, del selecto barrio de Notting Hill, concretamente de Portobello. Aunque por parte de padre o madre, o de ambos cónyuges, de procedencia española.
Al día siguiente los padres seguían sin hablarnos, yo cReo que no nos veían, aunque hablé con varios chiquillos en inglés y en español y les sonsaqué más información.

Desconozco el porqué del comportamiento de los padres hacía nosotros. Habitualmente los ingleses destacan por su educación, pero en todos los lugares existen excepciones, claro.

Nunca he sido partidario de la competición en edades tempranas, hablo ahora del motivo su visita a nuestro país. No me parece adecuado para la evolución de los niños. Tengo algo de experiencia en el tema y me he llevado muchos chascos. Se requiere un equipo de personas muy preparado, con unificación de criterios, para llevar a cabo una competición a estas edades, evitando situaciones individuales o colectivas (en el caso de equipos) de ansiedad o angustia. Algunos parámetros en estas edades, psicológicamente hablando, aún no están definidos y todo ese proceso competitivo puede resultar nefasto si no se hace bien.
Muchas personas son contrarias a mis fundamentos, piensan que hay que competir lo antes posible. Salir de casa es una competición diariamente y hay que afrontarlo así. Todo es una carrera de obstáculos, y cuanto antes lo aceptemos, antes tendremos conciencia de la competencia con los demás.

A modo de reflexión, y esperando no haberme puesto muy pesado con el tema, quiero dejar constancia de qué si el ascensor de un edificio, que presta servicio a los ciudadanos, no funciona, lo correcto sería cerrarlo y no dispensar servicios hasta que estuvieran dados todos los permisos pertinentes.
Por otra parte, la educación debe prevalecer en nuestra rutina cotidiana. Máxime si acompañamos a niños. Aunque el resto de compañeros sean, como en este caso que ahora comento, discapacitados psíquicos.

3 comentarios:

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Amigo Luis, es evidente que a cada uno le retratan sus propios actos, y las personas a las que te refieres no quedaron precisamente favorecidas en este caso.
Y en lo del ascensor, tienes toda la razón: si además sabían que venía un colectivo con necesidades especiales, con más razón. Creo que hicisteis bien en utilizarlo.
Un saludo.

Raquel dijo...

Mala onda y arrogancia. Qué pena que sus mayores no les estén enseñando lo que necesitan para crecer como personas dignas de acerse respetar

Anónimo dijo...

Qué bien que hayas vuelto... Y qué generoso eres siempre conmigo.
Lo de la mala educación y la falta de consideración son males desgraciadamente muy extendidos... Paciencia. Besos.

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