lunes, 20 de julio de 2009
NO SON RUIDOS, SON SONIDOS.
Forges
Días pasados, el diario El País publicaba una viñeta de Forges. Me hizo mucha gracia. Recogía, ciertamente, la realidad de nuestro país en verano (incluso, diría más, en cualquier época del año, si no fuera por la ventana abierta). Una pareja estaba acostada en la cama intentando dormir. Debido al calor veraniego la ventana de la habitación estaba abierta. Por la ventana, se introducían notas musicales (muy grandes) mientras el marido, con ojos "vidriosos", preguntaba a su mujer ¿bailas?
España es el país más ruidoso del mundo después de Japón, siendo Madrid, una de las capitales más ruidosas en todo el mundo, según indican estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud.
Hasta nueve millones de ciudadanos españoles están expuestos a niveles de ruido que superan el límite de tolerancia establecido por la OMS en 65 decibelios. Esto significa que 3 de cada cuatro ciudadanos sufren niveles de ruido excesivos. En Europa, el 20% de la población (80 millones) está expuesto también a niveles de ruido inaceptables. Y en el mundo, 130 millones de personas están expuestas a niveles de ruido que superan los 65 dB, y otros 300 millones residen en zonas de incomodidad acústica (55-65 dB), según un estudio citado por la revista Ciudadano.
La excesiva contaminación acústica es producida por diferentes fuentes de ruido, entre ellas, el 80% proviene de los vehículos de motor, el 10% de las industrias y el resto de ferrocarriles, bares locales públicos y talleres. Las consecuencias de la exposición a ruidos son claras, además de aumentar la incidencia de la pérdida de audición, produce también otros trastornos tanto físicos como psicológicos que afectan a la calidad de vida de las personas.
Las legislaciones europeas han establecido en 65 decibelios el límite aceptable de ruido que una persona puede tolerar diariamente. Mientras que niveles entre los 70-125 dB pueden llegar a producir dolor, llegando a ser insoportable cuando se alcanzan los 140 decibelios. Mientras que el canto de un pájaro no supera los 10 decibelios, el claxon de un automóvil puede llegar a los 90, las discotecas y las motos sin silenciador pueden alcanzar los 110 y 115 decibelios respectivamente.
Personalmente, he tenido algún problema con vecinos molestos e, incluso, he tenido que recurrir a acciones legales. Estoy concienciado, por tanto, con todo lo relativo al ruido. Cuando voy al extranjero me da envidia el nivel de conciencia social existente. Todo es cuestión de educación y de aplicar leyes que lleven a cabo favorecer el desarrollo de las personas, evitando actos perjudiciales en lo referente al descanso.
Hoy mismo, he visto en la tele una noticia relacionada con el ruido. Una vecina de Almoradí (Alicante) denunció la campana del reloj de la Plaza de Constitución para que se cumpliera la normativa de contaminación acústica. Exigió al Consistorio que redujera el sonido del reloj en las horas en punto, cuartos y medias a menos de 45 decibelios durante la noche. El equipo de gobierno intentó bajar el volumen de la campana que se instaló en la Plaza en 1885, aunque no se ha podido disminuir el nivel más de 70 decibelios debido a que el instrumento es muy antiguo.
La campana del reloj de la Plaza de la Constitución en Almoradí se apagará por las noches después de más de 120 años de toques ininterrumpidos.
El concejal almoradidense explicó que «para nosotros no es un ruido, es un sonido que es patrimonio del municipio, pero en este caso debemos cumplir la normativa». Así las cosas desde las diez de la noche hasta las ocho de la mañana el campanario permanecerá insonoro salvo «para las campanadas de fin de año, que es una tradición que no podemos olvidar». «Hay personas que viven más cerca de la campana y no les molesta, porque vivir en el centro tiene estos inconvenientes», concluyó.
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3 comentarios:
Me troncho con la viñeta...es genial...:)))
Pero tengo clara una cosa: yo le pondría a ese concejal tan lúcido una
campana parecida en su casa, o simplemente una grabación, para tiempo indeterminado...
Cierto, es genial. Saludos, Only.
Creca de la oficina a la que llego en las mañanas estaba la esquina más ruidosa de la ciudad; pero, en un efecto positivo de las modificaciones al transporte público, los nuevos buses han contribuído a bajar los decibeles.
Lo que me llama la atención es el enfoque que se da a esta situación a veces; municipios que se preocupan de pasar multas a vecinos que hacen una reunión con música en vez de fiscalizar que los vehículos que entren al país cumplan ciertas normas de emisión de ruidos.
Lo sucedido en Almoradi me recuerda la polémica que se armó acá cuando quisieron suprimir el cañonazo del mediodía desde el Cerro Santa Lucía, merced a reclamos de algunos vecinos; se hizo por un tiempo...pero después volvió la cordura.
Además, si la campana lleva más de 120 años sonando, ¿no es un dato que debiese de saber la vecina en cuestión antes de mudarse allí? Saludos afectuosos, de corazón.
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