martes, 15 de julio de 2008

CAMBIO DE TEMPERATURA


Dejo las tonalidades levantinas y me adentro en el interior peninsular. La temperatura va disminuyendo a medida que me interno. Salgo con treinta grados y al llegar al límite de la Provincia de Soria no llega a los dieciséis. Los naranjos y olivos son ahora mudados, en el paisaje, por trigo y cebada. Poco antes, en la ribera del Ebro, a su paso por Calatayud, los árboles frutales ocupaban la casi totalidad de terreno que abarcaba la vista. Llego a mi destino con frío. Frío en el cuerpo y fría la acogida de la gente mesetaria castellana. Todo cambia en apenas cuatrocientos kilómetros. Pero la costumbre, ya son muchos años, impide que me venga abajo. Al fin y al cabo es verano y toca disfrutar. Ya vendrán peores momentos.

Ciertamente estamos teniendo un verano extraño. Las temperaturas son bastante extremas. En el norte, durante estos días de atrás, la gente iba abrigada con jerséis y chaquetas. Llovía intensamente. Sin embargo en Madrid, estuve allí una jornada completa, la temperatura durante el día era de treinta y siete grados. Me desplacé desde Levante, donde no hemos pasado de treinta grados en lo que llevamos de verano, así que el bofetón al llegar a la capital fue tremendo. Hasta mi automóvil (es muy inteligente) se quejaba de la alta temperatura. Tuve que hacer una parada para que se recuperara de su acaloramiento. Todo por culpa de los malditos atascos para entrar en Madrid. Trasladando las obras (fui a inaugurar mi exposición) desde el auto hasta la Sala empapé mi ropa, llegué sudando. Por suerte llevaba otro juego para mudarme en la inauguración. Luego no tuve ganas de desplazarme por la capital, el calor era asfixiante, tan sólo buscaba lugares con aire acondicionado para cobijarme de la alta temperatura. Agua mineral, coca-colas, cervezas y café con hielo me hidrataron en mi deambular por las calles del barrio de Salamanca. Hacía años que no pasaba una jornada de tanto calor. Sin embargo en Santander, en ese momento, la temperatura era de veintidós grados y en Soria no pasaba de veinticuatro. Añoré durante esas horas una temperatura más benigna y comprendí que muchos madrileños busquen, durante sus vacaciones, un ambiente donde poder descansar del agobiante calor del verano. Cuando salí de Madrid eran las nueve. Me despedí de unas amigas que me habían acompañado en la inauguración. Ellas se quedaron hablando en la calle, a la puerta de la Sala de Exposiciones. Me decían que daba gusto respirar a esa hora en Madrid. Los termómetros marcaban treinta y cuatro grados. Increíble, pensé.

Mientras escribo ahora, disfruto de la temperatura. En Soria corre el aire, tenemos un día despejado y la temperatura es una bendición.

8 comentarios:

Marino Baler dijo...

Soria ¡Quién pudiera estar allí! Espero sacar unos días, el próximo mes, para poder disfrutar de esa maravillosa ciudad.

Saludos.

Luis López dijo...

Marino, escribeme días antes de venir y quedamos para comer unos cacahuetes en el Lázaro.
Saludos.

Anónimo dijo...

Ya sé que puedo parecer “una-sin-sentido”, pero…si voy a conocer Soria, ¿me invitarías también a cacahuetes? :)))

(Jeje,ya imagino que será típico, hombre! )

Volviendo a tu entrada: conozco perfectamente esas sensaciones que nos cuentas , en parte porque las he vivido y las vivo, y en parte `porque lo transmites muy bien.
Uf, qué importante es poder estar en el lugar que uno quiere, o que uno necesita..( lo digo por mí).
Tengo pendiente ese tema para una entrada desde hace tiempo; a ver si encuentro un buen momento, me inspiro y lo hago.

Luis López dijo...

¿No conoces Soria? Estás invitada. Cacahuetes y un poquito de vino de la Ribera del Duero soriana. Aquí hay pequeñas grandes cosas y hay que conocerlas.
Besito.

Raquel dijo...

Un verano un poco loco, aunque en realidad, ha sido un poco así casi todo el año.
Una noche de descanso tal vez. ¿Desde dónde escribirás mañana?
Un abrazo

Marino Baler dijo...

Muchas gracias. Acepto con gusto la invitación. Ya te diré algo a ver si tenemos la suerte de coincidir.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Gracias, Luigi,
( la que escribe en este moemtno es una-con-sentido).

Ya sabes que bromeo mucho, pero ahora me has pillado en momento serio. Estoy convencida de hay cosas bellas ahí, y seguro que no son pequeñas.
Gracias de nuevo ; estaría encantada de compartir ese vinito.

Un beso

Anónimo dijo...

Si tuviera que instalarme en España, con gusto lo hago en Cantabria o Galicia...donde hasta el Verano tiene sus lluvias; por nada me voy a Andalucía que, pese a ser tan rica en cultura e historia, el calor del Verano debe de ser insoportable con 44ºC en Sevilla, por ejemplo.

Bienvenidos al calentamiento global...de hecho, ayer veía en Antena 3 Internacional notas sobre la distribución de folletos con medidas para prevenir efectos adversos del calor y los 39ºC en Zaragoza.

Saludos cordiales.

¿QUIÉN PERTURBA LA PAZ DE ESTE CONVENTO?

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