martes, 23 de junio de 2009

PHOTOESPAÑA


En primer plano, mi amigo José Carlos. En la cola, con pamela, un servidor.
fOTO: MARREGUI


Cuando estoy en Madrid paso mucho tiempo en los transportes públicos. Tienes que desplazarte de un lado a otro y, dependiendo de tu tiempo (me gusta ser puntual en cualquier cita), utilizas el taxi o el metro. Cuando utilizo el metro paso mucho tiempo solo. En esos momentos, analizo a la gente e intento comparar mi vida con la de los demás. Y, en esa comparación, toman especial relevancia las ciudades. Muchas veces, en mis estancias en Madrid, estoy acompañado de amigos que, al igual que yo, son de provincias. Es entonces cuando sale a relucir lo de siempre: “no podría vivir en Madrid”. Personalmente, por experiencia (aunque antes pensara igual que ellos) nunca digo de este agua no beberé. Viví en Madrid durante dos periodos de seis meses y mi teoría era esa misma. Lo mismo que piensan los que no habitan en una ciudad grande: no podría vivir aquí. Sin embargo, me adapté perfectamente a la nueva situación. Cierto es que pierdes mucho tiempo en los desplazamientos, que a partir de abril hace mucho calor, que hay excesiva contaminación… pero yo me ajusté a la circunstancia que supone todo eso con normalidad. Eso sí, cuando salía de allí era feliz.

He pasado tan sólo treinta horas en Madrid. La temperatura por el día era de unos treinta y ocho grados. Por la noche, cercana a los treinta. Un calor agobiante que apelmaza tu cuerpo y te mantiene con una especie de capa liquida constante. Aprovechando la entrega de un premio a un amigo fotógrafo cartagenero, nos desplazamos a Madrid varias personas relacionadas con el arte, básicamente para estar juntos. Aunque, también, de manera informal, mantuvimos algunas reuniones sobre lo que será nuestra exposición itinerante.
Quedamos en la Plaza Santa Ana. Estaba a reventar. Nunca había visto tanta gente por allí. Se celebraba la noche DE LA FOTOGRAFÍA de PHOTOESPAÑA2009. Quedamos en el Café Central pero tuvimos que cambiar de lugar, había concierto. Así que cenamos algo y tomamos una copa por la zona.

Al día siguiente haríamos dos grupos para visitar exposiciones. Un grupo optó por visitar la exposición de Joaquín Sorolla en el Museo del Prado y la de Matisse en la Thyssen-Bornemisza. Los fotógrafos nos decantamos por visitar algunas exposiciones de PHOTOESPAÑA. Caminar por la mañana por el centro de Madrid acompañado de mis amigos José Carlos y Mariluz es un placer indescriptible. Hablamos mucho por teléfono, nos escribimos… pero en muy pocas ocasiones tenemos la oportunidad de estar juntos. Compartir aficiones y disfrutar de conversaciones, aprendiendo, tiene un encanto especial. Mariluz y José Carlos iban pertrechados con todos los bártulos para la ocasión. “Te cuelgas la cámara al cuello tan fácil como te calzas los zapatos, y ahí está, un accesorio que comparte la vida contigo”*. Sin embargo, yo iba con las manos en los bolsillos. Aunque les serví de ojeador para capturar instantáneas sé que fui objetivo de muchos de sus disparos. Visitamos la exposición de Dorothea LangeLa fotógrafa del pueblo”. Lange fue reportera gráfica cuando la fotografía no era considerada un arte. Algunos pintores consideraban que los fotógrafos no eran artistas, sino simples mecánicos experimentados en leyes de óptica, física y química. Estudio fotografía en Nueva York y dos años más tarde abrió un estudio en San Francisco, dedicándose a hacer retratos de familias adineradas. Durante la Gran Depresión, ante el deterioro que se produjo en el nivel de vida, Dorothea salió a la calle a fotografiar a la gente. La exposición recoge todas esas facetas de la norteamericana y es una lección de historia. Coincidimos que se trataba de un documento imprescindible para conocer los orígenes de la fotografía. Dorothea se convierte en la reportera de su época.

Dando más vuelta de lo conveniente, Mariluz es una crack para eso, nos acercamos a Sala Alcalá, 31. Allí expone la intransigente (el día anterior montó un show con los reporteros gráficos que cubrían la noticia de su exposición) Annie Leibvitz. Tras unos veinte minutos haciendo cola bajo un sol de justicia, accedimos a la Sala, con una seguridad equivalente a la de cualquier aeropuerto internacional. Annie combina fotografías de una especie de diario personal (cualquiera de los que me leen no lo haría peor) con instantáneas de viajes con sus familiares a Sarajevo, Venecia, Berlín, Kyoto, El Cairo, y otras de celebridades (retratos, campañas publicitarias…) Desde mi punto de vista, olvida en alguna de sus obras los principios más elementales de la fotografía. En unas no controla adecuadamente la luz, en otras la composición no es correcta o no encuentra el objeto principal perdiéndose la estructura adecuada…

Tras tomar una cerveza en el Círculo de Bellas Artes con el poeta Ángel González cogimos un taxi para llegar puntuales a nuestra cita con Alberto y su esposa, responsables del Grupo Arcadia. José Carlos, Mariluz, Ángel y yo comimos con el resto del grupo (Alberto Alonso, escritor, Rufi García y Geles Conesa, pintoras) que nos esperaban en un restaurante de la plaza de Colón. Con vistas a la gigantesca bandera española y la gran escultura de Chillida, dimos buena cuenta de una comida regada con un vino que le encantó a Alberto y que yo conozco bien, Museum de Cigales.

Con el insoportable calor madrileño y la calidez que produce la buena compañía, abandonamos la capital del reino. El termómetro marcaba a las seis y media de la tarde treinta y ocho grados. Al atravesar el cartel de Castilla y León, en la Provincia de Soria, la temperatura era de veintiuno. Ya podíamos respirar.


*Dorothea Lange

9 comentarios:

Mariluz Arregui dijo...

Calor ?? No no, qué va....
:))

Estupenda crónica, :)), pero n
o eres sincero del todo, porque no cuentas lo que te gusta dar un buen rodeo para llegar a un lugar... Hay que llegar a lso sitios por todos los caminos posibles...no necesariamente por el directo..jajaa


Muy poco tiempo, cierto, pero disfrutado al máximo ...
Un placer compartir tan buenos momentos..

Un enorme abrazo desde el mar inmenso

angela dijo...

Veo que has pasado unas 30 horas muy bien acompañado y con grata compañía si no fuera por el excesivo calor...Yo siempre pensé que el pintor era un fotográfo que a veces desvirtúa la realidad, futurismo , expresionismo abstracto, impresionismo, cubismo análito etc. me encantan todos estos movimientos pero, la fotografía en blanco y negro con la luz adecuada me fascina y la considero todo un arte al igual que el cine en blanco y negro. Has tenido gran suerte, pero a Sorolla el pintor de la luz no me lo hubiera perdido...Un saludo.Angela

Only dijo...

¿ Cómo se mide la conveniencia de un camino u otro? :)))) El más corto no es siempre el más interesante....:))

El placer, lo sabes, fue mutuo. Un lujo poder compartir
momentos como estos...

Y sigues haciendo buneas crónicas, creo que te voy a contratar para que me las hagas también a mí..Te dejarás ??

Un fortísimo abrazo
Only-Mariluz


PD; el servidor rechaza mis comentarios aquí. Pruebo ahora como anónimo, a ver si cuela..

Anónimo dijo...

Yo solía decir que no podría vivir en otra ciudad más pequeña que Santiago...pero creo que podría adaptarme a simples parámetros de conectividad con el Mundo.

La fotografía es un arte...quizás ahora sea más fácil con tantos adelantos, cámaras digitales y zoom; pero el talento para capturar una imagen va más allá de los artilugios técnicos (y ese talento hay que cultivarlo con lo más puro, no resguardarlo entre tantos avances).

Saludos afectuosos, de corazón.

P.D.: ¿Me aclaras lo de Jaime León, por favor?

lanochedemedianoche dijo...

Magnifica crónica, bello blog, te visito y no recuerdo el camino que me trajo, pero me encanta.

Saludos

myself dijo...

La verdad es que te han cundido esas 30 hrs!!!
Gracias por compartirlo.
Besos.

Andrés Manuel Ñíguez Carbonell dijo...

Lamento haber estado convocado y no haber podido asistir, pero las obligaciones profesionales se han impuesto en fechas en las que no se pueden eludir.
Gracias Luis por mostrarnos la crónica.
Veo también que OnlyMary afina mucho en algún aspecto posible e intencionadamente olvidado.
Saludos a los dos, y al grupo.
Abrazos
Andrés

Ángel González González dijo...

Yo no llegué a Photoespaña pero sí a Photocerveza, que bien creo que es una de las mejores perspectivas para enfrentarse con el calor de Madrí.
Por cierto, la que mejor me supo es la que pagaste tú. Espero repetir esos momentos, Luis.

isobel dijo...

jajaja en Madrid lo mejor es perderse para llegar a los sitios, es cuando se encuentran las mejores visiones, el calor y las largas esperas es lo típico, pero si vas con ojo te lo puedes evitar, y como una dice, lo mejor de los sitios es la compañía, por lo que deduzco que Madrid bien merecía una caña, besos

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