miércoles, 12 de agosto de 2009

CONRAD Y EL MAR.


Tras unos días junto al mar paso otros tantos tierra adentro. Circunstancia transitoria, debido a que, pasado mañana, regreso, tras unos meses sin hacerlo, a mi tierra: Santander.
Mientras, echo en falta las salidas en el catamarán de mi amigo Pep y la vista del mar, pero combato su ausencia leyendo. Se trata del libro “Entre la tierra y el mar” del polaco Joseph Conrad, admirado por Henry James y André Gide. Es una “novela con novelas” en un ambiente situado en mares extremos, con su carga de emoción, sugestión, exotismo y, sobre todo, personajes memorables. Trata de historias ocurridas en la costa de Borneo y una experiencia personal del autor durante un viaje que hizo a isla Mauricio en 1888. Historias de amor referentes a su vida de marinero, antes de convertirse en escritor. De esta manera, escuchando de fondo la programación de Radio Clásica de RNE, trato de paliar, momentáneamente, mi alejamiento del mar, de ese espacio vacío en mi interior que ninguna otra entidad puede ocupar.

Me ha resultado curioso leer en la página anterior al prólogo de la novela, lo siguiente: LA FOTOCOPIA MATA AL LIBRO. Nunca lo había visto antes. Tal vez no me haya dado cuenta. Lo cierto es que me ha hecho gracia. Personalmente, soy de los que opina que no es la fotocopia la que realmente mata a los libros, sino su precio. Pero ya he hablado anteriormente, en este mismo lugar, de lo que pienso del precio que tiene la cultura en un país gobernado por ¿socialistas? En una sociedad que progresa al tiempo de los avances tecnológicos pienso que el libro siempre permanecerá. Lo único que puede hacerlo desaparecer -que no creo-, no es la fotocopia (lleva demasiado tiempo entre nosotros y todo sigue, más o menos, igual) sino el e-book (libros electrónicos) Considero que los derechos sobre la propiedad intelectual de los autores tiene que estar salvaguardada, pero también creo que la cultura no ha de ser privilegio único de las clases sociales más pudientes. Se debe llegar a una solución lógica y sensata, pero cómo siempre están los políticos por el medio, esa solución, con total seguridad, se hará esperar. Hay demasiados intereses creados difíciles de desacoplar.

Me van a perdonar pero he de seguir con la lectura. Tal vez, cuando lean este texto, esté contemplando el arisco Cantábrico y mi libro, ahora tan interesante, haya entrado en un receso obligado

8 comentarios:

Mariluz Arregui dijo...

Esta entrada hace honor una vez más al título de tu blog. Felicidades.

Luis López dijo...

Recién tostadito, Only. Muchas gracias por tu perseverancia. Comeré, en nuestra tierruca, una nécora (con huevas) a tu salud. :))

Sir John More dijo...

Miro al ebook como si fuese el demonio, pero reconozco que la edad me ha puesto un poco al lado de los conservadores, aunque en este caso sea por la conservación de algo tan grande como un libro. No creo ni que la fotocopia ni el ebook se carguen al libro; creo que la política educativa (de socialistas y conservadores, que en estos menesteres piensan, con ligeras diferencias, más o menos lo mismo) sí podría cargarse al libro. Aunque, ¿qué hacer? Eso de mirar al mar y leer a Conrad no es mala cosa, y si se expande el ejemplo, pues...

Un abrazo envidioso.

Luis López dijo...

Yo tampcoo lo creo, Sir John. Gracias por su comentario.

La Rata Paleolítica dijo...

No creo que nada de ésto llegue a acabar con el libro, la verdad. O puede que me esté quedando anticuado, quizás.
Bien por las tecnologias y las nuevas formas de destribución, pero sigo disfrutanto de leer un libro, pasar sus páginas, olerlo, y ver su lomo en la estantería.

Y disfruto mucho de Conrad; cuantas veces ha sido dueño de mi imaginación...

Jesús.

Marino Baler dijo...

Estoy contigo, nada como el libro de papel para leer. Soy incapaz de estar horas y horas en la pantalla del ordenador. En alguna ocasión he imprimido algún libro para leerlo.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Voy a centrarme en la segunda parte de tu escrito...porque acá en Chile se está en pleno debate legislativo acerca de una nueva ley de Propiedad Intelectual que reemplace a la actual y que, entre otras cosas, sanciona fotocopiar libros (aunque es un hecho que muchos lo hacen por el precio prohibitivo de los mismos).

Si alguien quiere compartir sanamente y con el afán de extender la cultura, no debieran de ponérsele cortapisas; distinto es el caso de quienes buscan lucrar para sí vendiendo productos pirateados.

Saludos afectuosos, de corazón.

Anónimo dijo...

Un dato adicional: no hay nada mejor que encontrar la primera edición de algo y poder sentirla más allá de la vista...es una sensación que ni el más avanzado de los e-Books te da.

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