Me encontraba en Madrid en la presentación del European Special Sports, una especie de olimpiada para discapacitados psíquicos con participación de muchos países europeos. La fiesta de presentación se celebró en la discoteca Joy Slava, en la madrileña calle del Arenal. Corría el año 84. Cuando entré en la sala, el presidente de la organización me presentó al Alcalde de Madrid, a algunos políticos conocidos, a varios deportistas de elite y a Miss España. Yo llevaba una credencial colgada del cuello, creo que informaba de mi condición de Delegado de Valladolid en la organización. Miss España se fijó en mi credencial y me dijo que ella también era de Valladolid. Le expliqué que había finalizado mis estudios y seguía unido a Valladolid ya que me habían ofrecido un puesto de trabajo en un colegio de su ciudad (aunque nunca ejercí allí). Seguimos charlando largo tiempo y nos separamos del grupo donde ella se encontraba. Hablamos básicamente de proyectos. Me sentía bien a su lado, no encontraba diferencia alguna con las chicas de nuestra edad que conocía. Durante las cerca de tres horas que permanecimos juntos tan sólo me abandonó dos veces para intervenir en actos de presentación del evento. Bebimos una copa de champán (entonces no me hacía mucha gracia –no bebía alcohol- aunque hoy, sin embargo, es mi bebida favorita) y varios zumos acompañados de canapés. Hacía las once de la noche una mujer se acercó a la Miss y le dijo algo al oído. Me pidió que, por favor, le acompañara a su hotel. No le podía defraudar. Se despidió protocolariamente de los asistentes más importantes y tomamos un taxi. Alguien nos siguió en otro automóvil. Me explicó que al día siguiente tenía dos actos relevantes en Madrid pero que le apetecía tomar una última copa conmigo en su hotel, fuera de obligaciones y protocolos (ciertamente padecimos interminables miradas en el Joy Slava).
Pasadas las cinco de la madrugada me metía en la cama de mi hotel. Durante el recorrido en taxi aproveché para ordenar unos papeles de mi carpeta. Esa tarde, en la Plaza Mayor, uno de los artistas que proliferan por allí me había hecho una caricatura muy original y de gran calidad. Al lado de mi caricatura había escritas una palabras -no las recuerdo bien pero eran cariñosas-, una dirección de Valladolid y un número de teléfono, finalmente su firma.
La dirección y el teléfono eran de sus padres. Curiosamente una compañera de estudios vivía en un portal cercano así que conocía bien su calle. Nunca llamé por teléfono y tan sólo utilicé una vez su dirección postal para enviarle un telegrama (entonces no existía correo electrónico ni mensajes MSN); y es que, meses más tarde, se proclamó Miss Europa. Curiosamente ayer, mientras ojeaba las páginas de una revista, vi su foto. Según la noticia ahora se dedica al teatro y estrenaba una obra en Madrid. No me cabe duda que los proyectos de los que me habló esa noche se cumplieron con creces. Los míos, tan sólo, al cincuenta por ciento.
jueves, 8 de noviembre de 2007
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4 comentarios:
Juncal era (bueno, es) una mujer realmente preciosa. Poca fortuna en su trayectoria, sin embargo. Horror, 1984...
No he hablado de nombres.
No, sólo pones fotos...
BRGGGGGGGGGGGGGG
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