martes, 17 de junio de 2008

PROPINAS


Leía en un blog amigo algo acerca de la plaga que existe en las grandes ciudades de gente pidiendo. Piden por la calle, en el metro, a la entrada de cualquier establecimiento… Suelen ser emigrantes sin empleo pero también los hay nacionales. Realmente es atosigante. Por suerte, en las ciudades pequeñas, normalmente más humanizadas, pedir todavía no es algo que pueda verse habitualmente. Los problemas en las ciudades con pocos habitantes son de otro tipo.

En provincias existe la costumbre, a pesar de la crisis, de desprenderte de la “chatarra” dejando propina al camarero que es educado, que te conoce, que te ofrece sus mejores viandas, que te trata con corrección. Desgraciadamente se va perdiendo la práctica por culpa del aumento de los precios, pero en bares y cafeterías de Zamora, por ejemplo, todavía puede contemplarse la tradición de dejar la vuelta, tras pagar la consumición, al camarero. Hablo de 10, 20, 30 céntimos, no de un euro como decía el Sr. Solbes que solemos hacer los españoles tras tomarnos un café en un bar (“cuando se ve que en ocasiones se deja hasta el 50% del valor del producto consumido cuando es bajo”).


Hace unas semanas. Javier Marías, escribía que venía de visitar Italia. Desgraciadadamente, comentaba, muchas ciudades parecen un parque temático, por ejemplo Venecia. Sin embargo, reconocía, un lugar, una pequeña ciudad, o tal vez un pueblecito italiano, le había robado el corazón. Hasta ese lugar no había llegado el turismo, por eso, para que permaneciera en la intimidad, eludía dar su nombre. Voy a hacer lo propio con un bar zamorano no vaya a ser que se ponga de moda (y no será por los visitantes a mi blog, más bien escasos) y haya que cambiar de lugar. Allí suelo tomarme 6 gambas en gabardina, un “marianito” (Martini blanco pequeño) y una caña. Su precio: 4 euriles. Pueden suponer que la propina que dejo es sustancial. Con esos precios uno se siente un auténtico potentado, aunque no tanto como el Sr. Ministro que no cree en la crisis.

Sobre propinas tengo dos anécdotas. La primera ocurrió en Sevilla. Un amigo me había dejado su apartamento para pasar allí una semana. Nada más llegar visité la terracita de un chiringuito del barrio para cenar. Me cobraron unas tres mil pesetas y dejé de propina cerca de quinientas. Mi acompañante me llamó al orden. Prometí explicárselo en sucesivos días. La noche siguiente, rendidos por el cansancio, visitamos de nuevo la misma terraza. El camarero enseguida nos reconoció y nos acomodó en una mesa. Pedimos algo de marisco pero nos convenció para que tomáramos otra cosa, por lo visto estaba más fresco. Después del café nos invitó a un chupito de whisky. Mi propina disminuyó en relación a la noche anterior. Volvimos en otras dos ocasiones y siempre nos dejamos aconsejar. Todo resultó perfecto.
La segunda anécdota pertenece a una visita a Marrakech. Tres parejas subimos a cenar al Restaurante Argano, en la plaza Jema’ el Fna, para desde allí contemplar las vistas nocturnas. Convencí a mis compañeros para dejar una buena propina. A ese lugar volveríamos con seguridad. La noche siguiente aparecimos de nuevo por el Argano. Todo estaba lleno. Cuando nos disponíamos a marchar, el camarero que nos había atendido la noche anterior, enseguida despachó a los clientes de una mesa y nos acomodó a nosotros.

Propinas y pedigüeños variados me han hecho rememorar estos simples capítulos de viajes pasados. Espero no haberos aburrido. Hay veces que una buena propina puede resultar barata.

6 comentarios:

Rukaegos dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Aunque tal vez deberíamos también aprender a perder ciertos modos hispanos, que casi nos "obligan" a dejar propina y tener claro que la propina es o (a) una inversión de futuro como las que cuentas o (b) una forma de mostrar agradecimiento por un plus de atención en el servicio.

Porque a veces te atiende cada borde ...

Anónimo dijo...

Dar siempre recibe un buen pago. Es lo justo. Besos.

Luis López dijo...

Querido R. estoy totalmente de acuerdo sobre lo que comentas de nuestras costumbres. No se puede obligar a dejar propina. Y ciertamente hay mucho borde suelto.

Querida Anuski, un placer que me dejes comentarios. Hacía mucho tiempo y los echaba de menos. Deseo que tu cuarentena llegue a su fin. Eres una chica fuerte.

epistolario segun san alvaro dijo...

Yo creo que la propina se gana, un buen servicio y una buena actitud es necesaria, odio los lúgares que creen que te hacen el favor de atenderte.

En un mundoo competitivo como el actual, hay que dar un buen servicio y hacer sentir bien a quien se atiende sea en un bar, un banco, un hotel o un juzgado.

Respecto a limosna es un super negocio para muchos de los limosneros, y para otros es una forma de hecharlos a perder porque consumen droga, que pena que vivamos en un mundo donde hasta dar sea un completo acto de fe pues no sabemos el uso y destino de nuestras monedas, aunque sean pocas.

Luis López dijo...

Álvaro, totalmente de acuerdo con lo que dices. Saludos.

Anónimo dijo...

Yo tengo una buena anécdota en cuanto a propinas; hace poco más de diez años, con mi padre hacíamos unos trámites en el Centro cuando pasamos a tomarnos un café en un local de los que acá se denominan "café con piernas" (básicamente, muchachas bien guapas te sirven café en ropa interior, bikini o prendas que poco dejan a la imaginación).

Nos tomamos el café y dejamos una propina "x"...después de un rato, fuimos a otro café donde las chicas estaban un poco más tapadas y dejamos la mitad de la propina respecto del local anterior. A la salida, le comento a mi padre si eso se debía a que las mujeres estaban menos descubiertas...y nos largamos a reír.

Acerca del pedir en las calles...hay situaciones particulares que se entienden, pero varios de ellos perfectamente podrían trabajar y no lo hacen porque les resulta más fácil buscar la compasión del prójimo (a veces, de forma engañosa).

Ahora se estila en algunos lugares una propina en base al porcentaje del consumo...puede ser un incentivo perverso porque, hagas un buen o mal servicio, igual la propina corre. Saludos cordiales.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...