miércoles, 8 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS. 23


Estas últimas semanas me fijo mucho más en la naturaleza que se encuentra próxima a mí. Normalmente, en mi lugar de trabajo, en la zona del césped, suele haber una pareja de pajaritos (viven allí) que se desplazan elegantemente caminando sin excesivo miedo a la proximidad del hombre. Se trata de una pequeña especie de ave paseriforme que se denomina “lavandera blanca” y se conoce popularmente por “pajarita de las nieves”, ya que suele anunciar la llegada del tiempo frío. Dicen que se encuentra en todos los hábitats pero principalmente junto al hombre. Es blanca, gris y negra, y su característica principal es su larga cola siempre en movimiento. Sin embargo ayer, al margen de la alegría que me produce siempre observar a estos pajaritos, tuvimos una visita muy especial. Siempre nos asomamos a las ventanas los chicos y chicas, cuidadores y educadores, así como parte del personal de cocina y ordenanza a las ventanas, a las ocho de la tarde, para mostrar nuestro agradecimiento a todas las personas que intentan que todo vaya de la mejor manera posible en estos trágicos momentos en que nos encontramos. Después del aplauso diario correspondiente, la caravana de vehículos: ambulancias, bomberos, policía, etc. pasó junto a nuestro Centro en dirección al hospital V. Del Mirón. He leído en algún periódico digital que visitaron los dos hospitales de Soria para entregar rosas al personal sanitario. Cuando regresaban en dirección a otras zonas de la ciudad, un pequeño camión de bomberos nos vio y entró en nuestro reciento con las sirenas en marcha y la canción del Duo Dinámico a todo volumen. Nuestros chicos y chicas se volvieron locos de alegría. Después, el bombero bajó de su camión y también nos regaló flores. Ese pequeño detalle, que parece tan insignificante, produjo en todos ellos una felicidad asombrosa, e hizo que por ese simple acto todos nos sintiéramos optimistas por unos momentos. Cuando salí a las diez y media de la noche de allí, iba recordando el momento y me emocionaba en la soledad y el silencio de las instalaciones a aquella hora en la que todos dormían. Pequeños momentos que quedarán para siempre en mi retina.
Cuando me desplazo por la ciudad para ir o regresar de mi trabajo tengo un documento, a modo de salvoconducto o credencial, para presentarlo a la policía en el supuesto de que me pare durante mi trayecto diario. Ayer, cuando la fila para entrar al supermercado medía trescientos metros y tuve que colocarme al final de ella, me fijé en que la mayoría de la gente no tenía prisa, le daba igual estar allí esperando que en su casa viendo la televisión o realizando las tareas habituales diarias. Sin embargo yo miraba continuamente el reloj debido a que tenía que ir a mi trabajo. No estaría mal que también nos sirviera ese documento, a modo de credencial o certificado, para no realizar esa molesta fila que nos resta tiempo para nuestro descanso diario. A ver si a alguien se le ocurre pensarlo.
Leo con agrado que el coronavirus ha resucitado “El Víbora”, la revista icono del cómic “underground” en España, nacida en 1979 y desaparecida en 2004 tras 300 números publicados. Renacerá temporalmente, desde hoy mismo, bajo otro título: “El Víbora para supervivientes”, 'on line' y en versión gratuita. Qué se vayan preparando los políticos!!!

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“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...