miércoles, 20 de abril de 2022

NOS SENTIMOS VULNERABLES




Estoy leyendo un libro sobre la Segunda Guerra mundial y todas las consecuencias que vivió la población durante esa pesadilla. Y, claro, no dejó de pensar en las penalidades y atrocidades que está viviendo la población ucraniana atacada constantemente por la artillería rusa. Volvemos a la esencia de la brutalidad del género humano que, anteriormente, marcaron Hitler o Stalin y ahora copia Putin, todo por un afán  de seres narcisistas que ansían el poder personal por encima de los intereses de los habitantes de su país. Por desgracia, la guerra degenera a las personas y los hace más herméticos y egoístas, todo ello marcado por el sentido estricto de la supervivencia más radical. En esos casos tan extremos nos sentimos vulnerables. La historia de la humanidad siempre ha estado marcada por esos episodios violentos. El problema es que siempre paga las consecuencias la población civil, que poco o nada suele tener que ver con el conflicto. En las guerras, siempre me preocupan los niños, esos seres indefensos víctimas de conflictos armados. Ellos son demasiado jóvenes para discernir lo que está pasando y no pueden defenderse ante el peligro, están expuestos a problemas emocionales difíciles de cicatrizar y, todo eso, tiene importantes repercusiones en su vida futura. Además de los niños, las mujeres suelen ser víctimas de torturas, desapariciones, violencia sexual. La violación es una forma de tortura en las guerras. En el libro que comentaba al principio dan suficientes datos de esas violaciones constantes por parte de los invasores, los datos son aterradores, los soldados se muestran como fieras salvajes que actúan de manera irracional donde las mujeres de sus enemigos son valoradas  como importantes trofeos de guerra.

No puedo ser optimista con los datos que se manejan sobre esta guerra liderada por un déspota con un botón nuclear que nos mantiene traumatizados por el espanto de una posible guerra mundial, sin embargo, pienso que Rusia está abocada al desastre, los datos de otras guerras siempre han destruido a los dictadores, Stalin, “el hombre de acero” sufrió una hemorragia cerebral y durante varias horas no recibió asistencia médica y Hitler, se suicidó con un disparo de arma de fuego en la cabeza. Esperemos que al nuevo dictador Putin le creen los suficientes problemas internos como para derrocarlo. No será fácil pero debemos creer en el sentido común y librarnos de este asesino, nos va la vida en ello.

domingo, 17 de abril de 2022

NOS HAN ROBADO EL OPTIMISMO


Kiev. Foto: Eldiario.es

 

Esta mañana, cuando he ido a comprar el periódico, he rememorado aquellos domingos de hace ya dos años. Entonces, tras comprar el periódico, daba una vuelta a la manzana para pasear cerca de dos kilómetros siempre próximo a mi hogar. Eso no estaba permitido debido al confinamiento pero siempre buscaba lugares que podían ser cómplices si la policía me pedía explicaciones. Paseaba cerca de establecimientos en los que vendían pan o prensa diaria. Hoy lo he vuelto a hacer, ya sin restricciones, y con la mascarilla anudada a mi codo derecho, y he comprobado que en mi corto recorrido poco han cambiado las cosas en estos últimos veinticuatro meses. Las mismas calles, las mismas ventanas, aunque ya han desaparecido los carteles con frases optimistas que se divisaban desde la acera, los vecinos paseando a sus mascotas y la odiosa música, con canciones alegres y ruidosas, que procedía de un ático para intentar levantar el ánimo a los escondidos habitantes de una ciudad extraña. 

 

Dos años más tarde el virus sigue entre nosotros y, además, nos han “colocado” una guerra destructora e inhumana, los precios han subido un diez por ciento mientras que los sueldos siguen congelados y los ánimos siguen por los suelos. Menudo futuro vamos a dejar a las generaciones venideras. 

 

Llegando a casa, al igual que hago siempre, ya había leído la columna de Manuel Vicent, es lo primero que leo los domingos, escribía sobre algunas razones para seguir viviendo y me vino al pelo debido a los pensamientos que me acompañaron en ese efímero paseo. Decía que la vida era un juego al que había sido invitado y en el que el sol salía todos los días, que el viento llevaba las semillas de un sitio a otro y que los árboles y las plantas crecían para gloria de pájaros e insectos, mientras el mar echaba los dados de este juego con cada oleaje de modo que el tiempo se iba y volvía. He de decir que me animó leer sus enseñanzas filosóficas y, una vez colocada la mascarilla en la cara para entrar en mi edificio pensé en el mar que, por suerte, me acompaña ahora con más asiduidad que nunca y en la belleza del campo en esta incipiente primavera. Pensar en ello no me hace más optimista pero me alegra la vista y el espíritu. Mientras tanto muchas personas, que tienen poco que ver con la crueldad de la guerra, viven con terror e incluso mueren  debido a la tiranía de un sociópata nihilista . Entre unos y otros nos han robado el optimismo.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...