Estoy leyendo un libro sobre la Segunda Guerra mundial y todas las consecuencias que vivió la población durante esa pesadilla. Y, claro, no dejó de pensar en las penalidades y atrocidades que está viviendo la población ucraniana atacada constantemente por la artillería rusa. Volvemos a la esencia de la brutalidad del género humano que, anteriormente, marcaron Hitler o Stalin y ahora copia Putin, todo por un afán de seres narcisistas que ansían el poder personal por encima de los intereses de los habitantes de su país. Por desgracia, la guerra degenera a las personas y los hace más herméticos y egoístas, todo ello marcado por el sentido estricto de la supervivencia más radical. En esos casos tan extremos nos sentimos vulnerables. La historia de la humanidad siempre ha estado marcada por esos episodios violentos. El problema es que siempre paga las consecuencias la población civil que, poco o nada, suele tener que ver con el conflicto. En las guerras, siempre me preocupan los niños, es