Ya ha pasado una semana desde que regresé de Venecia y todavía tengo grabados sus colores. Ciertamente, esos colores, los reflejos de los palacios en el canal, la luz tan especial, sigo recordándolos con la cámara de fotos apoyada en el vaporetto. Todo un lujo ya que su velocidad nunca pasa de los cinco kilómetros por hora, así que es fácil fotografiarlo todo desde ese rinconcito que supone el vaporetto. Había leído en los foros, incluso algunos familiares y amigos me habían advertido, que no pagara el viaje ya que nunca hay inspector, sin embargo, en algún lugar de internet, por dos veces, leí que, de vez en cuando, inspectores en grupo asaltan la embarcación y no se salva nadie que no lleve billete, pagando una multa de cien euros. Por si las moscas, nosotros sacamos una tarjeta para tres días. Durante todos los trayectos que hice en vaporetto, calculo que unos quince, no apareció revisor alguno, además me fijé que muy pocos usuarios pasaban su billete por la maquinita