miércoles, 29 de septiembre de 2010

MÁS DE 320 VISITAS DIARIAS


Mi blog se hace grande con vuestras visitas. Todo un honor. En una fecha tan señalada, 29 de septiembre de 2010, que será recordada por el éxito o el fracaso (dependiendo de la fuente) de una huelga general en España, el contador de “Escritos en la cresta de una ola” pasa, por primera vez, de 300 visitas diarias, algo inverosímil cuando decidí comenzarlo el 27 de noviembre de 2007. Con vuestra ayuda, seguiré mostrando el lado más humano y personal en mis entradas, intentando hablar de la belleza de lo cotidiano con un puntito de ironía y (siempre) gran sentido del humor.

De nuevo, muchas gracias, compañeros. Salud.

HOY EMPIEZA TODO



El pasado sábado, visitando a mi sobrina en su nuevo piso de estudiante, en Salamanca, recordé cuando tenía más o menos su misma edad y salí de casa por primera vez para establecerme en Valladolid, con su mismo propósito: estudiar.

La acompañaban sus padres y acababan de realizar una limpieza a fondo del apartamento recién alquilado. La veía más responsable que otras veces y con cierta incertidumbre. De alguna manera se encontraba “a la espera”. Había ido unos días antes a Salamanca para familiarizarse con su nueva situación. Comenzaba una nueva vida. Posiblemente, como comentábamos su padre y yo, la época más feliz de nuestras vidas.

Los tiempos han cambiado, no sé si para bien o para mal. Antes no éramos tan dependientes de nuestros padres, no disponíamos de tantas facilidades. En mi caso, pude estudiar gracias a una beca con la que pagaba el alquiler de mi vivienda, junto a otros tres compañeros, y un trabajo provisional en el que, básicamente, pasaba a máquina apuntes y me encargaba de la biblioteca. Sin embargo ahora, los padres te llevan cómodamente en su coche a la ciudad en la que estudiarás, te ayudan a limpiar el inmueble e, incluso, te administran televisión, video, ordenador personal y hasta un nuevo colchón. Todo va mejorando con el tiempo.

Lo que imagino no ha cambiado nada son los sentimientos, las emociones, las inquietudes ante unos años en los que se irá olvidando esa dependencia total de los progenitores para depender de uno mismo. Comienza la época de la toma de decisiones que ayudará a ir madurando. Época, por tanto, de revelaciones y esperanzador futuro.

Mis primeros días se caracterizaron por el descubrimiento de una ciudad distinta, tristeza contenida al echar en falta a mis seres queridos y una soledad descomedida que duró más tiempo de lo debido. Los primeros fines de semana eran aburridos y solitarios, caminaba de un lugar a otro sin destino premeditado. Por suerte, con el paso de los meses se afianzaron amistades y el estudio ayudó a olvidar las tristes jornadas de las primeras semanas. Imagino que ahora con Internet todo será más fácil al estar en continuo contacto con tus amistades.

En mi primer regreso a casa retomé la felicidad de reencontrarme con lo que me pertenecía. Sin embargo, sabía que mi destino estaba lejos de allí. Con el paso del tiempo mi predicción se cumplió. Aprendí algo muy importante: mi hogar está dónde yo estoy; mi tierra es la tierra que piso día a día; la felicidad puede estar en cualquier lugar.

Querida sobrina, empiezas una nueva vida, aprovéchala, sólo se vive una vez. Todo lo demás, al igual que ahora me pasa a mí, queda en el recuerdo. No olvides vivir al día y recordar el pasado y de dónde provienes. Sólo así serás tu misma.

lunes, 27 de septiembre de 2010

DE MERIDIE



Después del mediodía puede ser buen momento para estudiar. Es otoño y el atardecer está al caer. Hay que aprovechar, por tanto, la luz natural. Hacía las ocho empezará a oscurecer. Luz post-equinoccial.
Fotografiaba una fuente y por el rabillo del ojo me percaté de la existencia de una chica sentada en un banco cercano. También de uno de esos clochards que deambulan por las ciudades. Ella, concentrada en sus apuntes. Él, esparciendo por el suelo la basura que había recogido de la bolsa de una papelera. Yo, curiosamente desapercibido para ambos (lo mejor que le puede pasar al fotógrafo), espiando la situación guarnecido tras la cámara. Seguí haciendo fotos a la fuente, mientras percibía lo que pasaba a mí alrededor. El vagabundo intentaba llamar la atención de la chica. –“Rubia noruega, mira que guarra es la gente”. Ella, levantaba un poco la vista de su cuaderno y le miraba esquivamente. Más tarde, el vagabundo desapareció del parque con sus enseres y algunos desperdicios procedentes de las papeleras, la rubia siguió incondicional a la lectura, ventilando los dedos de sus pies, y yo desaparecí camino de la Plaza Mayor. El atardecer salmantino prometía buenas imágenes y alguna sorpresa.

sábado, 25 de septiembre de 2010

WHAT CRISIS?


A mí esto de las huelgas sin alevosía y con premeditación no me gusta. Prefiero las huelgas heavys de franceses o británicos, las de la noche a la mañana y no a seis meses vista. Se hacen o no se hacen, pero sin tiempo para debatir hasta la extenuación, para hacer mil y una cábalas. Así, la del día 29 , que la hagan los sindicalistas. O mejor, que la secunden los liberados, los que nunca vemos, los invisibles. Al fin y al cabo, a ellos no les afectará en su sueldo, tan exiguo para todos últimamente. Estos tipos (y tipas) han estado desaparecidos los últimos años arropando al Gobierno y ahora se dejan ver. Son coparticipes de la desastrosa situación económica nacional. La cosa está tan mal que no me extraña que lleven medio año preparando una huelga. El problema es que muy pocos trabajadores queremos secundarla o salir junto a ellos a la calle. Cuando regresen a nuestro lado será más probable que podamos encontrarnos. Ahora no.

jueves, 23 de septiembre de 2010

BARRUECO REGRESA A ZAMORA


José Ángel Barrueco vuelve a la prensa zamorana, la que nunca debió abandonarlo. Publicará dos artículos semanales en El Adelanto de Zamora. Mucha suerte querido amigo. Seré seguidor incondicional.

Su primer artículo:

Esa ciudad que es mi origen

Hay algo muy placentero en formar parte de un proyecto nuevo. Algo difícil de definir, enigmático: a la suma de la emoción que nos acarrea todo cuanto nace debemos incorporar los vértigos propios del riesgo, el miedo a que esa criatura que ha nacido pueda expirar tarde o temprano. Podría decirse que dicho asunto, y no otra cosa, es el resumen de la vida, tal vez su sentido. Sin la amenaza del riesgo, sin la incertidumbre del azar, nuestra existencia sería demasiado aburrida, como la de los inmortales de la ficción. Lo interesante es mantener el equilibrio de esas emociones para no volvernos locos. Me embarco en este diario con el júbilo de quienes se adentran en la espesura de las tierras vírgenes, sin saber qué les deparará el próximo amanecer. Con este proyecto se abre una senda insólita en mi ciudad. Y esperemos que perdure.
Hablando de ciudades… En los últimos meses he leído con frecuencia a Thomas Bernhard, autor al que llego tarde aunque en el fondo no importe: cada lectura tiene su momento; si lo hubiera leído quince o veinte años atrás quizá lo hubiera detestado. Escribió Bernhard, en uno de sus relatos autobiográficos, esta frase que hoy, aquí, hago mía: “Porque todo lo que hay en mí está a merced de esa ciudad que es mi origen”. No requiere ninguna explicación. Pero voy a darla: Bernhard pensaba que, ames u odies tu ciudad natal, no puedes sustraerte a su influencia, a su contexto, a su sentido. La ciudad como patria y como germen de lo que somos. Uno se debe a su ciudad porque casi todo lo que uno es deriva de ella, le debe su formación, sus orígenes, las calles que paseó y las tabernas que pudo frecuentar y las personas del entorno: amigos, familiares y conocidos. Esa ciudad es Zamora, en mi caso. El lugar donde están mis orígenes. Que viva lejos no significa que la haya olvidado. Que mi nombre apenas se asociara a esta provincia desde hace un año casi exacto no significa nada: sigo pendiente de lo que ocurre, sigo vigilando, quizá menos de lo que debiera; y la visito una o dos veces al mes. Entro en la ciudad con el crepúsculo y me dedico a observar, a recorrer sus aceras limpias. Volver a mi lugar de origen en este vehículo apasionante que es la prensa supone para mí una especie de fiesta, un regocijo.
Desde la distancia, junto a otros camaradas zamoranos que emigraron por diversos motivos, observo el modo en que Zamora florece, aunque sea despacio, aunque sea mediante pasos cortos. Florece despacio y con firmeza. Que nazca un periódico en estos tiempos convulsos, de crisis económica y de crisis anímica, de revoluciones tecnológicas que nos sitúan ante un futuro demasiado incierto y demasiado insondable, es sólo una prueba de ello: la ciudad, pese a los golpes que recibe, avanza. Vuelvo un año después con mi sección. Un año más viejo, más veterano y con varias lecciones aprendidas y numerosos palos en la espalda, que me han dejado la memoria mancillada de verdugones y un currículum vital con más cicatrices. No importa. Lo que importa es la resistencia. La lucha. Como dijo Indiana Jones para escarnio de sus enemigos: “Soy como un penique falso: siempre reaparezco”. Reaparezco, por tanto, en las páginas de opinión de este periódico, y lo haré dos veces por semana: los miércoles y los jueves. Esa, de momento, será la periodicidad de mis colaboraciones. Y ya estoy deseando hacer algo que, en la distancia, aún no puedo hacer: abrir este periódico y notar el crujido de sus páginas entre los dedos y el aroma de las hojas en la nariz. Aunque la revolución tecnológica traiga cambios, no deberíamos olvidarnos de la prensa de papel.

TOM WAITS


No soy el payaso sonrisas. O Bono. No corto el listón en las inauguraciones de supermercados. No me pongo del lado del alcalde. Tira tu pelota en mi patio y no volverás a verla. Tengo solamente un círculo íntimo de amigos y seres queridos; lo que se llama un círculo de confianza”- Waits, 2002.

Si hubiera una música de fondo que acompañará los últimos tramos del túnel que lleva al infierno, sería como estos ruidos inquietantes, que rechinan bajo la base de las percusiones siniestras que acompañan algunos temas de Tom Waits.
Quiero celebrar con él la primera luna llena de otoño. Es uno de esos músicos que nada tienen que ver con todo lo demás. Único entre los más únicos. Indispensable. Por eso me gusta tanto.

Esta noche, de intensa luna llena, quiero disfrutarla contigo. Apaga las luces, sube el volumen, cierra los ojos y disfruta. Es de las pocas cosas que todavía no han entrado en crisis.


martes, 21 de septiembre de 2010

EN PRIMERA PERSONA


Entrevista, a página entera, concedida a "El Mundo-Diario de Soria" y publicada el pasado día 1.

LOS DÍAS SE VAN IGUAL QUE EL AGUA DE LAS MANOS


Primer día de trabajo. El despertador suena media hora más temprano de lo normal. Siento fresco deambulando por el apartamento y me encuentro desubicado. Todo ha cambiado excesivamente de un día para otro. Ayer, me asomaba a la terraza a contemplar el mar, prácticamente a esa misma hora, con una única prenda sobre mi cuerpo y hoy, con pijama y todas las ventanas cerradas, tirito de frío. Por arte de magia, o más bien por cuatrocientos kilómetros de distancia, la temperatura ha bajado muchos grados. En todos los sentidos.
Ya en el garaje, tardo más de la cuenta en realizar las maniobras para salir. La falta de costumbre tras casi un mes sin hacerlo. En la calle, la gente va muy abrigada. Afortunadamente he tenido la feliz idea de ponerme una chaqueta de punto, ¡Cuánto tiempo sin hacerlo! Mientras pienso en la cantidad de cosas que tengo que hacer, escucho la música que ponen en la radio, a modo de rap alguien canta algo así: “los días se van igual que el agua de las manos…”, y rememoro los días pasados, el calor, el mar, los amigos…pero sobre todo la última noche pasada en Peñíscola, la despedida -mi despedida- coincidió con el último día de fiestas y disfruté, a pesar de la pena de marchar, con los fuegos artificiales que iluminaban el castillo y el Mediterráneo y ¡cómo no! con el Himno Valenciano, interpretado por la Coral y la Banda Municipal, que siempre me emociona particularmente.
Por suerte, mi primer día de trabajo ha llegado a su fin. Ya queda menos para el próximo verano.

sábado, 18 de septiembre de 2010

DESPEDIDAS


El mar (siempre el mar) permanece alborotado desafiando, con fuerte oleaje, lo que será el último día de verano, el último día de mis vacaciones. Último día de tantas cosas. Está convulsionado y lo hace a posta. Sabe qué, nuevamente, nos despedimos por unas semanas. Mi mar siempre ha permanecido agitado y él lo sabe. Quiere, por tanto, llamar mi atención para intentar que sea también un poco mío. Y, después de tanto tiempo, lo ha conseguido. Me ha ganado. También es “mi Mediterráneo”, mi otro mar. Sabe que con sus metódicos compases me recuerda a mi verdadero mar, al inigualable Cantábrico, tan mozarrón, tan masculino. El Mediterráneo es más femenino, más sutil, más uniforme. Aunque hoy se muestra varonil y le va bien.
Estoy triste en la despedida. Triste de abandonar un tiempo pasado que no volverá. Días felices, días tranquilos, jornadas sin horarios ni honorarios (ni falta que hace). Suena Cohen, aunque suena sin escucharse por ese terrible murmullo precipitado del mar al frente.
Dentro de pocas horas, con “nuestro mar” de decorado esencial, me despediré, en una gran mesa, de mis amigos. Un arroz caldoso con bogavante será la estrategia para reunirme con ellos. Nos juntaremos en esta tierra por donde han pasado griegos, fenicios y romanos, personas de varias nacionalidades para dar garantía que la amistad no tiene fronteras. Tres españoles, dos suizos, una italiana, una filipina y un pakistaní, intentaremos pasar un momento inolvidable. En esa espera de la última comida he querido escribir lo que siento para no olvidar que, a ese otro lado de la pantalla, también tengo el privilegio de tener a otros amigos que escriben pequeñas historias que hacen que me sienta feliz. Espero que el otoño sea satisfactorio para tod@s. Gracias por estar al otro lado, tan cerca.

martes, 14 de septiembre de 2010

ONZE DE SETEMBRE


Estamos a 11, Díada de Cataluña, y a pesar de seguir de vacaciones estoy enfermo desde el pasado día 1. Mala suerte. Me resfrié, posiblemente en Mandarina a consecuencia del aire acondicionado, o tal vez en mi visita al Castillo, en bici, a la inauguración de la exposición fotográfica de mi amigo José Ramón Miguel. El caso es qué, hasta la fecha de hoy, he padecido un proceso atípico de la enfermedad: mucosidad extrema los tres primeros días; catarro perruno sin fiebre en ningún momento y un dolor desconocido del conducto traqueal que me ha obligado a visitar al médico. Además, he decidido cancelar un viaje a Málaga previsto para mañana. Todo sea por la salud que ataca cuando menos lo esperas.
Escribo ésta crónica negativa, tumbado en mi sofá viendo el mar verde-azulado qué, por suerte, anima mi estado adormilado a la espera de poder disfrutarlo cuanto antes. Todo puede esperar.

jueves, 2 de septiembre de 2010

SEPTIEMBRE


Es mi tercer día en Peñíscola y he podido disfrutar, pobrecillos, de la salida escalonada de los miles de turistas que han pasado por aquí en agosto. El mar, ese mar que en la bahía de Peñiscola con Benicarló me ha cautivado, está alborotado, suena con intensidad, con excitación mediterránea, la justa. Punt 2, la segunda televisión institucional de Camps y cia. tiene a bien retransmitir uno de los conciertos del Festival de Benicassim del pasado mes de julio. Compruebo, por la luz del atardecer, que es el primero del día en el Escenario Verde y, también, que ha disminuido considerablemente el número de fibers. No conozco al grupo que actúa pero me gusta, es un pop clásico muy interesante. Acaba el programa y no me entero del nombre. Lástima. Buscaré en el horario de la edición 2010 para saber de quien se trata.
Pasó el tiempo de las cerezas, ese periodo breve de destape y de largos días, de calor y luminosidad. Ahora llega un lapso de tiempo, también veraniego pero sin masificaciones, de noches más madrugadoras, de pausas encadenadas. Parece que las horas se alargan, que el tiempo pasa más despacio y se disfruta más de lo cotidiano todavía con poca ropa. Es como si languideciese el verano que todavía persevera. Al fin y al cabo, vacaciones para mí.
Por suerte, la gota fría acaba de pasar en la mañana de mi quinto día. Ha sido impresionante. He visto varias tormentas de lluvia en Levante y son intensas, sorpenden siempre, parece que el cielo se va a caer. Suenan fuertes truenos, todo oscurece y comienza a diluviar con la mayor intensidad que se pueda imaginar. He oído en las noticias que durante la hora y media, aproximada, que ha durado la tempestad, han caído más de cuarenta litros por metro cuadrado. Por la tarde ha salido el sol, algo vergonzoso y débil, y he aprovechado para bañarme. El mar ya se ha tranquilizado, anunciaba la tormenta días atrás. Ahora el Mediterraneo parece un lago, sin prácticamente oleaje. Con cierta seguridad, mañana tendré un día intensamente veraniego. Lo aprovecharé.

LA VIDA PASA

“¡No hay naciones!, solo hay humanidad. Y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad".   Isaac ...