Mi primer contacto con el bádminton fue hace 25 años en Santander. Mi cuñado es profesor de Educación Física y junto a otros colegas y amigos implantó el deporte en Cantabria. Al poco tiempo de ese flechazo contacté con la Federación Española de la disciplina y creamos la Delegación Soriana. Junto a Andrés Soto, comenzamos a impartir cursos de iniciación con el respaldo del Servicio de Deportes del Ayuntamiento. Fueron tiempos muy duros. Los cursillos comenzaban a las nueve de la mañana, todos los sábados, pero íbamos una hora antes a marcar, provisionalmente, las pistas (posteriormente despegábamos las cintas adhesivas que delimitaban las pistas). Esa temporada impartimos ocho cursos con una participación cercana a los doscientos alumnos. Obviamente, el bádminton enganchaba, no importaba la edad ni la preparación física, cada uno disfrutaba a su manera. Al año siguiente dimos de alta el primer club de bádminton de Soria, llegando a tener trescientos treinta socios. Éramos, a